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Una evaluación de la gestión de la pandemia en Madrid a la luz de la filosofía de la ciencia

Fuentes: The Conversation

El avance de la covid-19 en España se ha caracterizado por sucesivas olas de contagios, seguidas por debates sobre su gestión con escasa argumentación científica.

Unos debates movidos por la fuerza de las emociones, en los que han prevalecido los discursos sostenidos por intereses económicos, pero carentes de conocimientos y proposiciones apoyadas sobre la ciencia y la historia.

De esto nos hicimos eco tras el final de la segunda ola y mientras nos acercábamos a la celebración de unas navidades dirimiendo cuál era el objeto de salvación, la salud o la economía.

Han trascurrido seis meses de aquella segunda ola, con cambios en la gestión de la pandemia: un estado de alarma en cogobernanza entre el gobierno central y las comunidades autónomas. De nuevo sumidos en incertidumbres y contradicciones, agravadas por la convocatoria de dos procesos electorales en las comunidades más importantes en términos económicos y sociopolíticos, Cataluña y Comunidad de Madrid.

La evaluación de la gestión de la pandemia

Pensamos que es momento de volver a reflexionar sobre la gestión de la pandemia. De hacerlo con carácter divulgativo. De forma darwiniana, con una aproximación interdisciplinar, combinación de análisis semántico y la perspectiva de filosofía de la ciencia, con énfasis en la evolución y las éticas.

El Gobierno central ha gestionado con aciertos en ciertas decisiones valientes y en la búsqueda de soluciones innovadoras apoyadas en la concertación europea. Pero ha cometido errores derivados de las incertidumbres y la debilidad de las instituciones encargadas de la gestión sanitaria (salud pública).

Tampoco ha habido acierto en las políticas de comunicación. Con una pérdida de protagonismo del portavoz Fernando Simón, desgastado por las dificultades de conciliar el dilema de la ética weberiana: convicción política y responsabilidad científica.

Las Comunidades Autónomas y la cogobernanza. A partir de la asunción de la gestión compartida, se ha puesto de manifiesto la complejidad de la tarea de gestionar y comunicar estas cuestiones tan nuevas y tan necesitadas de unir conocimientos y éticas (buena y eficiente gestión y comunicación veraz y transparente).

Las diferencias han sido notables y en parte lógicas, a consecuencia de las diferencias económicas y sociales entre las 17 regiones y de las estrategias de quienes las presiden. Hasta el punto de trascender la adscripción política a la que pertenecen dichos dirigentes.

Por ejemplo, la gestión política, respecto al Gobierno central, de Cataluña y Madrid, han mostrado más semejanzas que la de Madrid respecto a comunidades gobernadas por el mismo partido.

En el caso de Cataluña y Euskadi, ambas bajo el gobierno de partidos nacionalistas, han mostrado diferencias en las relaciones con el gobierno central, mientras que han presentado homogeneidades en relación a la evolución de las olas de la pandemia, quizás debido a las semejanzas socioeconómicas y culturales.

El caso de Madrid

Escogemos este caso por su relevancia y protagonismo en la gestión de la pandemia, ya que se ha erigido en el centro de enfrentamiento con el Gobierno central sobre las estrategias para afrontar la lucha contra la covid-19.

Principios que han guiado la gestión de Madrid

La gestión política sanitaria de la Comunidad de Madrid ha descansado en dos pilares:

  1. Desconfianza total en la actuación del Gobierno central, aunque fuera resultado de acuerdos del proceso de cogobernanza;
  2. Invocación a la libertad para marcar una distancia de la política del Gobierno español considerada como autoritaria, promoviendo a Madrid como paraíso de la libertad ilimitada.

Algunos datos y argumentos ante esta estrategia

Madrid ha afrontado la gestión de la covid-19 con un sistema sanitario debilitado, debido a años de escaso interés por lo público y apuesta por la colaboración público-privado. El gasto sanitario por habitante en 2019 (1.340 €) fue de los más bajos de España (a pesar de haber crecido un 6,8 % entre 2018 y 2019) y por ende de Europa, y en los últimos años se ha mantenido entre los más reducidos. Además, presenta un gran desequilibrio entre la atención primaria (11,2 % de gasto, el menor entre todas las Comunidades Autónomas) y la hospitalaria (69,4 % de gasto, el mayor).

