Edelmiro está contento con su nuevo baño. Se muestra agradecido pese a que ahora, con las nuevas instalaciones que le facilitó el Fondo de Cooperación para Agua y Saneamiento, paga el triple por el servicio. No le importa que algunos meses tenga que dejar de comer «uno o dos días, nomás», para pagar su factura. […]
Edelmiro está contento con su nuevo baño. Se muestra agradecido pese a que ahora, con las nuevas instalaciones que le facilitó el Fondo de Cooperación para Agua y Saneamiento, paga el triple por el servicio. No le importa que algunos meses tenga que dejar de comer «uno o dos días, nomás», para pagar su factura. Ya no hará sus necesidades en el monte, adonde iba desde que llegó a Cartagena de Indias (Colombia) procedente de Manizales -en el centro del país- como un desplazado más de la guerra colombiana.
Edelmiro es una de las 40.000 personas que viven en el barrio Nelson Mandela, en Cartagena de Indias, una ciudad de casi un millón de habitantes bañada por el Caribe. Todos los vecinos de Mandela, una zona sumida en la pobreza extrema, gozan de las mejoras implantadas por el Fondo del Agua.
La mayoría de ellos apenas conoce dónde queda España. Y menos saben aún que la cooperación española ha financiado las obras de abastecimiento y saneamiento. Ni que la empresa de servicios públicos que realizó los trabajos y les cobra la tarifa mensual, Aguas de Cartagena (Acuacar), está compuesta en un 45,9% por capital español. Lo que sí saben los jefes de familia es que ahora deben pagar por el agua una factura que compromete su pobre economía.
Los intereses españoles están omnipresentes en la actividad del Fondo del Agua en Colombia, el país con más proyectos de todo el programa. Los españoles visten cualquier uniforme: pueden ser funcionarios a tiempo completo en Bogotá, contratistas de las licitaciones, empresas ejecutoras del dinero de la cooperación y hasta entidades gestoras del nuevo sistema de suministro y saneamiento del agua. Una de las vecinas del barrio Nelson Mandela que ahora disfruta de las obras financiadas por el Fondo del Agua. Una de las vecinas del barrio Nelson Mandela que ahora disfruta de las obras financiadas por el Fondo del Agua.
La cooperación española ha comprometido 59 millones de euros para mejorar el acceso al agua potable en Colombia a través de ocho proyectos que se distribuyen a lo largo y ancho del país. Desde el Caribe hasta el Pacífico, también en Sierra Nevada o en el Amazonas. En las ciudades más grandes del país, pero también en pequeños pueblos o en comunidades indígenas donde no se habla castellano.
«El impacto del Fondo del Agua es chiquito en el Plan Nacional de Aguas, prácticamente no influye en los índices. Pero tiene algo que los demás no tienen: las zonas donde trabaja. Realmente ayuda a la población más pobre. En ese contexto, la ayuda de España es muy satisfactoria», afirma Claudia Téllez, asesora del Viceministerio de Aguas de Colombia.
El centro de gravedad del Fondo en Colombia
Las luces de los hoteles de lujo, los pintorescos adoquines del distrito turístico y el reflejo del Caribe nunca quedaron tan escondidos de los barrios más necesitados de Cartagena de Indias. Sufren escasez de agua entre diciembre y febrero, en plena temporada alta. El turismo utiliza en estos meses la mayor parte de los recursos de la ciudad. Racionamientos, cortes y otras incidencias son moneda corriente.
Cartagena de Indias es el centro de gravedad del Fondo del Agua en Colombia, con tres proyectos en la ciudad. El nuevo sistema de alcantarillado del barrio Nelson Mandela es un emblema por tratarse de uno de los primeros proyectos terminados por el Fondo en América Latina. Y también es un símbolo al dar suministro a miles de familias desplazadas por el conflicto armado con la guerrilla.
Acuacar ha sido la encargada de desarrollar la obra que permitió conectar a los 40.000 vecinos de Mandela a la red de alcantarillado. Como sociedad mixta, la mitad pertenece al Distrito de Cartagena de Indias; el 45,9%, a la empresa española Aguas de Barcelona (Agbar), propiedad a su vez del grupo francés Suez; y el 4,1% restante, a accionistas privados. La cooperación española ha desembolsado 2,45 millones de euros para concretar una de las actuaciones estrella en Colombia.
