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Reseña de "Antonio Llidó, un sacerdote revolucionario", de Mario Amorós

Una destacada contribución a la historia de Chile

Fuentes: Pasajes de Pensamiento Contemporáneo

Antonio Llidó, un sacerdote revolucionario. Publicaciones de la Universidad de Valencia. Valencia, 2007. 360 págs. http://puv.uv.es/product_info.php?products_id=22987&osCsid=6fbebd9d16bbc0c7ce14a68412bc28ca Con esta nueva publicación, el historiador alicantino Mario Amorós presenta una síntesis de su tesis doctoral, consagrada a Antonio Llidó, sacerdote valenciano desaparecido durante la dictadura chilena. Amorós es especialista en la historia de este país y ha publicado […]

Antonio Llidó, un sacerdote revolucionario. Publicaciones de la Universidad de Valencia. Valencia, 2007. 360 págs. http://puv.uv.es/product_info.php?products_id=22987&osCsid=6fbebd9d16bbc0c7ce14a68412bc28ca

Con esta nueva publicación, el historiador alicantino Mario Amorós presenta una síntesis de su tesis doctoral, consagrada a Antonio Llidó, sacerdote valenciano desaparecido durante la dictadura chilena. Amorós es especialista en la historia de este país y ha publicado varios libros como Chile, la herida abierta o Después de la lluvia. Chile, la memoria herida [1] . En su trabajo más reciente, el autor reafirma su voluntad de contribuir a escribir la historia «de los de abajo». En efecto, recupera y analiza el compromiso de Llidó, el único cura detenido desaparecido durante la dictadura (caso por el que Augusto Pinochet fue desaforado en noviembre de 2006, pocas semanas antes de su muerte) y también nos explica cómo los habitantes de Quillota, ciudad próxima a Valparaíso, vivieron el periodo de la Unidad Popular (1970-1973)[2]. Así, esta investigación se inscribe plenamente dentro de la renovación historiográfica surgida en Chile en los años 80 y conocida como la «Nueva historia social chilena».

El gran interés de este libro, a diferencia de la mayor parte de las investigaciones que se inspiran en dicha corriente, es que examina un periodo de la «historia presente» y de forma precisa la época de la «vía chilena al socialismo» durante el gobierno del Presidente Salvador Allende. Al señalar, después del historiador estadunidense Peter Winn[3], la necesidad de combinar fuentes orales y archivos para entender mejor la riqueza de estos mil días de «revolución desde abajo» que estremecieron a Chile y a toda America Latina, Amorós subraya con razón: «En comparación con los miles de libros y documentos publicados sobre este periodo, consideramos que existe un vacío historiográfico y, por tanto, un amplísimo campo de trabajo, ya que la historia desde abajo, potenciada por las fuentes orales y los testimonios, puede iluminar nuevos y fértiles senderos de investigación sobre aquellos convulsos años. Por estos motivos elegimos esta perspectiva de análisis y consideramos que la investigación y análisis de la vida y el compromiso de Antonio Llidó en Chile puede ser una aportación original para el conocimiento de este periodo histórico».

El autor utiliza todas las fuentes disponibles, notablemente las hermosas cartas que Antonio envió a sus amigos y a su familia (su hermana Pepa es la autora de la presentación del libro), que nos permiten seguir la actualidad de Quillota y la evolución del sacerdote día a día. También entrevistó a los supervivientes de aquellos años trágicos, como Jorge Donoso, el compañero más próximo de Antonio en su militancia política y en la clandestinidad, pero desgraciadamente no pudo tener acceso a los archivos eclesiásticos de Madrid y Valencia.

Nacido en 1936 en una familia modesta de Xàbia (Alicante), Antonio Llidó se convirtió en sacerdote después de obtener su título de maestro. Desde sus inicios como sacerdote en dos aldeas de la sierra alicantina (Quatretondeta y Balones), trabajó por y para los más pobres, ayudando a numerosos jóvenes a completar su formación y poder ingresar a la universidad. El 14 de diciembre de 1966 se produjo su primer momento de rebeldía política, al negarse a participar en un referéndum organizado por Franco. Este acto de insubordinación y en general su trabajo social y pedagógico con los jóvenes de estos pueblos fue castigado meses después por sus superiores eclesiásticos al ser obligado a realizar su servicio militar en el otro extremo del país, como capellán en el hospital de la marina de El Ferrol.

En 1969, después de ser sancionado también allí, decidió partir a América Latina por medio de la Organización de Cooperación Sacerdotal Hispano Americana. A su llegada a Chile se sintió impresionado por las desigualdades sociales y la amplitud del analfabetismo. Esta toma de conciencia fue compartida por otros sacerdotes, afines a los postulados de la Teología de la Liberación, y por una minoría de cristianos, hasta el punto de que en el Chile de 1969 algunos cristianos comprometidos con la transformación social abandonaron la Democracia Cristiana para crear el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), que participó en la fundación de la UP.

