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Profesores y estudiantes se oponen

Una reforma que se desfonda

Fuentes: Punto final

Hay quienes aseguran que el ministro Nicolás Eyzaguirre se ofreció para la cartera de Educación sabiendo que a su amiga Michelle le iba a costar encontrar alguien para un cargo tan expuesto. Comprometida como estaba la mandataria con hacer historia mediante cambios profundos en educación, agradeció el gesto de su amigo en un escenario de […]

Hay quienes aseguran que el ministro Nicolás Eyzaguirre se ofreció para la cartera de Educación sabiendo que a su amiga Michelle le iba a costar encontrar alguien para un cargo tan expuesto.

Comprometida como estaba la mandataria con hacer historia mediante cambios profundos en educación, agradeció el gesto de su amigo en un escenario de suyo complejo.

Parecían no muy lejanos los ecos de las protestas estudiantiles de los años 2005 y 2006, cuyas «exóticas» exigencias -derogación de la LOCE, fin del lucro, desmunicipalización, pase escolar regateado como siempre por la autoridad-, estaban más vivas que nunca.

La solución bacheleteana entonces fue instalar el Consejo Asesor Presidencial para la Educación que, contra la opinión de los representantes del mundo social, en franca minoría, dio paso a la actual LGE, desplazando a la antigua LOCE.

Que fue más de lo mismo lo demuestra que, en los hechos, las cosas siguieron bajo el mismo paradigma. Y aunque se logró que los sostenedores tuvieran un giro único y no compartieran su gestión de dueños de colegio con el de una carnicería o zapatería, se afianzó una educación dividida en una para ricos y otra para pobres, liberada al vaivén del mercado.

EL (INNECESARIO) SEGUNDO TIEMPO DE LA PRESIDENTA

En su extraño -tanto como innecesario- segundo tiempo, la presidenta Bachelet se propuso enmendar en gran medida lo que en su anterior gestión había quedado sin hacer o se había hecho a medias.

El programa educacional de la Nueva Mayoría hizo anuncios mayores: gratuidad universal, fin al lucro en todo el sistema educativo, calidad educativa, fin de la selección y del financiamiento compartido, desmunicipalización; lo que se calificó como el cambio estructural en educación más grande en los últimos decenios.

Sin embargo, todas las medidas tomadas, desde la Superintendencia de Educación hasta las leyes de inclusión y no selección, no serían sino ajustes al mismo modelo. Y lo que el discurso oficial insiste en llamar un derecho, en realidad siguió siendo una actividad económica afectada por el vaivén de la oferta y la demanda, corregida mediante la legislación que dirime contratos entre privados y vela por la buena calidad de los productos que se transan entre vendedor y cliente.

EL ESCENARIO JURIDICO

Los mecanismos jurídicos que se han utilizado para superar los problemas presentes en el sistema educacional solo han intentado corregir lo que se ha admitido como fallas del mercado: incorporación de incentivos económicos e intervención mediante regulaciones administrativas.

Y en el desarrollo normativo de la actividad educacional está la demostración de que la educación no es sino una actividad económica, cuyos efectos más inmediatos están relacionados con el modo de financiamiento: la subvención. La Superintendencia de Educación tiene por casi único objetivo fiscalizar que los sostenedores de establecimientos educacionales cumplan con la normativa respectiva y con la legalidad del uso de esa subvención.

Por último, respecto a la prohibición del lucro, la recién promulgada ley de Inclusión Escolar, al mantener esta forma de financiamiento mantiene la lógica de competencia en la captación de alumnos.

LA TRAGEDIA

Los gobiernos de la Concertación, hoy Nueva Mayoría, no han ocultado su ánimo corrector de lo obrado por la dictadura, y en su intento por desbrozar el camino del negocio educacional, han recibido el contundente rechazo del movimiento estudiantil, de los profesores y del movimiento social, a quienes no han podido doblegar.

El movimiento estudiantil universitario, que no ha sido siquiera recibido por el ministro, ha planteado cinco puntos para una nueva educación pública: gratuidad universal, democracia universitaria, fin al lucro, profesión docente y condiciones laborales, sin obtener respuesta. Ni siquiera el anuncio de gratuidad para el 60% más vulnerable de los universitarios concitó el efecto que se buscaba: desde las universidades privadas acusan discriminación, y los rectores de las universidades estatales plantean que sus planteles requieren un trato diferente.

Pero no es solo gratuidad lo que se plantea la Confech. Los estudiantes ponen en la mira la comprensión de la universidad como plataforma dispuesta para el desarrollo de un país democrático, y entienden que su rol es luchar porque el acceso a la educación superior sea un derecho social.

Y lo que se anuncia como el proceso de desmunicipalización del sistema escolar ya concita el rechazo por parte de las organizaciones estudiantiles, de profesores y de los gremios del Mineduc, por cuanto consiste en la creación de Servicios Locales de Educación, es decir, una nueva y fortalecida red de sostenedores con plena autonomía respecto de la administración central del Estado.

