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Un sabor claro-oscuro de la paz

Fuentes: Rebelión

En una columna llamada «Territorios de paz y concentraciones de guerra» escrita por Alfredo Molano y publicada en el periódico el Espectador, muestra un panorama lleno de incertidumbre sobre el actual proceso de paz en Colombia. Donde deja claro que algunas regiones como el Norte de Urabá, el sur de Tolima, el Sur de Cauca […]

En una columna llamada «Territorios de paz y concentraciones de guerra» escrita por Alfredo Molano y publicada en el periódico el Espectador, muestra un panorama lleno de incertidumbre sobre el actual proceso de paz en Colombia. Donde deja claro que algunas regiones como el Norte de Urabá, el sur de Tolima, el Sur de Cauca la región del Putumayo y Nariño se mueven grupos uniformados y armados. Los cuales no tiene mayor vigilancia por parte de la fuerza pública, convirtiéndose así en un puente para reconstruir sus prácticas de terror y generar una seria de amenazas sobre los territorios que han asumido una posición política sobre el proceso de paz. Véase: http://www.elespectador.com/opinion/territorios-de-paz-y-concentraciones-de-guerra

Por esta razón, es justo dejar los fusiles a un lado y comenzar a dialogar, pensar abrir caminos de una cultura de paz y escenarios marcados por la defensa de la autonomía en el territorio, la crítica al neoliberalismo y la lógica de una geopolítica de los recursos naturales. Ya que con el tiempo es de vital importancia transitar por lo que algunos teóricos llaman una noción del «Buen Vivir» en donde la relación sociedad – naturaleza no es vertical sino horizontal.

Tal como lo manifiesta él Maestro Eduardo Sandoval Forero (http://www.elnuevodia.com.co/nuevodia/opinion/columnistas/279170-la-educacion-en-el-sur-del-tolima-un-camino-por-construir) al decir que «el pensamiento crítico intercultural y la educación decolonizada para la paz cuestiona al sistema por su violencia estructural, por su violencia cultural, por las injusticias y desigualdades sociales extremas«. Por ello, el actual proceso de paz muestra un panorama claro – oscuro, puesto que no se propone re-pensar las problemáticas históricas como la violencia, la pobreza, la concentración de la tierra, el capital, el gamonalismo político y la lógica politiquera que ha generado exclusión y desigualdad en las regiones más apartas, y ahora esas regiones son el epicentro para construir zonas alternas, comunitarias, educativas, productivas y políticas para la paz. (Para conocer más de sus aportes pueden visitar: http://www.sandovalforero.net/)

Lo cual se relación con la versión que he vivido en los días anteriores, ya que tuve el placer de dialogar con un habitante del municipio de Ortega – Tolima, un hombre que conoce muy bien la historia del líder indígena Manuel Quintín Lame, la problemática de la violencia estructural, puesto que la ha sufrido, llegando al punto de mencionar que:

  1. Quieren la paz pero acá todavía se siente la presión del fusil, y cada vez que pasa los días, la juventud y las familias se descomponen, el campo ya no es campo para la vivir sino para sobrevivir y lo peor no podemos vivir dignamente debido a la presión política del municipio.

  2. Nos dicen que hablemos sobre la paz – que es justo dialogar del tema pero sobre todo que infundamos los puntos positivos de ella, pero en el escenario real de la misma, sólo unos pocos quieren ser los representantes y reitera «nuestra lucha no era contra el partido político, el presidente o algún actor» nuestra lucha era por un vivir bien y por regresar a lo que nos vio nacer y crecer en las tierras de la guabina y la chicha, el aroma de los campos.

  3. Y finaliza, con un suspiro muy profundo mencionando, ya no vale ser indígena, estar tocando la puerta del cabildo, si en la práctica nos tienen olvidados -pero allá en la Habana- Cuba todo pareciera color de rosa y todo lo que brilla no es oro estimado joven.

Pero es evidente que el Gobierno no desconoce la realidad, lo sabe y de alguna forma tiene conocimiento de la situación, pero la ola mediática de los acuerdos en la Habana da importancia a los puntos de interés político, económicos y sobre todos electorales descuidando la tesis de un maestro la cultura que tanto hacer parte de la realidad efímera de la historia.

Para finalizar, puede esto conllevar a una puerta falsa de la negociación y sería un garrafal error intentar llegar algún acuerdo de paz para unos y dejar la discordia para otros, y no deseo exponer a un estado idealista o pesimista del mismo, tal como sucedió con los acuerdos de paz anterior de los gobiernos conservadores y liberales en la historia política de Colombia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.