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Una deuda providencial

Fuentes: Le Monde Diplomatique

Gracias a las abundantes inyecciones de dinero público, los bancos han recuperado el color y están emergiendo de la crisis financiera más obesos y más potentes que antes. Y por lo tanto más capaces de tomar de «rehenes» a los Estados durante alguna tempestad venidera. Es además el momento que los gobiernos occidentales y los […]

Gracias a las abundantes inyecciones de dinero público, los bancos han recuperado el color y están emergiendo de la crisis financiera más obesos y más potentes que antes. Y por lo tanto más capaces de tomar de «rehenes» a los Estados durante alguna tempestad venidera. Es además el momento que los gobiernos occidentales y los bancos centrales han elegido para volver a hacer sonar la alarma contra la deuda.

Astutamente puesta entre paréntesis cuando había que desembolsar cantidades que superaban el endeudamiento para salvar a Goldman Sachs, al Deutsche Bank o al BNP Paribas, el espectro de la quiebra volvió a resurgir con el objeto, esta vez, de apresurar la invasión de las lógicas de rentabilidad comercial en actividades que se hallaban protegidas (se puede ler en «Cómo vender fragmentariamente el servicio público») Incrementado por el problema económicos, el peso del endeudamiento sirve una vez más de pretexto para el desmantelamiento de la protección social y de los servicios públicos. Hace un año, se predecía, la entrada en coma de los liberales y ahora encuentran en el anuncio reiterado de que «las cajas están vacías² el instrumento adecuado para su resurrección política.

Ellos no van a reducir la velocidad. La nueva coalición que gobierna en Berlín ha prometido 24 mil millones de euros suplementarios en reducción de impuestos, pese a que el déficit alemán estaría llegando el año próximo al 6,5% del Producto Bruto Interno (más de dos veces la tasa máxima autorizada por el pacto de estabilidad y de crecimiento de la UE). Los conservadores británicos se han comprometido a disminuír los impuestos sobre las empresas y en Francia , después de electo Nicolas Sarkozy, la derecha ha suprimido el impuesto a las horas extra, erigido un «escudo fiscal» sobre las rentas del capital, reducido los derechos de sucesión y decidido eliminar el impuesto sobre los rendimientos del trabajo pagado por las empresas,

 Antes los conservadores se mostraban preocupados por el equilibrio contable al punto de aceptar la suba de los impuestos. Desde hace alrededor de treinta años por el contrario, los déficit públicos son su creación consciente, con el objeto de paralizar las veleidades intervencionistas de la comunidad. Una práctica laxa que amputa los ingresos, magnificada por un discurso catastrófico que permite contener los gastos del estado-providencia. ³Regan demostró que los déficits no importan² recordó en 2002 el vicepresidente usameriano Richard Cheney a su ministro de finanzas que se preocupaba por una nueva disminución de los impuestos directos. El señor Cheney entendía aí que los déficit no perjudican forzosamente al que lo decide, ya que Ronald Reagan fue ampliaente reelegido en 1984 luego de haberlos triplicado durante su primer mandato. Pero la contracción monetaria pesa mucho sobre los sucesores, sobre todo cuando se supone que serán pródigos por la sola razón que no son de la derecha. De modo que para poder obtener la más pequeña chance para lograr introducir su reforma del sistema de salud, Barak Obama a debido comprometerse primero a no agregar ni un centavo a la deuda pública. ¿Cuándo se le pone tales condiciones a las aventuras militares?

Dividiendo por tres el monto del IVA de los cafés y de los restaurantes, el gobierno francés ha sacrificaco recientemente la cantidad de 2,4 mil millones euros de ingresos. Algunas semanas más tarde pretextando ³equidad² ha recuperado 150 millones aplicando impuestos a las indemnizaciones destinadas a los trabajadores víctimas de accidentes de trabajo. Aunque muestre excelente disposición en el tema todavía le falta recorrer bastante camino para igualar a Reagan. Porque el viejo presidente hizo mucho menores los impuestos para los más ricos porque había que reducir los déficit (que él acababa de provocar) y pidió a los comedores escolares que contabilizaran el kétchup como una legumbre, cuando evaluaran la calidad nutricional de los almuerzos que servían a los alumnos.

Fue en California, el estado del que fue gobernador, donde en 1978 comenzó la contra revolución fiscal que recorrió inmediatamente todo el mundo. Allí, las cajas están actualmente vacías (con un déficit crónico, desde hace una década, de 26 mil millones de dólares). El último 19 de noviembre la Universidad pública ha aumentado sus derechos de inscripción en un 32%. Anteriormente había suprimido 2 mil empleos.

Traducción Susana Merino

Fuente: http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?boletim=1〈=ES&cod=43667