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«Una, grande y libre»

Fuentes: Rebelión

Lo recuerdan, ¿no? Quizá convenga contar a los más jóvenes que ese era el lema con el que el fascismo de Franco definía a la patria, por el que «dieron» su vida algunos miles de soldados rebeldes, y también por el que fueron asesinados cientos de miles de defensores de la legalidad republicana, y que […]

Lo recuerdan, ¿no? Quizá convenga contar a los más jóvenes que ese era el lema con el que el fascismo de Franco definía a la patria, por el que «dieron» su vida algunos miles de soldados rebeldes, y también por el que fueron asesinados cientos de miles de defensores de la legalidad republicana, y que privó de libertad a millones de españoles. Esa era la consigna de su nacionalismo.

¿Era? ¿O sigue siendo?

El martes 26 de octubre pasado Rajoy, presidente del post franquista Partido Popular, pidió menos estado de las autonomías «que asegure la unidad del mercado». Y no estaba sólo, pues Botín, presidente del banco Santander que le acompañaba, se pronunció en la misma línea. Seguramente que no sorprenderá esta coincidencia, aunque siempre es de agradecer, ante la desinformación reinante, que las cosas se muestren con claridad.

Pero la larga sombra del franquismo sociológico que nos inyectaron en vena a sangre y fuego durante los 40 larguísimos años de dictadura, todavía muestra graves efectos secundarios en el conjunto de la sociedad, y, sobre todo, en el espectro político.

El surgimiento del partido UPyD de Rosa Díez (como antes Ciudadanos en Cataluña) sabemos que tiene mucho que ver con esta rancia concepción del nacionalismo español, al que se quiere dar una fachada progresista. De ahí el apoyo que recibe de medios de comunicación, algunos supuestamente progresistas y otros situados en la extrema derecha.

Pero no acaba aquí la larga sombra. El día anterior al discurso de Rajoy, destacados dirigentes socialistas (su secretario general Zapatero, el nuevo secretario de organización Iglesias, y el mismísimo presidente del Congreso Bono) se declaraban «aliviados» y entusiasmados por el anuncio realizado por su compañero de partido Montilla, presidente de la Generalitat, de no repetir la fórmula del tripartito catalán.

Estas declaraciones muestran, también a las claras, el derechismo de los dirigentes del PSOE que les sale por sus cuatro costados. Les molesta profundamente gobernar con partidos situados a su izquierda, pero que tienen voz propia en asuntos de estado, y no siempre se comportan como muletilla dócil y subordinada.

En cambio parecen sentirse cómodos con un gobierno en Euskadi sostenido por el Partido Popular del que declaran ser enemigos. Y tampoco sienten sonrojo por mantener los socialistas un gobierno de derechas (UPN) en Navarra, frente a otras fórmulas más a la izquierda que su parlamento permitiría.

Cuando Anguita criticaba a los socialistas le acusaron de «hacer la pinza» con el PP, porque a veces coincidían en la oposición al gobierno, aunque por muy diferentes razones. ¿Cuántas veces coinciden, en aspectos sustanciales de la política económica y de estado, los supuestos partidos enfrentados PP y PSOE? ¿Es eso también una pinza, o es que están en el proceso de fusión hacia el PPOE (como alguien ha nombrado con acierto)?

Y puestos a recordar, no olvidemos tampoco lo que decía la traidora y flamante nueva ministra Rosa Aguilar cuando era alcaldesa de Córdoba, que Madrazo le hacía perder votos por gobernar con partidos vascos, pero no porque fueran de derechas (no más que el PSOE, dicho sea de paso), sino por su concepción diferente de la organización del Estado.

Necesitamos una profunda cura de desintoxicación de esta droga franquista que fue suministrada de manera sistemática a la sociedad española, porque hay síntomas evidentes de recaída. Y la naturaleza de este droga requiere que el tratamiento se realice en la calle, en una terapia comunitaria y alejada de la soledad televisiva.

Que los partidos se derechicen no es lo grave; lo grave es que la sociedad y sus electores les acompañen y no les exijan cuentas. Salgamos a la calle.

Pedro Casas es activista vecinal

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.