El pasado 20 de diciembre se cumplieron 9 años de la desaparición física de la Comandante Yesenia, luchadora inolvidable de la Serranía de San Lucas, que es donde muere la Cordillera Central porque se lo impide la unión de los ríos Magdalena y Cauca.
“No saben lo difícil que es avanzar en la vida teniendo que arrastrar tres grilletes, el de ser mujer, pobre y negra”, nos lo dijo Yesenia en tono de confidencia, en la navidad del año 2002, cuando acababa de cumplir 30 años y asistía a la Escuela de Cuadros del Ejército de Liberación Nacional, que se desarrolló en la vereda Las Nutrias de San Francisco, Antioquia.
La había conocido en 1992, cuando ella era responsable de una Comisión guerrillera encargada del Trabajo Político – Organizativo en los alrededores de Cerro Mujeres en Remedios, tarea que cumplía pese a estar en avanzado estado de embarazo; desde entonces me llamó la atención porque supe que llevaba 3 años incorporada al Frente María Cano (FMC) del ELN, después que el Cuarto Frente de las FARC le había quitado la vida injustamente a su joven esposo.
Caliche el jefe eleno que la incorporó debió conversar extensamente con ella para sacarla de su apatía hacia la lucha guerrillera, nacida tras el homicidio de su compañero; además debió motivarla para que brotara en ella la necesidad de luchar por los más pobres, los negros entre ellos.
En las primeras charlas que sostuve con ella me quedó claro que criticaba duramente el asesinato de su compañero, pero nunca le sentí resentimiento ni odio hacia las FARC, es más, logró desarrollar buenos niveles de amistad con los mandos farianos de esa región, entre ellos, Pastor Alape.
Éxodo
Fueron unos años muy convulsionados los que siguieron tras la disolución del llamado Campo Socialista en 1991, la desmovilización de una parte de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB), y los Diálogos de Paz fallidos entre el Gobierno de Gaviria (1990-1994) y la CGSB que se realizaron en Caracas y en México entre 1991 y 1992.
Más allá del área del Frente María Cano cubriendo todo el Nordeste de Antioquia y el Sur de Bolívar, las operaciones punitivas del Ejército estatal duraron gran parte de 1994, en cumplimiento de la Guerra Integral decretada por Gaviria; en estas operaciones contrainsurgentes, Yesenia debió enfrentar a la recién creada Brigada Móvil Uno como unidad de élite contraguerrillera del régimen.
Lo peor vendría enseguida, los planificadores estratégicos de la guerra agregaron las operaciones encubiertas o paramilitares a las desgastadas operaciones militares abiertas, de tal forma que desde finales del mandato de Samper (1994-1998) Colombia sufrió un salto estratégico de la guerra, por medio de la generalización de las masacres y los asesinatos selectivos ejecutados contra líderes y comunidades de izquierda.
En su terruño natal, la franja ubicada entre el río Ité y la carretera que viene de Puerto Berrío y termina en Yondó, Antioquia, Yesenia vio cómo las bandas paramilitares ocuparon los caseríos que tenían una mayor organización social para masacrar indiscriminadamente a su gente y aterrorizarla, como hicieron en 1997 en las masacres de San Luis y San Francisco, en donde los matarifes luego de martirizar y asesinar a los principales líderes sociales, procedieron en público a fritar y engullir sus vísceras, era la imagen demoníaca que querían inculcar en la población.
Escapando del terror narcoparamilitar centenares de familias se refugiaron en los últimos rincones de las selvas de esta región, entre ellas los padres y las pequeñas hijas de Yesenia; huían de ser masacradas y también de ser secuestradas por las bandas del clan Castaño Gil, expertas en secuestrar y matar a los familiares de los dirigentes revolucionarios.
Este sería apenas un segundo destierro porque sus raíces seguían estando en el Chocó, tierra a donde Yesenia quiso ir como guerrillera, sueño que le quedó trunco.
Liderazgo
En 1984 René y Julián, los hermanos Estrella habían llegado al Frente eleno José Antonio Galán (FJAG) procedentes de Itagüí al sur de Medellín, huyendo del Cártel de la cocaína de Pablo Escobar, porque habían osado enfrentarse a las temibles bandas de los Galeano, combates en los que resultó herido y quedó cojo el famoso Don Berna, preso en los Estados Unidos desde 2008.
