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Un texto inédito rescatado 45 años después

Una carta solidaria para Cuba

Fuentes: Rebelión

Introducción de Salvador López Arnal

Es, propiamente hablando, un proyecto de Carta dirigida al «Sindicato de Trabajadores de la Educación y la Ciencia de la República Socialista de Cuba». Está fechada en Barcelona, en mayo de 1971. Tiempos nada fáciles para la revolución cubana, con discusiones, disidencias y descalificaciones globales por parte de sectores de la intelectualidad burguesa, descalificaciones interesadas que no anulaban otras perspectivas críticas muy alejadas. En la misma carta se apuntan observaciones sobre actuaciones recientes de la política cultural cubana.

No sé si este proyecto de carta solidaria llegó finalmente a enviarse y no sé (creo que no) si se introdujeron posteriormente rectificaciones o matices en la redacción.

Son cinco puntos. Algunos recogen reflexiones que siguen siendo de interés sobre los trabajadores intelectuales, sobre la división clasista del trabajo, y sobre los peligros del burocratismo.

La firman un colectivo de trabajadores intelectuales barceloneses y también amigos suyos de otras ciudades españolas (no del Estado español).

***

Queridos compañeros:

(1) Firmamos esta carta trabajadores intelectuales de la educación y de la industria editorial, obreros de las industrias metalúrgicas, química, textil y de la construcción, trabajadores empleados en varios servicios y estudiantes de las distintas facultades y escuelas de la Universidad de Barcelona, junto con algunos compañeros de otras ciudades españolas.

(2) La República Socialista de Cuba, la primera y difícil brecha abierta en el sistema imperialista en el hemisferio americano, ha sido recientemente acusada de oscurantismo por un grupo de intelectuales de tipo tradicional, europeos o americanos instalados en la Europa capitalista. Nosotros afirmamos que en la segunda mitad del siglo XX es una forma de oscurantismo en la organización de la cultura el mantenerse en el estatuto social de titulares de la cultura superior burguesa que el primer ministro del gobierno revolucionario cubano ha comparado acertadamente con el de los hechiceros arcaicos. Ese estatuto está hoy reconstruido de un modo esencialmente capitalista: a través de la propiedad privada sobre la producción cultural y sus medios -estatuto relativamente reciente, no a partir de 1830, una vez firmemente consolidado el estado burgués moderno-, la casta de los literatos tradicionales se alimenta de una renta parasitaria mediada por los beneficios de los editores capitalistas. El producto cultural es propiamente obra colectiva. Mientras estos letratenientes no comprendan y abandonen el oscurantismo que es la existencia de su casta, no serán capaces de colaborar realmente en el esfuerzo que también los demás intelectuales -los trabajadores intelectuales en la producción y los servicios necesarios, los intelectuales no parasitarios- han de realizar para que se termine su propio privilegio en la división social clasista del trabajo mediante la abolición de esta misma.

(3) Los letratenientes no pueden ser considerados parte integrante de una cultura socialista. Pues, como acertadamente decís en la declaración de vuestro congreso, «la cultura de una sociedad colectivista es un actividad de las masas, no el monopolio de una élite, el adorno de unos pocos escogidos o la patente de corso de los desarraigados».

(4) Nosotros nos adherimos a la línea de política cultural que ha fijado vuestro primer congreso, LA LÍNEA DE MASAS EN LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA y os deseamos que su aplicación os evite en la mayor medida posible los riesgos de burocratismo presentes en las instituciones del período revolucionario de transición. Creemos que la política educativa, científica y cultural formulada por vuestro Congreso es adecuada para luchar contra el oscurantismo en Cuba y abrir el camino a una sociedad sin clases.

(5) La urgencia de esta toma de posición nuestra nos impide por el momento examinar críticamente algunos puntos de vuestro programa y algunas recientes actuaciones de la política cultural cubana de la que algunos disentimos y que a todos nos interesa discutir. En todo caso, esa discusión no se hará desde la prensa fascista ni capitalista en general. Pero lo esencial para nosotros es repetir con vuestra declaración: «Rechazamos las pretensiones de la mafia de intelectuales burgueses pseudoizquierdistas de convertirse en la conciencia crítica de la sociedad. La conciencia crítica de la sociedad es el pueblo mismo, y, en primer término, la clase obrera, preparada por su experiencia histórica y por la ideología revolucionaria para comprender y juzgar con más lucidez que ningún otro sector social los actos de la revolución».

Recibid nuestro saludo y nuestra solidaridad.