Las elecciones en la Central Unitaria de Trabajadores han abierto paso a la evaluación y reflexiones. La presidencia de la CUT, que ocupó durante doce años el socialista Arturo Martínez, será ejercida ahora por la dirigenta del Colegio de Profesores y del Partido Comunista, Bárbara Figueroa Sandoval (33 años), que asumirá una tarea de gran […]
Las elecciones en la Central Unitaria de Trabajadores han abierto paso a la evaluación y reflexiones. La presidencia de la CUT, que ocupó durante doce años el socialista Arturo Martínez, será ejercida ahora por la dirigenta del Colegio de Profesores y del Partido Comunista, Bárbara Figueroa Sandoval (33 años), que asumirá una tarea de gran responsabilidad por el desgaste y los problemas que afronta la Central.
Profesora de filosofía, formada en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, y primera mujer que ocupa la presidencia de la CUT, Bárbara Figueroa deberá hacer frente a tareas complejas, como lograr la unidad, el fortalecimiento y mayor participación de los trabajadores en la CUT. Las críticas respecto del inmovilismo, la falta de democracia interna y la escasa representatividad, también deberán ser objeto de la nueva dirección. Bárbara Figueroa desde ya anuncia una conducción diferente y una etapa de cambios.
¿Qué significado asigna a su elección como presidenta de la CUT?
«Constituye una gran responsabilidad, por el alto nivel de expectativas que se han cifrado para que haya cambios en la gestión de la Central y que es necesario cumplir. Como primera mujer presidenta de la CUT es justo que se reconozca el valor y el rol de la mujer en las tareas del sindicalismo. Lo fundamental de este triunfo no sólo tiene que ver con una mujer a la cabeza. Nosotros planteamos poner primero la plataforma, la necesidad de despercudir los documentos que la Central había elaborado durante tantos años, y desde ahí ir levantando al movimiento sindical para que los trabajadores nuevamente sean un factor de acción e incidencia en el cuadro político nacional».
¿Cuáles son las tareas más importantes que debe abordar la CUT en esta nueva etapa?
«Hay dos líneas: una tiene que ver con las demandas de la coyuntura, es decir, con la vigilancia de lo que ha significado la agenda legislativa del gobierno en el ámbito laboral; y por otro lado, el énfasis en las demandas históricas de los trabajadores que, por lo demás, han sido consensuadas por todos los sectores en la CUT. Tienen que ver con un nuevo Código Laboral, derecho real a la negociación colectiva que abarque a todos los trabajadores, la sindicalización automática y fin del reemplazo de los trabajadores en huelga, porque eso nos quita todo poder de negociación. Estos son los elementos centrales de nuestro quehacer en el plano laboral».
CUT A LA OFENSIVA
¿Cuál será la característica de su gestión al frente de la CUT?
«Nosotros lo hemos planteado primero en torno a la organización. No sólo basta que la CUT salga fortalecida de este proceso electoral, que lo entendimos como una oportunidad. La cuenta que podemos sacar al final del día, pese a todo lo que se expresó previamente, es que tenemos una CUT con una conducción distinta. Serán los cambios y transformaciones que implementemos los que darán garantía de ello. Pero necesitamos una CUT fortalecida, crecer -hoy tenemos 700 mil afiliados y queremos llegar a un millón-; abrirnos más, mejor participación, más democracia interna. Desde ahí creo que podremos tener un movimiento sindical en mejores condiciones para enfrentar la movilización, entendida no sólo como el momento movilizador, convocar a paros, sino como el rol de alertar, de vigilar los proyectos que el Ejecutivo propone. Pero nosotros también debemos presentar y posicionar demandas. En ese sentido, diría que será una CUT a la ofensiva, que no se conforme con avanzar ‘en la medida de lo posible'».
Se ha criticado el inmovilismo, la falta de representatividad y de democracia interna, la burocratización de la CUT. ¿Cómo se pretende cambiar este diagnóstico?
