Desde noviembre de 2010, Camila Vallejo Dowling, una joven licenciada en Geografía de 23 años, preside la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh). En menos de un año, gracias a la claridad y elocuencia de su discurso, se ha convertido en una líder carismática del renaciente activismo estudiantil. Nieta de militantes del […]
Desde noviembre de 2010, Camila Vallejo Dowling, una joven licenciada en Geografía de 23 años, preside la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh). En menos de un año, gracias a la claridad y elocuencia de su discurso, se ha convertido en una líder carismática del renaciente activismo estudiantil.
Nieta de militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), hija de comunistas y militante a su vez de las Juventudes Comunistas, considera que la médula del movimiento estudiantil en Chile radica en la errónea concepción que se tiene allí de la tarea educativa, así como del rol que desempeña el Estado en este asunto.
Estima Vallejo que la educación en su país, así como otros servicios básicos como la salud y la vivienda, son excesivamente caros y su provisión de calidad está restringida únicamente a quienes los pueden pagar. «El Estado debe responsabilizarse de garantizar el derecho a la educación, proveyendo y financiando una enseñanza gratuita de calidad y acceso equitativo y regulando a la vez la educación privada sin que primen los afanes de lucro», explica la líder estudiantil chilena. «Sólo así se fortalecerá la educación pública y con ello el desarrollo humano, social y económico. Es muy positivo que nuestras movilizaciones estén teniendo el apoyo de la mayoría de la población».
¿Quizá por eso un 68% de los chilenos desaprueban la gestión del presidente, Sebastián Piñera? ¿Tan torpe fue la respuesta del Gobierno a sus demandas?
El actual Gobierno de derechas no ha tenido voluntad política para responder a las demandas de la ciudadanía. Se ha mostrado intransigente y ha impuesto su línea ideológica sobre la mayoría del país. Esto es grave, porque significa que está gobernando sólo para unos pocos, para quienes hoy sacan provecho del sistema educativo y no quieren entender que existe una crisis difícil de resolver si no es cambiando su estructura desde la base. Por otro lado, la creciente movilización social ha hecho que el Gobierno muestre una faceta que había querido evitar, que es la de la represión; de ahí que la percepción general sea que no ha estado a la altura de las circunstancias, y la ciudadanía no quiere un Gobierno así.
Usted ha dicho que los medios de comunicación fomentan el desprestigio de los movimientos sociales. ¿Está ocurriendo eso con el movimiento estudiantil?
Los periódicos pertenecen en un 98% a dos grandes conglomerados que prácticamente tienen una misma línea editorial, muy ligada a los sectores conservadores, por lo que son un gran obstáculo para buscar el apoyo ciudadano. Los diarios suelen desinformar, al descontextualizar las declaraciones de los estudiantes, tergiversar nuestras demandas o simplemente evadir hechos sociales importantes. Los canales de televisión abierta tampoco son muy distintos. Suelen dar mensajes tendenciosos y parcelados, sin cumplir con su labor de informar objetivamente ni de ser pluralistas. De hecho, en muchas ocasiones, cuando los noticieros hablan sobre educación o del movimiento estudiantil, muestran imágenes de encapuchados o de destrozos, promoviendo una imagen errónea de nuestro movimiento.
¿Hasta qué punto se pueden identificar las reclamaciones de los estudiantes con las claves de cambio social planteadas por Salvador Allende en su discurso de la Universidad de Guadalajara, en México?
Es muy impactante saber que Chile tuvo un presidente que realmente representaba el sentir de lo que hoy seguimos exigiendo. Probablemente, si el golpe de Estado no se hubiese perpetrado, nuestro sistema educativo sería muy distinto. En ese discurso hay ideas muy relevantes, que nos tocan como estudiantes universitarios y como futuros profesionales, y además recalca algo que a veces se nos olvida: la revolución no pasa únicamente por la universidad. Esa frase se refiere a que los cambios profundos sólo son posibles si todo el país, sus trabajadores, amas de casa, jubilados, todos junto a los estudiantes, se convierten en actores sociales. En eso están trabajando ahora muchas organizaciones sociales, en busca de la reconstrucción del tejido social perdido en la dictadura.
¿Qué opina del criterio del escritor Vargas Llosa, condecorado el año pasado por Piñera con la orden al mérito docente y cultural Gabriela Mistral, para quien Chile es un modelo como régimen político y económico?
Esa es la imagen de Chile que algunos pretenden exportar, ignorando que prácticamente el 80% de la población vive endeudada o que el 60% del país vive con menos de 165.000 pesos mensuales per cápita [180 euros], cuando hay aranceles universitarios de más del doble de esa cifra. Ignorando que el sueldo mínimo son tan sólo 182.000 pesos [200 euros] y que únicamente el transporte de una persona en un mes consume más del 20% de ese ingreso. No sé para qué persona puede resultar modélico un régimen que pretende eliminar la exclusión social abriendo más cárceles y cerrando escuelas públicas.
¿Qué significa ser comunista hoy y qué enseñanzas ha sacado de la educación familiar recibida? ¿Cree posible un socialismo democrático en Chile y América Latina?
En nuestro país, donde ha primado un sentido común básicamente neoliberal desdela imposición de la dictadura, los valores de la izquierda (solidaridad, fraternidad y justicia social) representan lo que sobrevivió a aquellos 17 años de oscurantismo. Creo que un proyecto político de izquierda no sólo tiene vigencia, sino que es necesario para superar la profunda desigualdad que nos aqueja como país y es consecuencia de nuestro fracasado sistema económico. Por eso admiro a los países que se han atrevido a dar pasos en esa dirección.