«El proyecto fue tan exitoso que con los ahorros que generaron los intereses avanzamos más de lo previsto. Hicimos 720 terminales domiciliarias -baños y lavaplatos- para las familias más necesitadas», apunta José Cabrales, gerente de contratación de proyectos de Acuacar. El técnico cifra el gasto promedio para cada vivienda en 750 euros.
Las calzadas de tierra dan la bienvenida al barrio Mandela. Motos, bicicletas y autos viejos toman las principales calles. La escena contrasta con los inodoros, los azulejos blancos y los platos de ducha. Los baños construidos por Acuacar son un lujo para viviendas con paredes de nylon y techos de chapa. Algunas tuberías se convierten incluso en un obstáculo en el comedor, con suelos de tierra que las dejan al descubierto de vez en cuando.
Desde Acuacar sostienen que no han cobrado más que «gastos administrativos» por la realización del proyecto: un 2,5% del total del presupuesto, según estipulan las normas del Fondo del Agua. Pero el beneficio ahora es otro: la empresa de servicios públicos recaudará más por los nuevos hogares conectados. Ante la pregunta sobre los ingresos que representan para la compañía las nuevas conexiones generadas por la cooperación española, la firma prefirió no responder.
La costumbre de no pagar por el agua
Molestos con el nuevo gasto que genera el agua, muchos vecinos decidieron no conectarse a la nueva red de alcantarillado. Acuacar tuvo que lanzar entonces un programa para concienciar sobre las ventajas higiénicas y sanitarias de las instalaciones, lo que incluía asesoramiento para optimizar el uso del agua y así evitar las elevadas facturas.
«Valoramos mucho el baño que nos construyeron en casa. Mejoramos la higiene, pero las facturas vienen muy altitas», admite Orlando, un vecino que vive junto a su esposa y sus dos hijos en El Pozón, otro de los barrios más desfavorecidos y violentos de Cartagena de Indias. Lo que gasta en agua se ha triplicado desde que tiene acceso a las nuevas instalaciones financiadas por la cooperación española. «Consumo más, pero también pago más. La higiene de la casa mejoró un 100%. Ya casi no se acumulan mosquitos», explica.
Para Orlando, que trabaja los fines de semana en una casa de comida rápida, el agua representa ahora casi un cuarto de sus ingresos. La factura de noviembre le costó 35 euros. Orlando caminó entonces por las calles de tierra de El Pozón hasta las oficinas de Acuacar para presentar una reclamación. «Fui para decirles que no podía pagar eso, que debía ser un error, pero me dijeron que debía pagarla», relata.
Los nuevos beneficiarios, la mayoría en extrema pobreza, tienen trabajos informales o, directamente, están en el paro. Como habitantes de una zona pobre, ingresan los subsidios locales destinados para los más desfavorecidos. Al tratarse del estrato económico más bajo, a su factura se le aplica un subsidio del 47% costeado por las clases altas.
«La gente pobre está acostumbrada a no pagar nada por el agua. A lo mejor ahora tienen que pagar una pequeña cuota y no están dispuestos a hacerlo. Eso sí, para tragos sí tienen. Ya sabes, la historia típica. La pobreza no es limpia», lanza Pablo Gómez-Tavira, coordinador de la cooperación española en Colombia.
Desde la sede de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) en Bogotá, Gómez-Tavira, ex director general de Inmigración de la Comunidad de Madrid, insiste en que «la tarifa está subvencionada». Y añade: «Hemos hecho las obras, pero nos ha costado generar conciencia de los beneficios».
Estos argumentos para justificar las elevadas facturas a los nuevos beneficiarios coinciden con la valoración de la empresa hispano-colombiana Acuacar. «Los vecinos piensan que los recibos no son muy económicos, pero no se dan cuenta de lo que se ahorran en medicinas por las enfermedades a las que ahora no están expuestos al estar conectados al alcantarillado. Hay que hacerles ver la mejor calidad de vida con el trabajo social», alega José Cabrales, gerente de contratación de proyecto de Acuacar.
En este sentido, el ex secretario general Iberoamericano, Enrique Iglesias, enfatiza en la tarea de educación para que los beneficiarios entiendan que deben pagar por este servicio. «En América Latina ha habido mucho concepto de que el agua debía ser gratis, y poner un costo al servicio no siempre es fácil», indica, «pero tiene que haber un aporte de la sociedad para financiar el enorme gasto que representan estas iniciativas».