Antonio Llidó no permaneció impasible ante al sufrimiento del pueblo chileno, que comparó con el de Cristo. Apoyó desde temprano a Allende y su proyecto de transición institucional y legalista al socialismo, pero tuvo conciencia de los límites de la Unidad Popular y esto le empujó a ingresar en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)[4] en 1971, persuadido de que la lucha armada sería el pasaje obligado para construir el socialismo: «Nunca en la historia, los poderosos se han dejado quitar sus privilegios pacíficamente. Chile no será la excepción» (carta del 29 de febrero de 1972). Y el 23 de septiembre de 1972 confió a sus amigos belgas: «El romanticismo revolucionario, el izquierdismo de salón, es la peor de las traiciones que puede cometerse contra el pueblo explotado. No son las buenas intenciones las que van a resolver el problema: es la fuerza que pueda oponerse a la fuerza, es la violencia revolucionaria que se enfrentará a la vieja violencia reaccionaria». Este compromiso político (se convirtió pronto en dirigente regional del MIR) y social (fue fundador de Cristianos por el Socialismo y como sacerdote obrero trabajó como profesor de francés en escuelas primeras de Quillota) fue duramente castigado por la jerarquía católica. El obispo de Valparaíso, Emilio Tagle, quien no logró convencerlo de que regresara a España, lo suspendió de sus funciones como sacerdote en la diócesis el 27 de abril de 1972, a pesar de múltiples peticiones en contra de esta decisión.

Durante los tres años de gobierno de Salvador Allende, Antonio Llidó participó en las movilizaciones populares por la reforma agraria, por la nacionalización de las industrias más importantes de Quillota (la textil Rayón Said y la conservera Centauro), en las tareas de pedagogía popular, en colonias de verano para los niños más pobres de la zona. El autor evoca las divergencias entre los miristas, activamente favorables a las «tomas», y los sectores moderados de la UP, como los militantes comunistas, que alertaban contra estas iniciativas que, según ellos, asustaban a la burguesía y debilitaban un poco más a un Gobierno asediado por la oposición y el imperialismo.

El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 los sorprendió a todos, tanto en Quillota como a lo largo del país. A pesar de sus presentimientos y de su discurso político, los militantes del MIR estaban totalmente desarmados y sin capacidad real de resistencia: uno de los compañeros de Antonio, Luis Costa, confiesa al autor que los explosivos confeccionados artesanalmente nunca funcionaron. Antonio pasó a la clandestinidad el mismo 11 de septiembre y, si bien fue intensamente buscado por los militares, logró escapar hasta que el 1 de octubre de 1974 fue secuestrado por agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional en Santiago. Para este periodo, el autor nos aporta información hasta ahora desconocida: los bandos militares que exigieron a Llidó que se entregara, los testimonios conmovedores de sus compañeros en la clandestinidad que nos revelan la firmeza de su decisión de permanecer en Chile en aquellas difíciles circunstancias y un documento importante para la historia del MIR hasta ahora inédito («Acerca de la derrota en Chile»), reproducido íntegro en los anexos del libro.

El final de Antonio Llidó (fue sacado de un centro de detención secreto -Cuatro Álamos- a un destino desconocido alrededor del 25 de octubre) se asemeja a un largo martirio: su cuerpo horrorosamente torturado aún no ha sido encontrado. Sin embargo, sus compañeros de detención que han sobrevivido testimonian de su fuerza moral y de su preocupación permanente hacia los otros hasta su muerte.

A pesar del riesgo de empatía, el autor evita gracias a su rigor como historiador la hagiografía y entrega un interesante y original análisis de la historia de la Unidad Popular a través del singular compromiso de un militante cristiano y revolucionario internacionalista. Más allá del relato de la vida de Llidó, este libro nos permite descubrir cómo una ciudad mediana de provincias, Quillota, vivió aquellos años de lucha, esperanza y represión en Chile.

Sin duda alguna, como subraya Mario Amorós, «la lucha de Antonio Llidó y del MIR por la construcción del socialismo durante los mil días de la UP, con sus aciertos y sus errores, contribuyeron al desarrollo de un proceso revolucionario inolvidable, y durante el primer año de la dictadura al intento de forjar el Movimiento de Resistencia Popular». Como lo reivindica su autor, esta investigación va más allá del necesario deber de memoria y de la labor del historiador, también nos permite rescatar una propuesta de vida y valores nobles para construir otro mundo posible.

Jean-Paul Salles es profesor de la Universidad de La Rochelle y Franck Gaudichaud es profesor de la Universidad de Grenoble y miembro del colectivo de Rebelión (http://www.rebelion.org/autores.php?id=59).


[1] Ambos disponibles en www.rebelion.org

[2] La Unidad Popular (UP) fue una coalición de partidos políticos de izquierda que llevó a la Presidencia de la República a Salvador Allende. Se formó en diciembre de 1969 con motivo de las elecciones presidenciales de 1970, en reemplazo del Frente de Acción Popular, estuvo conformada en torno a dos partidos obreros marxistas, el Partido Socialista y el Partido Comunista, y tuvo el apoyo de la Central Única de Trabajadores.

[3] Ver Winn, Peter: Tejedores de la revolución. Santiago de Chile: LOM Ediciones, 2004. Consultar también: Del Pozo, José: Rebeldes, reformistas y revolucionarios. Una historia oral de la izquierda chilena en la época de la Unidad Popular. Santiago de Chile: Documentas, 1992. Y Gaudichaud, Franck: Cordones industriales y poder popular. Testimonios sobre el movimiento popular urbano. 1970-1973. Santiago de Chile: LOM Ediciones, 2004.

[4] Nacido en 1965, el MIR se opuso a la teoría de la «vía pacífica» al socialismo defendida por el Partido Comunista y proclamó la necesidad de la «guerra popular prolongada». Pequeña organización revolucionaria, intentó apoyar el proceso de transformación social durante la UP, al mismo tiempo que criticó las contradicciones de la izquierda gubernamental y específicamente las de los sectores a los que calificó como «reformistas».