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Respuesta a Edmilson Costa, secretario de relaciones internacionales del PC brasileño

Un poco de autocritica, no haría mal

Fuentes: Rebelión/La Jornada

Edmilson Costa, Secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista Brasileño, escribe un afilado artículo reproducido en Rebelión (18 de abril del 2012) y titulado «Una crítica a los postmodernistas. Los movimientos sociales y los procesos revolucionarios en América Latina». Costa incluye dentro de los «postmodernistas» a quienes: 1.- consideran obsoleto el concepto de clase obrera, […]

Edmilson Costa, Secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista Brasileño, escribe un afilado artículo reproducido en Rebelión (18 de abril del 2012) y titulado «Una crítica a los postmodernistas. Los movimientos sociales y los procesos revolucionarios en América Latina». Costa incluye dentro de los «postmodernistas» a quienes: 1.- consideran obsoleto el concepto de clase obrera, proletariado y la centralidad del trabajo; 2.- Alegan el fin de la centralidad de la lucha de clases; 3.- Piensan que las vanguardias políticas, los partidos revolucionarios, especialmente los comunistas, no tienen más ningún papel a desempeñar en el mundo actual.

Argumenta que una gran parte de las luchas sociales en los últimos años fueron derrotadas «exactamente porque no existían vanguardias con capacidad de conducir y orientar esas luchas para la radicalidad de clase y la emancipación del proletariado.» Para demostrar esta aseveración utiliza como ejemplos los casos de Bolivia, Ecuador, Argentina, Túnez, Egipto, Brasil y el Foro Social Mundial, donde:

«D espués de un momento de euforia y movilización, los movimientos sociales son capaces de realizar proezas impresionantes, como desacreditar el viejo orden, desafiar las clases dominantes, pero en un segundo momento se agotan en sí mismos sin alcanzar los objetivos por falta de perspectivas…Es necesaria -reitera– la vanguardia política para conducir los procesos de trasformación».

A partir de esta perspectiva que engloba movimientos de una compleja y diversa composición social, étnico-nacional, política e ideológica desde Nuestra América hasta el norte de África, el autor expresa el siguiente juicio sumarísimo:

«La ideología post-modernista es responsable por gran parte de las derrotas de los movimientos sociales en estas dos décadas, no sólo porque ese modismo teórico influenció parte de la juventud y liderazgos de los movimientos sociales, como también porque llevó a la frustración a miles de luchadores sociales. Eso porque las luchas fragmentadas se desarrollan de manera espontanea. Al inicio, hay una trayectoria de ascenso, envuelve miles de personas, pero inmediatamente después el movimiento va debilitándose hasta ser absorbido por el sistema.»

Según Costa, los movimientos sociales, influenciados por el fetiche ideológico del postmodernismo –que representa «la ideología pequeño-burguesa de la sumisión sofisticada al orden del capital»–, hoy más que nunca requieren de la conducción y orientación de las vanguardias revolucionarias, que con una plataforma estratégica de emancipación de la humanidad, derrotarán al imperialismo y al capitalismo y transitarán hacia la construcción de la sociedad socialista.

Desde el marxismo , aceptando la centralidad de la lucha de clases, coloreada por sus características históricas, étnico-nacionales, el género y los grupos de edad, y sin ponerme el saco del «postmodernismo» que Costa hilvana como en el pasado , cuando se utilizaban términos que satanizaban a quien no siguiera las líne as de la ortodoxia, me surgen estas interrogantes :

¿Dónde estaban las vanguardias políticas durante estos 20 años y cuáles fueron las acciones reales de los partidos comunistas, (que no siempre son revolucionarios, antimperialistas y dirigentes reales de las luchas de los pueblos), en contra de la mundialización capitalista neoliberal y su brutalidad represiva? ¿Es posible analizar estas dos décadas desde la exterioridad y sin asumir una mínima autocritica por omisión o comisión frente a hechos juzgados supuestamente desde la centralidad de la vanguardia política?

La crítica al vanguardismo había sido motivo de reflexiones en el marxismo revolucionario del siglo XX, empezando por Rosa Luxemburgo , que cuestionó la burocratización temprana de los soviets . También, Raya Dunayesvkaya, congruente con la idea de que la teoría sólo puede desarrollarse plenamente cuando se asienta en lo que las propias masas hacen o piensan, destaca que para Marx lo fundamental consistía en que el ser humano no era meramente objeto, sino sujeto; que no únicamente estaba determinado por la historia, sino que también la creaba.

A partir de estos planteamientos, Raya hace una crítica radical al vanguardismo: ¿las masas campesinas o proletarias son las forjadoras de la historia, o solamente les corresponde someterse a una dirección y recibir órdenes? ¿Deben ser masas pasivas al día siguiente de la revolución? En su condena al estalinismo afirma que este régimen sofocó la espontaneidad de las masas: el Estado absorbió a los sindicatos y a todas las organizaciones obreras de tal manera que la propiedad y el plan estatales, el partido, eran los fetiches por los cuales los trabajadores debían ofrendar su vida. Dunayesvkaya propone, en cambio, una perspectiva que se fundamenta en el sujeto autodesarrollado, y se alinea con Lenin, quien, a su juicio, consideró a las masas, el proletariado, el campesinado, e incluso la nacionalidad oprimida, como sujetos autodesarrollados. Lenin creía que se necesitaba un nuevo impulso teórico porque había nacido un nuevo sujeto: la autodeterminación de las naciones. También discrepa con Trotsky en su concepción del campesinado, quien no lo consideraba sujeto autodesarrollado ni tampoco le concedía una conciencia nacional ni mucho menos socialista.

