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Masculinidades

Una aproximación a la compresión de la masculinidad

Fuentes: Rebelión

El autor con este articulo nos aproxima a entender qué es eso de la masculinidad y como se ha construido partiendo de la comprensión de lo que significa la subjetividad sociohistórica.

Sentimientos, emociones, temores, deseos, pensamientos y muchos otros aspectos de nuestra vida que nos caracterizan como seres humanos dependen de las influencias de nuestro medio, la subjetividad humana esta afectada por el entorno en el que se desenvuelve el individuo, pero esto no debe ser comprendido mecánicamente, es decir, los individuos como simples receptores de estímulos que responden de una manera predeterminada a circunstancias suscitadas en nuestro ambiente.

Para Marx, el hombre transforma la naturaleza y de esta manera también lo hace consigo mismo, por lo tanto la esencia humana no es algo inmutable grabado en nuestros genes, sino que podría entenderse como el resultado de las relaciones humanas en un contexto histórico que la conforma, sin caer en el reduccionismo sociológico, pero tampoco reduciendo la subjetividad humana a un mero estado interno, sino a una dimensión compleja que involucra tanto lo psicológico como lo social en una relación dialéctica dentro un marco histórico y cultural. «La actividad humana (tanto práctica como teórica) juega un papel determinante en la formación de la psiquis humana. El mundo material creado por la actividad humana condiciona todo el desarrollo de la psiquis humana. La actividad del hombre y, por consiguiente su psiquis, tiene un carácter social». (1)


¿Qué es entonces la subjetividad desde la perspectiva histórico-cultural?

Para abordar la subjetividad, tomaremos los conceptos de conciencia, sentido, configuración subjetiva y universo simbólico. El materialismo dialéctico, sostiene que la conciencia aparece como un concepto sobre el cual se construye la categoría de la subjetividad humana. Esta es de un carácter social, tomando en cuenta que la vida de los seres humanos en sociedad tiene importancia decisiva para el origen, el desarrollo y la existencia de la conciencia, las relaciones sociales de una época y contexto determinado permiten superar las limitaciones de lo individual y del reduccionismo biológico. Vigotsky al respecto, argumentaba que los procesos psicológicos superiores tienen su origen en procesos sociales. De esta manera la subjetividad no se reduce al plano meramente individual, no es un elemento aislado, sino que es formada en la propia cultura en la que el individuo se constituye como sujeto; pero este sujeto es también un generador de sentidos -como veremos más adelante- dentro el medio cultural en el que está inmerso, es simultáneamente constituyente y constituido.

La subjetividad, aunque social por naturaleza, no se puede cosificar en sistemas externos a ella que participan en su desarrollo, como lo biológico y lo social… ella representa un sistema abierto, constitutivo de un sujeto, quien a través de su acción es también constituyente del desarrollo subjetivo. (2) La subjetividad entonces, resulta de la integración de lo social y lo individual, pero no se funde con ésta en una relación de identidad, lo que claramente conduciría a una comprensión reduccionista de esta relación. Lo social y lo cultural alcanzan su dimensión histórica en el sujeto individual, es en estos niveles donde se origina y desarrolla la constitución de lo subjetivo. Pero lo social y cultural no aparecen como elementos determinantes de la psique son más bien los lugares donde cada acción o experiencia social adquiere sentido para el individuo, no por lo que esos sucesos son en sí, sino por su integración en términos subjetivos en el sujeto que la experimenta.

González Fernando (3) menciona dos concepciones de la subjetividad, que no son dicotómicas, todo lo contrario expresan dos momentos de una unidad. La primera es la subjetividad social, relacionada a los espacios sociales en donde el individuo desarrolla su conducta y accionar en general, pero valorados como sistemas subjetivos, los cuales implican sentidos y procesos simbólicos gracias al comportamiento del sujeto en los mismos. La segunda es la subjetividad individual y se asocia a la personalidad que es dinámica y en permanente constitución. A través de la categoría del sentido, como se indicó anteriormente, el sujeto es su generador, aspecto que no puede ser visto como emoción o significado de forma abstracta y aislada, sino como la comprensión objetiva de la realidad desde lo individual. El sujeto y el contexto cultural, implican una organización que define las formas concretas de experiencia dentro de los espacios simbólicos de la cultura, a dicho proceso, González Fernando lo denomina configuración subjetiva. Esta está estrechamente relacionada con la historia individual y toda función psicológica se encuentra inmersa en ella, es así que lo existente adquiere sentido individual y social pues la realidad esta organizada de tal manera que predisponen al sujeto hacia determinados actos y sucesos, de esa manera se comprende y se vivencia objetivamente la realidad por los individuos que la componen.

