Pocas personas notaron que a las 3:00 de la madrugada, del 21 de mayo de 2002, se quedaron a oscuras los barrios 20 de Julio, El Salado, Las Independencias y Nuevos Conquistadores, de la Comuna 13 de Medellín, cuando tanques del Ejército Nacional destruyeron un transformador de energía para dar comienzo a la Operación Mariscal, […]
Pocas personas notaron que a las 3:00 de la madrugada, del 21 de mayo de 2002, se quedaron a oscuras los barrios 20 de Julio, El Salado, Las Independencias y Nuevos Conquistadores, de la Comuna 13 de Medellín, cuando tanques del Ejército Nacional destruyeron un transformador de energía para dar comienzo a la Operación Mariscal, la tercera de las seis que se desarrollarían a lo largo del año con el propósito de exterminar a las organizaciones insurgentes que operaban en la zona.
Durante doce horas y media mil efectivos de la Policía, el Ejército, el DAS, el CTI, la Fuerza Aérea Colombiana, la Fiscalía y la Procuraduría arremetieron contra la población con ametralladoras M60, fusiles y helicópteros artillados.
Sus disparos, aparentemente dirigidos contra integrantes de las FARC-EP, el ELN y los Comandos Armados del Pueblo (CAP), terminaron perforando muros, techos, ventanas, dejando nueve personas muertas, entre ellos varios niños, y 38 más heridas.
Venciendo el miedo, antes del medio día algunas personas salieron espontáneamente a la calle, elevando sábanas blancas como símbolo de protección para pedir que les permitieran llevar a los heridos al centro de salud más cercano. Cualquier petición o exigencia fue respondida con el silbido de las balas, cualquier reclamo fue asumido como palabras de guerrilleros. La comunidad toda fue estigmatizada.
Sin orden judicial alguna, miembros de la Fuerza Pública entraron a las casas, las registraron, hurtaron enceres y alimentos, y finalmente detuvieron arbitrariamente a 55 personas.
Tras diez años, sólo se ha logrado la destitución por cinco años del entonces Comandante de la Policía Metropolitana, Brigadier General José Leonardo Gallego, y la condena a la Nación por la muerte de Martha Janeth Correa y de Yiseth Adriana Tascón Olarte, quien apenas tenía 11 años cuando una bala de fusil le quitó la vida.
El Ministerio Público calificó como desproporcionados los «disparos de ráfagas indiscriminadas que hacían blanco en las humildes viviendas del vasto sector habitado por 4.000 personas, dando al traste con la vida de dos amas de casa y cuatro niños, quienes por lo endebles de los materiales de construcción de sus hogares, no pudieron protegerse de los disparos cruzados, amén de otras personas, que murieron en las puertas de sus casas cuando trataban de auxiliar a los heridos».
La impunidad continúa campante por la Comuna 13, mientras sus habitantes se reúnen alrededor de la vida y la memoria, mientras se organizan los jóvenes, las madres, las víctimas.
Hoy se puede asegurar que se sigue en la lucha Y de que seguimos aunque la ayuda no sea mucha Y que se escuchan mucho más gritos de esperanza Que mantenemos fuertes unidos como una alianza Se reconstruye la fe, poco a poco se avanza Formando organizaciones que nos devuelven la confianza Ante una guerra que arrasa Soy comuna 13, mi barrio, mi tierra, mi gente, mi casa. Soy Comuna 13, Klan 2ble H 13
Fuente: http://www.colectivodeabogados.org/Una-decada-de-impunidad-tras-la