Su estrategia sanitaria se ha basado en la construcción de más hospitales, coordinación con la red privada y uso de hoteles como centros intermediarios (remunerados con dinero público), la elasticidad del personal, un remedo del milagro de los panes y los peces, y apostar por Unidades de Cuidados Respiratorios Intermedios para mitigar las Unidades de Cuidados Intensivos. Reconociendo como único error en su gestión haber creído y confiado en la actuación y respuesta del Gobierno central (acusación de mentir e ineficacia).

Puntualizaciones semánticas

Esta acusación y el segundo punto de la estrategia, la evocación a la libertad, nos llevan a ciertas puntualizaciones semánticas.

Conocemos que sobre la libertad existen dos versiones. La libertad positiva es aquella que se puede ejercer por el individuo al contar con el necesario entendimiento de sí mismo y capacidad para ejercerla (seria la práctica del conócete a ti mismo y actúa según la ética weberiana de la convicción y la responsabilidad). Mientras que la libertad negativa es la que se permite a y se permiten los individuos para ejercer su voluntad porque nadie se lo impide (lo acercaríamos a un libertarianismo ludita o hedonismo).

Encontramos pertinente asimismo exponer las diferencias entre mentir y engañar, al igual que en su momento hicimos entre mentir, que asociábamos con la iniquidad, y rectificar, que conectábamos a las virtudes que se asocian con la práctica de la investigación científica. Para engañar es preciso mentir, pero la esencia es diferente. La mentira puede ser voluntaria o involuntaria; el engaño siempre implica voluntariedad.

Recogida y publicación de datos

Una buena gestión de la pandemia recae sobre la capacidad de analizar los datos disponibles, siendo necesario que estos sean de calidad (exactos y detallados) para poder enmarcarlos en los contextos particulares de las regiones.

Ilustraremos estas distinciones semánticas con algunos datos, que plantean dudas respecto a su atinencia a los principios que hemos discutido, pero, sobre todo, en nuestra opinión, hacen prácticamente imposible la estrategia del control de contagios de modo fehaciente.

Los datos de contagios notificados (ver siguiente gráfico) muestran una línea con dientes de sierra distribuidos uniformemente, con descensos notables que se corresponden con los casos notificados los fines de semana. Estos valles no ocultan las tendencias, por lo que no impiden apreciar las sucesivas olas.

Sin embargo, aparte del hecho de que los días de descanso pueden plantear dificultades para la recogida y comunicación de los datos, plantean dudas para la reflexión y el análisis sobre posibles estrategias comunicativas con respecto a los datos y el eventual efecto de las pautas sociales durante los fines de semana.

El desfase que se produce en la comunicación de los datos también dificulta su correcto análisis y su uso para una adecuada planificación y gestión de la lucha contra la pandemia.

El siguiente gráfico muestra cómo, tras la notificación del número de contagios de un día concreto, este dato se va actualizando (aumentando) de manera progresiva a lo largo de los días e incluso semanas sucesivas.

Retrasar el conocimiento de las cifras reales imposibilita el análisis comparativo en las informaciones diarias y dificulta cualquier intento de un seguimiento científico de los datos de la pandemia para una gestión eficaz de la misma.

El gráfico muestra un ejemplo de cómo, tras la notificación inicial del número de contagios diarios (el punto inferior de cada columna de puntos), la cifra se va acrecentando en los días sucesivos. Por ejemplo, los casos del día 5 de abril (notificados inicialmente el día 6 con la cifra de 1931), se elevan a 2532 (un 31% más) en su actualización en el informe del día 23.

Corolario: apuesta por un futuro ético

El concepto de trilema, el trilema de la política, como hibridación entre biología y ciencias cognitivas, se abre como instrumento útil para el debate que en este texto se plantea respecto al problema de la gestión de la pandemia en Madrid.

Pero asimismo queremos finalizar invocando el valor del análisis comparado en el desarrollo de la ciencia biológica. Por ello nos atrevemos a reclamar ejercicios de evaluación sobre la gobernanza en el mundo.

Ejercicio a explorar, para comparar, si queremos un mundo que descanse en el debate democrático sobre cimientos éticos en la evaluación de políticas.

Fuente: https://theconversation.com/una-evaluacion-de-la-gestion-de-la-pandemia-en-madrid-a-la-luz-de-la-filosofia-de-la-ciencia-160062