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Un muchacho de 100 años

Fuentes: El Siglo

Y ya estamos en el 2012, el año en que el Partido Comunista cumplirá, dentro de pocos meses, nada menos que un siglo de vida. Es decir que ha sido actor de la mitad del total de la historia de Chile como nación independiente y por tanto es parte muy importante en el desarrollo social […]

Y ya estamos en el 2012, el año en que el Partido Comunista cumplirá, dentro de pocos meses, nada menos que un siglo de vida. Es decir que ha sido actor de la mitad del total de la historia de Chile como nación independiente y por tanto es parte muy importante en el desarrollo social y político del país. Ha sido relevante respecto de la creación y progreso cultural de nuestra sociedad. Y este ser colectivo, perseguido y mal tratado como a la clase que representa, no sólo goza de buena salud pese al paso del tiempo sino que objetivamente es en nuestros días lo que podríamos llamar un joven maduro.

Su madurez deviene de su experiencia, muy dura a veces, grata las más, en materias como la organización del pueblo, formas de lucha conforme la situación histórica concreta, estrategia y táctica del movimiento de los trabajadores para avanzar en la búsqueda de mejores condición es de vida para las mayorías oprimidas, política de alianzas para cada período, amplitud y pluralismo político en las convergencias para la profundización democrática del país, todo sin perder jamás su identidad propia de partido de la clase obrera con ideología y carácter independientes y sin perder su objetivo final de establecer una sociedad diferente en que nadie explote a nadie y en que cada cual tenga lo que tiene que tener.

Su juventud se expresa en la capacidad de renovación de sus cuadros dirigentes, en la frescura de sus métodos de comunicación, en su adecuación a cada etapa del desarrollo histórico, en su discurso capaz de incorporar los temas nuevos que surgen en la vida, en su amor por la belleza, en su preocupación constante por las manifestaciones del alma, la poesía, el canto, el arte y la cultura en general. No es por nada que Pablo Neruda y Victor Jara, entre cientos y cientos de su tamaño, se reconocieran entre los nuestros. Ni que, militantes o no, al PC le rodeen siempre con su cariño y su arte figuras del tamaño de una Violeta Parra que un día cantó que todos sus hermanos eran comunistas «con el favor de mi Dios».

Su juventud y madurez se reflejan en el equilibrio justo de ser partido de clase sin caer en el obrerismo a ultranza y, al contrario, calar hondo en las capas medias y en el mundo de la cultura. Un partido para la unidad, pero con brújula certera.

Así ha sido siempre desde Recabarren, Lafferte, Carlos Contreras Labarca, Ricardo Fonseca, Galo González, Luis Corvalán, Volodia Teitelboim, Gladys Marín y así es hasta hoy. El Frente Popular de los años 30, el Frente del Pueblo de comienzo de los 50, el Frente de Acción Popular de fines de los 50 y la Unidad Popular de fines de los 60 tienen la impronta unitaria de los comunistas chilenos.

En estos 100 años hemos visto a los camaradas soviéticos salvar al mundo del fascismo, alcanzar la luna y vivir el socialismo. Hemos sido testigos después de su transitorio fracaso. Hemos visto nacer a la Cuba revolucionaria, hermanita menor en cuanto a la independencia de España y hermanita mayor en el noble empeño de construir una sociedad mejor. No dudamos ni un segundo que el Socialismo sabrá aprovechar las lecciones de su propia historia y endilgará adecuadamente sus próximos pasos.

Nosotros acá en el extremo sur del mundo, jóvenes y maduros, miramos el futuro con sonrisa de mujer hermosa.