Aunque René y Julián hacían parte de una pequeña guerrilla marxista-leninista llamada La Estrella, debido a su enfrentamiento con los esbirros de Escobar, decidieron abandonar Itagüí y pedir la incorporación a los elenos. Después del Primer Congreso eleno de 1986, René salió del FJAG para formar parte de la Dirección del recién creado FMC.
Fue el 18 de octubre de 1998 el día del trágico accidente de Machuca, un corregimiento de Segovia, Antioquia, donde murieron decenas de personas humildes, la mayoría afros, debido a la explosión que desató una voladura al oleoducto Central. El ELN reconoció este grave error, pidió perdón por él y llamó a rendir cuentas a Julián, quien en ese momento era el primer responsable del FJAG, a quien pertenecían las unidades guerrilleras que habían hecho este sabotaje.
Solamente hasta una Asamblea guerrillera de mediados del año 2000, la Dirección Nacional elena pudo concluir el procedimiento disciplinario que estableció responsabilidades por la tragedia provocada en Machuca; las determinaciones adoptadas no fueron aceptadas por los hermanos Estrella, quienes optaron por salir del ELN y más tarde ingresaron a las FARC.
Desde 1997 Yesenia era la Primer mando de la Dirección del FMC y a partir de este momento fue promovida como primera responsable del FJAG, cargo que ejerció hasta diciembre del 2001, cuando pasó a ser miembro de la Dirección del Frente de Guerra Darío Ramírez Castro (FGDRC), estructura estratégica que agrupa a todos los Frentes elenos del Nordeste, Norte y Bajo Cauca de Antioquia, junto a los del Sur de Bolívar.
Entre 1998 y 2004 en esta región los combates al narcoparamilitarismo comandados por Macaco y Julián Bolívar se realizaron conjuntamente entre las FARC y el ELN, propinándoles una derrota estratégica que les significó la perdida de 3.000 integrantes; sólo al ELN esta Batalla le dejó más de medio millar de guerrilleros muertos.
En esta época Yesenia pasó las más duras pruebas como comandante guerrillera, dado que el machismo imperante siempre le impuso un esfuerzo adicional para ser reconocida como mando, pero lo que más le dolió fue no recibir el apoyo decidido del resto de combatientes guerrilleras.
Entrega
Participar en la lucha guerrillera significa asumir renuncias pero para las mujeres estas renuncias son doblemente difíciles, dado que significa delegar la crianza y educación de los hijos a otras familias distintas a la propia, es un desprendimiento que duele mucho más a las madres que a los padres, motivo por el cual muchas guerrilleras dejan de serlo, al no poder hacer este desprendimiento de sus hijos.
El trabajo de cimentar conciencia y compromiso revolucionario para mantener la entrega a la causa de los empobrecidos y excluidos, permite a guerrilleras como Yesenia ser madres, delegar el cuidado de sus hijos y seguir aportando integradas a las filas guerrilleras.
Otro reto que enfrentan las guerrilleras cuando asumen funciones de mando es que al establecer relaciones de pareja estables, su compañero debe plegarse a la ubicación y tareas propias de su compañera; retos que Yesenia encaró y supo remontar, pues para ella siempre fue prioritario cumplir con sus deberes de Dirección, que atender sus asuntos personales; entrega que no siempre fue bien valorada por sus allegados.
El afán de superación que la caracterizó la llevó a elevarse desde los escasos años de Escuela Primaria que cursó, hasta lograr una buena altura intelectual y espiritual, que fundamentó su natural pensamiento crítico, con el que ganó el respeto de los mandos y combatientes con quienes compartió la lucha revolucionaria.
Como siempre ocurre, Yesenia confió más de la cuenta en quienes tenía más cerca del corazón y por esta vía le llegó la muerte cuando acababa de cumplir 39 años. Una de sus ayudantías le trajo una planta eléctrica portátil que tenía incrustado un chip localizador, que guió las bombas hechas en los EEUU hasta su campamento en las orillas de la quebrada La Honda en Morales, Sur de Bolívar, el 20 de diciembre de 2011.
Pocas mujeres han tenido que afrontar tanto retos juntos, la vida y lucha de Yesenia fue una verdadera carrera de superación de obstáculos, que fue sorteando uno a uno: supo ser mujer y no dejarse oprimir por ello, vivió con alegría su identidad negra, no se dejó reducir en la esquina de la pobreza, superó su condición de víctima, y venciendo innumerables resistencias ejerció las funciones de Dirección y mando que esta causa le encomendó.