«Creo que hay dos factores importantes. Uno, que efectivamente vamos a tener una conducción distinta que implementará cambios. Otro es un desafío muy importante, del que hay que hacerse cargo: hoy tenemos un potencial inimaginable para avanzar en lo que nos hemos propuesto, porque contamos con la esperanza de los trabajadores. En términos de cómo garantizar mayor democracia interna, la propia Central definió en su último congreso, el año pasado, avanzar en la territorialización. Implica no sólo apoyarnos en las estructuras intermedias, las CUT zonales y provinciales, sino también avanzar hacia las CUT comunales. Existe la impresión, dentro de lo que pudimos ver en el proceso de campaña, que hay distancia entre lo que percibe la dirigencia de base intermedia respecto de la CUT nacional. Ese es un tema que se resuelve con más democracia interna. Más participación y discusión colectiva en torno a las medidas que hay que asumir, como regularizar el pago de cuotas de las organizaciones. La CUT contará con los recursos que no sólo le permitan independencia y autonomía, sino también podrá apoyarse de manera más concreta en el trabajo de las CUT provinciales, zonales y las eventuales CUT comunales».
ARTURO MARTINEZ,
SECRETARIO GENERAL
Contabilizado el total de los votos en la elecciones de la CUT, la Lista B: «Con Unidad y Lucha; una CUT para un Chile justo», del Partido Comunista, encabezada por Bárbara Figueroa, obtuvo 348 mil 663 votos (44 por ciento). En segundo lugar, la Lista D, «Autonomía Sindical», socialistas e independientes, de Arturo Martínez, tuvo 330 mil 914 votos (42 por ciento). Enseguida la Lista A, «Alternativa Unitaria: una nueva CUT para un nuevo Chile», encabezada por Nolberto Díaz (Democracia Cristiana y sectores concertacionistas), alcanzó 103 mil 562 votos (13 por ciento) y la Lista C, «Trabajadores al Poder» con 6 mil 652 votos, lista pro MIR, liderada por Fabián Caballero, 1 por ciento.
Arturo Martínez logró la mayoría individual con 103 mil 530 votos; Bárbara Figueroa obtuvo 74 mil 422 votos.
De acuerdo con los resultados de esta elección, para el periodo 2012-2016, al PC le correspondieron siete cargos en el Comité Ejecutivo Nacional de la CUT. Al PS e independientes seis cargos, y a la DC y radicales dos. La distribución aprobada por unanimidad de los sesenta consejeros nacionales, permitió al PC ocupar la presidencia y las secretarías de organización, negociación colectiva y conflictos, empleo y sector campesino. El PS e independientes asumen la secretaría general (Arturo Martínez), tesorería, relaciones internacionales, comunicaciones, previsión social y condiciones de trabajo y seguridad. La DC ocupará la vicepresidencia y el Partido Radical tendrá la secretaría de deportes, cultura y recreación.
Respecto de los consejeros nacionales electos: el PC eligió 27; el PS e independientes 25; y la DC y PRSD 8. El PC alcanza un cargo más que el PS en el Comité Ejecutivo y dos más que los socialistas en el Consejo Nacional.
En relación con el proceso electoral, la Confederación de Funcionarios de la Salud Municipalizada (Confusam) demandó la anulación de los comicios. ¿Cuál es su visión sobre esto?
«Efectivamente. Ellos anunciaron antes y después de la elección que la impugnarían. Creo que la premisa que estuvo presente, explicitada por los dirigentes, era que una elección como ésta lo único que hacía era que siguieran a la cabeza de la CUT los mismos de siempre. Sin embargo, en la práctica se dio otra cosa. Los trabajadores hicieron una apuesta distinta. Yo diría que no es toda la Confusam la que hace estas observaciones. Hay muchos dirigentes intermedios que estuvieron molestos porque la Confusam había decidido no participar. Por lo tanto, la opinión de que aquí no se iban a producir cambios, no prosperó. Ahora, que ellos insistan en suponer que aquí nada se ha modificado, es un juicio estrecho respecto del sindicalismo. Son los temas que nos han tenido sumidos en un debate muy interno; que no nos permitieron avanzar. Creo que es valiosa y necesaria la crítica, pero también espero que los dirigentes superemos esa lógica y que de una vez por todas nos pongamos a trabajar con una agenda laboral. Los desafíos que Chile enfrenta hacen que los trabajadores podamos ser un motor muy importante para avanzar».