«La mejor solución para ejecutar los proyectos»
Las críticas de los vecinos por los precios de las facturas no han influido en la opinión hacia Acuacar. Todos los actores vinculados al Fondo del Agua no tienen más que halagos para la empresa operadora de aguas de Cartagena de Indias. «Acuacar tiene una capacidad de gestión enorme. El proyecto de Nelson Mandela tuvo una excelente ejecución de los fondos», subraya Téllez, asesora del Viceministerio de Aguas.
«No creo que exista ninguna relación como para buscar privilegios para la empresa. Acuacar ha participado de los tres proyectos porque era, sin lugar a dudas, la mejor solución para ejecutarlos», agrega Téllez. Y argumenta que otro de los programas aún en ejecución, a cargo de la entidad pública Corvivienda y que consiste en realizar instalaciones domiciliarias para baños y lavaplatos en el sureste de Cartagena de Indias, resolvió sus problemas con la entrada de Acuacar.
La empresa fue contratada para asesorar a Corvivienda cuando las demoras acechaban los plazos: licitaciones desiertas, problemas técnicos y retrasos del consorcio español Capitol-Emprender. Tras los aplazamientos, Corvivienda prevé concluir el proyecto en marzo de este año.
Concurrir a licitaciones en Colombia no es tarea fácil para las firmas españolas. «Llegan aquí y se quejan de que no pueden participar en los concursos con la misma facilidad que las empresas colombianas. Hemos hecho algún ajuste en los requerimientos de las licitaciones con la idea de garantizar la igualdad. Por ejemplo, se han alargado los tiempos de presentación de oferta», explica Gómez-Tavira.
Las empresas españolas han intentado imponer condiciones para competir por los fondos de la cooperación, según revela una fuente del Ejecutivo colombiano que ha formado parte de esas negociaciones. Quisieron modificar requerimientos formales, como el índice de endeudamiento de las firmas que participan en los procesos, con el fin de que las compañías españolas pudieran competir en mejores condiciones en los concursos. Las negociaciones no fructificaron ante la negativa del Gobierno.
«Es una subvención encubierta a Agbar»
El proyecto más ambicioso financiado por el Fondo del Agua en Colombia para 2015 está por llegar. Se trata de la remodelación de la planta potabilizadora El Bosque en Cartagena de Indias, donde actualmente se encuentra la sede comercial de Acuacar. La nueva infraestructura permitirá aumentar la capacidad de agua potable, generar tuberías para abastecer el barrio Villa Hermosa -otra zona de extrema pobreza- y, por último, instalar baños y otras terminaciones domiciliarias para que los vecinos puedan aprovechar el nuevo servicio.
El Fondo invertirá casi 7,4 millones de euros para la obra y la Alcaldía de Cartagena de Indias aportará un millón menos. El proyecto ya tiene el visto bueno de Madrid. Después de los trámites administrativos, los trabajos se pondrán en marcha este año, de acuerdo a la planificación de Acuacar.
La Coordinadora de ONGD-España (CONGDE) ha lanzado graves críticas contra el proyecto. Entienden que detrás de la cooperación existe interés en beneficiar a la empresa hispano-colombiana Acuacar. «La asignación de este proyecto por parte del Fondo del Agua no es más que una subvención a Aguas de Barcelona. La empresa española consigue financiación pública de cooperación para inversiones comprometidas para Acuacar, y aumenta sus resultados de explotación, al financiarse el aumento de producción y usuarios», denunciaron en un comunicado de prensa.
«Aquí no hay mercantilismo; hay pertinencia de la inversión. Las críticas son totalmente injustificadas», replica Claudia Téllez. Pablo Gómez-Tavira, coordinador de la cooperación española en el país, respalda la postura de la asesora del Viceministerio colombiano de Aguas. «No vemos como algo negativo que Acuacar se beneficie. Tener una empresa fuerte que mantenga el servicio es lo mejor que puede pasar en aras de la sostenibilidad del proyecto».
Esta información forma parte del proyecto El Fondo del Agua: cómo España abastece a América Latina, ganador en concurso público de una ayuda periodística internacional gestionada por el Centro Europeo de Periodismo y la Fundación Bill & Melinda Gates. El único contacto con ambas instituciones ha consistido en cumplimentar diversos formularios relacionados con el proyecto, pero en ningún caso acerca de la orientación periodística de los reportajes.