Dunayesvkaya mantiene que la iniciativa política no es siempre patrimonio exclusivo de la clase obrera. Cuando las masas son el sujeto no debe analizarse una revolución a partir del liderazgo, sino del sujeto autodesarrollado. Afirma que Trotsky siempre se preocupó demasiado del problema de la dirección, subordinando al sujeto autodesarrollado. Ante su pregunta reiterada: ¿qué sucede después de la toma del poder?, Raya responde que la cuestión del carácter imprescindible de la espontaneidad es no sólo inherente a la revolución, sino que debe marcar su trayectoria posterior, lo mismo que la diversidad cultural, el autodesarrollo y la instauración de una forma no estatal de colectividad.

Ya en otros escritos me había referido al obrerismo, posición que tanto daño ha hecho a los procesos revolucionarios en el mundo entero y que parece ser un lastre difícil de abandonar por los partidos que se reclaman comunistas y obreros y promueven -en los hechos- una perspectiva jerarquizada de la lucha social [ii] .

E n 1986, el marxista argentino Leopoldo Mármora [iii] definía este fenómeno que en el terreno de la política se expresó en atribuirle al proletariado misiones históricas que sobrepasan sus posibilidades reales. «Ni las ‘masas obreras’ ni el ‘partido del proletariado’ están en condiciones de ser -como tales- portadores de los intereses globales de la sociedad. El proletariado tiene y conservará siempre intereses de clase particulares y propios» [iv] . Una lucha contra hegemónica -afirmaba este autor- es una tarea nacional popular que desborda a la clase obrera y no puede ser depositada en un destino histórico exclusivo de esa clase. Esta lucha, necesariamente, tendrá que ser el resultado de un movimiento democrático y socialmente heterogéneo de masas.

Mármora señaló el peso de esta herencia en los movimientos socialistas que consideraron a la burguesía liberal y al proletariado moderno como los únicos sujetos sociales posibles y necesarios de todo cambio real. Adolfo Sánchez Vásquez señaló al respecto: «Finalmente entre las tesis o concepciones de Marx y del marxismo clásico que hay que abandonar, al ser desmentidas por el movimiento de la realidad, está la relativa al sujeto de la historia. Hoy no puede sostenerse que la clase obrera sea el sujeto central y exclusivo de la historia, cuando la realidad muestra y exige un sujeto plural, cuya composición no puede (ni debe) ser inalterable o establecerse a priori.» [v]

¿Serían estas ideas postmodernistas ? ¿Se consideran «fracasos» las luchas antisistémicas y anticapitalistas como las que llevan a cabo los pueblos indígenas del continente? ¿Y el papel en las «derrotas» de partidos como el PT brasileño y el PRD mexicano , que son olímpicamente ignorados por Costa en su análisis?; esta izquierda institucionalizada que ha abandonado la idea de un cambio sustancial de las condiciones de vida de sus pueblos, ha aceptado las reglas del juego del capitalismo , está muy satisfecha con la alternancia en el poder , siempre y cuando ellos tengan cargos en los gobiernos , y sus dirigentes han devenido en administradores de la administración pública y en lugar de que sirvan de instrumento a los movimientos sociales, se sirven de los movimientos sociales para la reproducción de su liderazgo .

Para nada menosprecio el papel jugado por el movimiento comunista internacional y por los partidos comunistas de cada país en el mundo entero, que durante las revoluciones rusa, alemana, húngara, en la primera parte del siglo XX, y más tarde, durante la segunda guerra mundial, en la resistencia contra el fascismo y en su derrota , escribieron paginas memorables en la historia de la emancipación de los pueblos y los trabajadores y en la salvaguarda de la especie humana. De igual manera, en Nuestra América, los partidos comunistas han jugado un papel fundamental en la lucha social y en la oposición democrática, en contra de las dictaduras militares y en contra de las «democracias» capitalistas, cada vez más represivas y autoritarias. Me considero parte de esta tradición libertaria. Por ello, compañero Costa, un poco de autocritica, no haría mal.


Una versión sintetizada de este artículo aparece hoy en periódico mexicano La Jornada.

[ii] Gilberto López y Rivas. Antropología, etnomarxismo y compromiso social de los antropólogos . México: Editorial Ocean Sur, 2010.

[iii] El marxismo argentino , por cierto, ha hecho una contribución muy importante a la concepción sobre nación , y a la crítica, desde el marxismo, a los planteamientos erróneos sobre la cuestión colonial e imperialista. Ver Ana María Rivadeo. Lesa Patria.

[iv] Leopoldo Mármora. El concepto socialista de nación . México: Cuadernos de Pasado y Presente, 1986, p. 279.

[v] Discurso en la Universidad de La Habana, en ocasión del otorgamiento del Doctorado Honoris Causa, 2004.