Las convenciones sociales son los pilares de la asignación de sentido, éstas preceden al individuo, lo forman desde el nacimiento, organizan su vida, sus valores, su sentir, pensar y actuar. Respecto al universo simbólico de acuerdo a Raquel Gutiérrez Aguilar, viene a ser el espacio de la asignación de sentido a cualquier objeto, suceso o acto propio, actúa de manera continua en la experiencia individual no se puede concebir una actividad social sin representación simbólica, cada cultura forja su propio universo simbólico, por lo tanto es distinto una de otra. El universo simbólico no es algo exterior a nosotros, sino que somos gestados y paridos, criados y educados dentro de un entramado de sentido que nos conforma como lo que somos. (3)

Parece entonces contradictorio sostener que cada sujeto presente un carácter único e irrepetible. Cabe indicar que para conocer algún sujeto particular, se debe recurrir al análisis de como éste se enfrenta al conjunto de sentidos producidos socialmente, así como a la comprensión de como él mismo produce los sentidos que le permiten integrarse a ellos. El universo simbólico organiza nuestra percepción-comprensión de determinados sucesos y también de lo que deben ser un hombre y una mujer, se funda en convenciones socialmente aceptadas, pero este universo no es el reflejo de la realidad, sino, son criterios ordenadores y valorativos hegemónicos para aprehender la realidad de una determinada manera dentro de una cultura establecida.


¿Qué es entonces la masculinidad?

La masculinidad se sostiene en ideales e imperativos como el dominio, control, agresividad y potencia sexual, aunque como sostiene el psicoanálisis desde el nacimiento existe tendencia a la feminización o pasivización en los varones por la predominancia materna, donde las identificaciones primarias juegan un papel importante. Psicoanalíticamente se entiende que para ambos sexos la identificación primaria (etapa en la que la distinción entre «yo» y «tú» carece de sentido) es de carácter femenino, y que en el caso de los varones se ven forzados al distanciamiento de su madre.

En un primer momento la madre va a cumplir una función fundamental en el desarrollo psíquico del infante, es decir que esa dependencia del hijo hacia la madre cumple las necesidades básicas de sobrevivencia como la alimentación y el afecto, luego el individuo debe pasar por el proceso de la dependencia a la independencia, ya que el niño tiene que enfrentarse al mundo y a todas sus complejidades y de esta manera comenzar a identificarse con la cultura en la que esta inmerso. Posteriormente, la identificación secundaria, que es un proceso de identificar con la otra figura parental (padre) la identidad separada que ha sido ya descubierta se instituirá por la introyección fantasmática del pene paterno, es decir, por la incorporación de un objeto culturalmente privilegiado desde la instauración del patriarcado. El proceso de identificación es inconsciente, pero también tiene componentes preconscientes, en este proceso el sujeto modifica sus patrones de conducta de forma tal que se siente semejante al padre, que se confunde con él mediante la identificación.

Mediante la identificación, el sujeto representa como propias una o más influencias regulatorias o características del objeto que se han hecho importantes para él, y continúa su vínculo con ese objeto. (5) Esta constitución paradójica de la sexualidad masculina, bajo el análisis antropológico, postulan a la masculinidad como una conquista que se adquiere y que requiere de un sostenimiento permanente, dado que el sujeto que no encaje con esos patrones puede sentirse desvalorizado socialmente. La masculinidad atraviesa un umbral crítico que toma, en muchas sociedades, la forma de pruebas no solo de constatación sino de adquisición del carácter viril, por lo tanto la masculinidad marca el camino del «ser hombre». Cotidianamente podemos ver y oír cómo se enseña a los hombres desde niños a no mostrar emociones, sentimientos o conductas de debilidad, no sólo se les enseña a reprimir sino sobre todo a despreciar todo aquello que lo acerque a lo femenino. Los varones a lo largo de su desarrollo bio-psico-social se ven compelidos a demostrar ser hombres de manera constante y periódica en oposición a lo femenino. Así, se comprende la masculinidad como un sentido de significados que van cambiando y reinterpretándose.

En tanto construcción cultural, dentro de un sistema capitalista y patriarcal estaría referida más a una posición de ejercicio de opresión respecto de las mujeres. La virilidad no es estática ni atemporal, es histórica; no es la manifestación de una esencia interior, es construida socialmente; no sube a la conciencia desde nuestros componentes biológicos; es creada en la cultura. La virilidad significa cosas diferentes en diferentes épocas para diferentes personas. (6)

La masculinidad, por lo tanto no está determinada biológica y/o psíquicamente, sino que es el resultado de prácticas y representaciones sociales que tienden a justificar la dominación del hombre. De esta forma, se puede definir la masculinidad como el conjunto de conductas, símbolos, ideas, valores y normas de comportamiento generadas en torno a la construcción diferenciada de varones y mujeres con consecuencias políticas, económicas, laborales y profesionales, consecuencias que siempre entrañan relaciones de poder en las que los hombres ocupan la posición dominante y privilegiada.

Referencias bibliográficas:

Montealegre, R. (1994). Vygostki y la concepción del lenguaje. Serie cuadernos de Trabajo,8. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Colombia.Bogotá .

González Rey, Fernando (1997) La subjetividad social y su expresión en la enseñanza. Temas psicol. vol.5 no.3 Ribeirão Preto dez.

González Rey, Fernando. (2005). El sujeto y la subjetividad: algunos de los dilemas actuales de su estudio. Brasilia: Universidad de Brasilia.

Gutiérrez Aguilar, Raquel. (1999)Desandar el laberinto, Muela del Diablo Editores, La Paz.

Schafer, R. (1968) Aspectos de la identificación, Nueva York, Univ. Press

Michael. (1995) La política de la virilidad. Filadelfia: la Temple University Press.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.