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¿Un país sin esperanza?

Fuentes: Argenpress

Las siguientes preguntas sobre la universidad en Colombia las hago porque en realidad, me acosan muchas inquietudes sobre el papel que juegan estas instituciones, en el momento actual y no tengo una información clara al respecto.Un paradigma aceptado desde hace mucho, postula que no se educa para el presente sino para el futuro. Algo que […]


Las siguientes preguntas sobre la universidad en Colombia las hago porque en realidad, me acosan muchas inquietudes sobre el papel que juegan estas instituciones, en el momento actual y no tengo una información clara al respecto.

Un paradigma aceptado desde hace mucho, postula que no se educa para el presente sino para el futuro. Algo que parece lógico, porque si los jóvenes son el futuro de la patria, se los debe formar para el futuro y no para el presente.

En la actualidad somos un país agobiado por la violencia, por los escándalos de corrupción de todos los tipos y por una situación económica y social acorde con un país con un modelo de desarrollo neoliberal, subordinado en un todo a las políticas del capitalismo en su etapa de globalización acelerada.

El enriquecimiento desmedido de una minoría oligárquica y excluyente, el permanente empobrecimiento de la gran mayoría de la población, las altas tasas de desocupación y de subempleo, el deterioro de las condiciones laborales de quienes tienen la suerte de tener una vinculación laboral, los servicios de atención médica convertidos en negocio de particulares con escandalosas ganancias anuales, la falta de servicios integrales de salud para la totalidad de la población, la ausencia de una educación básica de buena cobertura y calidad, la falta de vivienda digna, la destrucción sistemática de los sindicatos, la concentración de la tierra cada vez mayor en unas pocas manos y uno de los mayores procesos de desplazamiento del campo a la ciudad en el mundo, son sólo unas de las características más visibles de nuestro injusto modelo de desarrollo en el presente.

Luego de más de treinta años de neoliberalismo salvaje en el mundo y de cerca de veinte en nuestro país y de sus catastróficas consecuencias, tanto a nivel global, como nacional, tiene uno que preguntarse entonces, si nuestra universidad; si es que en verdad cumple con el precepto de educar para el futuro; tiene entre sus calificados investigadores de nivel de excelencia; algunos o al menos algún grupo que esté preguntándose por el futuro de nuestra sociedad, con miras a superar la caótica situación actual.

Y si existen estos grupos de científicos de excelencia como los llaman ahora, orientados hacia el estudio de nuestro futuro, cabría preguntarles cuales serían sus conclusiones frente al futuro de nuestra sociedad, y en especial si será posible que podamos esperar un nuevo tipo de estado y un modelo nuevo de desarrollo, que sea realmente una verdadera esperanza para las grandes mayorías excluidas de la nación.

Si hay alguna o algunas universidades en nuestro país, que tengan este tipo de centros de investigación dedicados al estudio del futuro de nuestro país, pero que no hayan visto aún una salida posible a nuestra desoladora situación, tendremos que esperar con la convicción de que la luz alumbre el camino de estos investigadores lo más pronto posible.

Lo anterior para que las demás universidades tengan un faro que las oriente en la formación de la juventud para su desempeño futuro en un nuevo modelo de desarrollo y no se reduzcan simplemente a capacitar en la aplicaciones de la tecnología moderna.

Si por el contrario, nuestra universidad, no tiene en ninguno de sus establecimientos públicos y privados, un grupo de investigadores dedicados a este tema tan fundamental y prioritario, tendríamos que resignarnos a aceptar que ella también, se ha convertido en uno más de los rentables negocios que pululan en el país, dedicados a producir fuerza de trabajo necesaria para reproducir el nefasto modelo actual y por lo mismo, tendríamos que aceptar que todos, los ciudadanos , la misma universidad, quién en ellas estudian y quienes tenemos estas tontas inquietudes hacemos parte de un país sin esperanza.