Usted asume la presidencia y Arturo Mar-tínez la secretaría general. ¿Eso significa mantener la alianza PC-PS?
«No, pero serán los hechos los que demostrarán lo contrario. A mí no me corresponde ponerme a la defensiva, pero también hay que hacer las cosas con criterio y justicia. Lo que marca cuáles son las representaciones no son los partidos, es la votación de los trabajadores y eso es lo que se debe salvaguardar. Por ejemplo, la votación dice que nosotros obtuvimos la primera mayoría, pero no que seamos la mayoría absoluta. Hay otras listas que también tienen una alta representatividad y si no nos hacemos cargo de eso faltaríamos a la democracia que queremos defender. Creo que el gran valor de la Central Unitaria y de las organizaciones sindicales en general es precisamente que pueden convivir en la diversidad y desde ahí construyen unidad; esto no significa ni continuismo ni mantener secuestrada a la CUT, sería subestimar a los trabajadores».
RELACION CUT-PARTIDOS
¿Cuál será la relación de la CUT con los partidos políticos: autonomía, independencia o seguir las líneas partidarias?
«Una, como militante de un partido, tiene legítimo derecho a compartir y promover su línea política. Por ejemplo, soy presidenta de la CUT y soy militante comunista, pertenezco al comité central e integro la comisión política del PC. Soy esto y comparto esa política. Donde no me pierdo, es en que mi rol militante es distinto de la orgánica sindical, donde debe resguardarse la independencia y autonomía de la organización. ¿Cuál es el gran pecado de la Concertación en veinte años de gobierno? Haber disminuido al movimiento sindical. Bajo el argumento de que no querían conflictos sociales, cooptaron al movimiento sindical y social. Efectivamente, no tuvieron muchos conflictos, pero el problema no es ése, el tema es de qué manera evitas el conflicto haciéndote cargo de las demandas y no cooptando a las organizaciones sindicales».
¿Pero ello no es también consecuencia del modelo económico que busca debilitar las organizaciones de trabajadores?
«Evidentemente. Si uno lo piensa, el gran escollo que tenemos los trabajadores pa-ra avanzar en mayor organización es precisamente el Código Laboral. Esto es una garantía para el modelo: un movimiento sindical atomizado, sin capacidad de lucha real, que no puede negociar, que reemplaza a los trabajadores cuando están en huelga. Por lo tanto, la huelga se transforma en un chiste y deja de ser un derecho básico. Insisto, eso es lo que el modelo hizo, pero los gobiernos de la Concertación plantearon en sus programas que se haría un nuevo Código Laboral. Sin embargo, no ocurrió porque las instancias que tenían que ser garantes de que ello se produjera, como los movimientos y las organizaciones, fueron cooptadas. Y eso es lo que nosotros debemos sacar como lección: nunca más un movimiento sindical amarrado a los criterios de los gobiernos».
Sindicatos críticos a la dirigencia de Martínez afirmaron que la CUT estaba secuestrada por el modelo neoliberal. ¿Qué responde en este sentido?
«Creo que efectivamente la CUT se permeó de ese discurso de avanzar ‘en la medida de lo posible’, de tratar de construir consensos, de transformar el diálogo en la herramienta fundamental. Creo que todas esas cosas pueden ocurrir. Está bien, tenemos que dialogar, -nadie dice que no lo vamos a hacer-. No podemos llevar al despeñadero a los trabajadores organizados, y por tanto tenemos que adoptar un criterio de realismo en las movilizaciones. Pero eso no puede significar que todo se agote ahí. Creo que ése era el problema: se convirtió en piso y techo. Y cuando esto ocurre, la capacidad de acción, de desarrollo y flexibilidad es muy estrecha. Finalmente se transforma en lo que ocurrió en estos años, en hitos movilizadores pero no en un estado constante de acción y lucha».