La Concertación -que se anotó el fichaje del PC a condición de amansar a sus nuevas generaciones de dirigentes-, no ha obtenido los réditos pensados. Si se apostaba así a distraer al movimiento social para poner en marcha lo que se llamó el más espectacular de los programas de gobierno de la coalición más exitosa de la historia, el resultado ha sido un estruendoso fracaso.

LA COMEDIA

Un sistema educacional democrático que ponga en el centro de sus procesos al país, sus rasgos y necesidades más importantes, no es posible en el contexto del desarrollado ámbito de la dictadura corregida. Ni será posible una carrera profesional docente que dignifique en vez de apalear, someter y modelar.

Luego que los profesores asistieran a las estériles mesas de negociación para acercar posiciones respecto de una carrera profesional docente, lo que vino fue una seguidilla de errores, papelones y fracasos, que irritaron aún más a los ya emputecidos maestros que rechazaron la propuesta oficial con un arrasador 97%. Así vino el paro indefinido.

Lo que siguió es del dominio de la comedia. Se supo que en palacio operadores políticos, presidentes de la Nueva Mayoría y el comité político, para terminar con la paralización cocinaban una propuesta a espaldas de las instancias regulares del gremio docente.

En la tarde del 5 de junio, un llamado del ministro Eyzaguirre invitó a los profesores a reunirse. Los disidentes se negaron a la cita en donde se suponía que Eyzaguirre entregaría oficialmente lo concordado en las reuniones secretas de palacio. No fue así. Lo que recibieron los profesores fue una carta en que los invitaban a enviar al Ministerio las inquietudes del gremio y se les indicaba que luego se verán en el Congreso.

Algunos se rieron, aunque no hizo mucha gracia en otros, porque lo que vino fue otro fracaso del gobierno y de los dirigentes gremiales asociados a la Nueva Mayoría. La asamblea nacional docente decidió por abrumadora mayoría exigir el retiro del proyecto de carrera, rechazar la carta del ministro Eyzaguirre y continuar el paro indefinido, que sería luego apoyado por la Confech y los estudiantes secundarios.

LOS NUEVOS ACTORES

Lo que de verdad vive y reina en los círculos del poder es el ánimo por corregir las anomalías que va presentando un sistema que se derrumba, sin cambiar lo esencial al costo que sea.

A partir del año 2011, el régimen alertó sus alarmas y su sistema inmunológico para detener el derrotero radical de los estudiantes y del mundo social; utilizando todas las formas de lucha, intentó desinflar los ímpetus movilizadores. Pero desde entonces las movilizaciones sociales han madurado a un punto crucial: apuntan al sistema reproductivo del modelo, que ante el riesgo de quedar estéril o fracturada su capacidad de generar más neoliberalismo, ha intentado sin éxito pasar a la ofensiva. Y hoy se ve acorralado, aunque vivo.

Las movilizaciones sociales por la educación lograron modificar la agenda de todo el sistema, que tenía bastante controlado el flanco educacional desde el primer gobierno de la presidenta Bachelet. La eclosión de esa energía dio los primeros pasos en dirección a descolocar la casi predecible trashumancia de los políticos, y a incomodar a las instituciones que parecían destinadas a una eternidad bucólica.

Los dirigentes secundarios de entonces derivaron en los dirigentes universitarios de hoy, y ese hecho promete por lo menos que haya una generación de recambio que ya no se sujeta a las lógicas partidarias que por decenios dominaron el ámbito de la organización estudiantil.

La emergencia de colectivos estudiantiles como la UNE, la Izquierda Autónoma, el Frente de Estudiantes Libres, entre otros, en las universidades, y de dirigentes jóvenes como el Movimiento de Unidad Docente (MUD) en el magisterio, auguran que el modelo no las tiene todas consigo.

EL PESIMISMO ES

UN BUEN PREDICTOR

Sin embargo, bajo el paradigma asentado en la Constitución ilegítima que rige, jamás habrá opción de hacer una reforma educacional en el sentido que exigen estudiantes, profesores y amplios sectores populares. Esta bandera de lucha, educación sin lucro, democrática, gratuita, de calidad y de responsabilidad del Estado, ha arrinconado al sistema contribuyendo grandemente a su crisis, agravada por la epidemia de sinvergüenzura que atacó sin límites a sus veteranos y retoños dirigentes. Pero no lo ha rendido.

La educación es y será durante mucho tiempo una bandera de lucha muy arraigada en el pueblo, pero las marchas no son eternas. Y aunque lo fueran: no son herramientas de cambio. La política sí. Y el movimiento social debe dar la discusión que se impone respecto de lo que viene, luego de las imparables movilizaciones.

Quizá no hace falta mucho: un par de ideas potentes que seduzcan a millones, y dirigentes honrados, decididos y capaces de conducir un movimiento que se proponga expulsar a los que durante veinticinco años no han hecho otra cosa que corregir aquello áspero que dejó la tiranía, al costo que sea.

El movimiento social está vivo. Se trata de transformar esa fuerza social en fuerza política.

Publicado en «Punto Final», edición Nº 830, 12 de junio, 2015

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