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Un nuevo momento político

Fuentes: La Tercera

La contienda electoral se va a definir, al parecer, por un margen estrecho de votos. Lo cierto es que, querámoslo o no, cualquiera sea la posición que adoptemos como izquierda extraparlamentaria frente a la segunda vuelta, va a resultar electo un nuevo administrador del sistema neoliberal, se llame Michelle Bachelet o Sebastián Piñera. Eso no […]


La contienda electoral se va a definir, al parecer, por un margen estrecho de votos. Lo cierto es que, querámoslo o no, cualquiera sea la posición que adoptemos como izquierda extraparlamentaria frente a la segunda vuelta, va a resultar electo un nuevo administrador del sistema neoliberal, se llame Michelle Bachelet o Sebastián Piñera. Eso no tiene remedio. Pero la pregunta es si da lo mismo una u otro.

Puede ser que me equivoque, pero tengo la impresión de que nadie de esta izquierda estaría dispuesto a votar por Piñera, quien, si bien es cierto, aparece con un aura de esa derecha liberal que existió alguna vez en Chile, lo objetivo es que detrás de él, con una fuerza que sería determinante en su gobierno, está la derecha reaccionaria, contaminada con la violación a los derechos humanos y el golpe de Estado.

Sólo por esta percepción, un número indeterminado de electores de nuestra izquierda ya habían determinado votar por Bachelet incluso antes de que los conglomerados del Juntos Podemos Más asumiéramos las diferentes posturas frente a la segunda vuelta. Es, sin duda, efecto del temor a que la derecha asuma la totalidad del poder que se concentra en el gobierno. Se produce, así, la paradoja de que se escoja a Bachelet por temor o se vote nulo, a modo de protesta legítima contra la Concertación. De una u otra manera se está favoreciendo a uno de los candidatos. Y, ante la estrechez de las cifras electorales, votar nulo o abstenerse, en los hechos, no es más que favorecer a Piñera.

Ante esta situación, el Partido Comunista resolvió intervenir políticamente en la contienda electoral como una fuerza que puede ser determinante en los resultados venideros. Por ello la existencia de los cinco puntos enviados a través de una carta a Michelle Bachelet que, por cierto, ella respondió antes de la fecha fijada como plazo.

Cualquiera sea el envoltorio, se contraen compromisos de cumplimiento con mayor o menor grado de certeza. Tenemos serias reservas en lo que dice relación con el derecho a negociación de los trabajadores, pero más de alguna esperanza ciframos en que ella cumpla con todo lo referido al cambio del sistema electoral binominal por uno proporcional y no excluyente, a lo que, según ha quedado en evidencia, la derecha se opone tenazmente.

No es baladí lo que está ocurriendo en el Congreso con los envíos de proyectos de reforma constitucional que buscan este cambio; tampoco que la candidata se comprometa a enviar en marzo un proyecto de sistema electoral proporcional. Alguien dirá, ¿por qué no lo hicieron antes, por qué lo hacen ahora que necesitan votos? El hecho es que así se conforman las correlaciones de fuerza que pueden producir cambios. Se ha creado una situación objetiva, un momento político nuevo, del cual nadie puede zafarse. El asunto es cómo operar de la mejor forma precisamente en este momento.

Sin duda, es un acto de dignidad nacional cambiar el sistema binominal por uno proporcional y no excluyente, derecho que la misma Concertación le debe a los millones que protestaron bajo la dictadura exigiendo participación y democracia. Sería , también, la mejor forma de responder a aquellos que hasta hoy son excluidos y que, frente al llamado del PC, votarán por Michelle Bachelet.

No tengo la ingenuidad para pensar que todo será miel sobre hojuelas porque sé que lo principal es la fuerza que adquiera esta exigencia en el acontecer social y político de los próximos meses. Si se instalara una disposición irrenunciable para este cometido en La Moneda y una voluntad que no se anule ante la oposición retrógrada de la derecha, sería mucho mejor.

Se nos ha planteado públicamente la duda de si Michelle Bachelet realmente cumplirá con este compromiso. Pero me parece que tampoco se puede dejar de considerar la forma en que se ha instalado este tema y cómo se han dado pasos concretos, lo que nos deja frente a un muy buen escenario para que, desde el mismo marzo, se intensifique la movilización social y política tras este cometido.