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En Conejo

Un saludable encuentro por la paz

Fuentes: Rebelión

Parece que a medida que nos acercamos a la firma del acuerdo definitivo que pondrá fin a la confrontación armada con las FARC se aceleran las acciones y ataques en su contra; es como si quienes aún no han aceptado que la guerra llega a su fin intentaran perpetuarla y para ello se esfuerzan por […]

Parece que a medida que nos acercamos a la firma del acuerdo definitivo que pondrá fin a la confrontación armada con las FARC se aceleran las acciones y ataques en su contra; es como si quienes aún no han aceptado que la guerra llega a su fin intentaran perpetuarla y para ello se esfuerzan por crispar el ambiente, despertar en la ciudadanía falsos temores y promover la belicosidad. Es lo que ha ocurrido con el Encuentro de Paz que, con autorización previa del Gobierno Central, se llevó a cabo en el corregimiento El Conejo, municipio de Fonseca, en La Guajira, el pasado jueves 18 de febrero.

Algunos medios de comunicación comprometidos con los partidarios de la continuación de la guerra decidieron aprovechar esta ocasión para armar una alharaca de periodismo amarillista y escandalizar al país con un hecho que de otra manera hubiera pasado inadvertido para el 99.9% de los colombianos, y para los asistentes no hubiera sido más que la oportunidad de conocer personalmente a cuatro de los negociadores de las FARC en La Habana y escuchar de ellos muchas explicaciones e información amplia acerca de los acuerdos ya firmados.

Para los habitantes de Conejo la visita de los jefes guerrilleros parece que fue la gran oportunidad de denunciar el eterno abandono estatal que los ha condenado a vivir en la precariedad social y económica; la lista de quejas fue extensa, igual cosa hicieron otros ciudadanos provenientes de distintos lugares de la Costa Atlántica que pidieron a las FARC interceder ante el Gobierno para que les sean resueltos los problemas de siempre, relacionados con salud, educación, vivienda, vías carreteables, infraestructura sanitaria, recuperación de tierras, etc. Es como si la gente, cansada ya de pedirle a los políticos en campaña electoral y a los gobernantes de turno, optara por acudir a la guerrilla como una última instancia.

Los delegados guerrilleros por su parte se limitaron a hablar de lo que les era permitido: de los acuerdos preliminares. Respondieron las inquietudes y preguntas que les fueron planteadas y se negaron a contestar otras referidas a temas distintos. Advirtieron sobre las limitaciones impuestas por el tiempo a permanecer allí y cumplida la jornada se retiraron sin que en el lugar se presentara el más mínimo episodio que incomodara o alterara la armonía y la cordialidad en que transcurrió el día.

Por eso resulta incomprensible que apenas media hora después de terminado el evento en Conejo los medios radiales hablaran de «el gobierno y los colombianos indignados» ¿Cómo percibieron o cómo se expresó esa indignación ciudadana sobre un hecho que a esa hora, con seguridad, era desconocido por la inmensa mayoría de los colombianos? ¿Por qué tanto escándalo por un encuentro donde nadie fue agredido mientras que el verdadero drama de la pobreza y la desatención que azota la cotidianidad del pueblo guajiro es registrado apenas como noticia y no causa indignación alguna? Parece que a la paz le sobran fariseos.

Preocupa realmente que, cercanos al posacuerdo, algunos medios se resistan a aceptar que la guerra termina y que se impone un compromiso serio con la paz de Colombia.

Publicado en: Diario El Pilón

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.