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Unas lecciones del estallido social colombiano

Fuentes: ELN

Es mucho lo que se ha ganado y el Paro no termina, la lucha continúa y el 2020 será mejor; no olvidemos nunca que donde hay opresión, habrá resistencia; que los derechos, en la calle y en la lucha se conquistan. Este conato de inconformismo y movilización, de varias semanas en Colombia, nos pone a […]

Es mucho lo que se ha ganado y el Paro no termina, la lucha continúa y el 2020 será mejor; no olvidemos nunca que donde hay opresión, habrá resistencia; que los derechos, en la calle y en la lucha se conquistan.

Este conato de inconformismo y movilización, de varias semanas en Colombia, nos pone a pensar mucho sobre las dimensiones reales de procesos insurreccionales; en los que el caos reina y, por más planificación que se tenga, será desbordada, por el impacto político-social cuando la gente acude a un llamamiento general, y dentro de la gran masa movilizada, los organizados terminan siendo una ínfima minoría.

La reacción de las masas es directamente proporcional a la opresión y explotación a la que han sido sometidas durante tanto tiempo. En todo proceso de sublevación, revolucionario o no, los excesos son normales y entendibles, así no sean lo ideal ; p ero condenarlos es desconocer que es la forma como el pueblo excluido, explotado y despolitizado, se levanta contra la tiranía , se rebela cansado de aguantar.

No menos cierta es la «Teoría del shock»: generalizar miedo, pánico, terror; y para ello el mismo establecimiento tras bambalinas promueve vandalismo, para poder estigmatizar la justa protesta popular y que al final la ciudadanía presa de pánico, termine plegándose al lado del Estado y reclamando la presencia de las Fuerzas Armadas como solución a ese miedo.

Indignación mata miedo

Gobernar con base en el miedo es tan antiguo como la sociedad de clases , y se refleja a nivel macro en guerra preventiva, enemigo Sadam, enemigo Osama, enemigo ISIS ; a nivel regional en enemigo castrochavismo, enemigo Foro de São Paulo ; a nivel nacional en enemigo FARC, enemigo ELN, enemigo disidencias, enemigo Guacho, enemigo Mayimbú… ; y hasta en los hogares se utiliza esta forma: «si no se duerme se lo come el coco», «si no se porta bien se lo regalo a un viejito», «si no hace caso le digo a ese señor que se lo lleve»…

No se puede olvidar que la revolución es fruto de la necesidad, no sólo de la conciencia ; o tra cosa es que se requiere el elemento consciente para tratar de liderar y capitalizar la ira y descontento popular. Las mayorías, no se levantan por conciencia, salen a la calle o se meten a la guerrilla porque «están mamados», porque tienen hambre, porque no aguantan más humillación, porque no tienen empleo y por muchas cosas más ; n o porque teorizaron sobre la sociedad, el devenir histórico, los modos de producción, etc.

Una revuelta social de grandes magnitudes, un paro nacional sostenido o una insurrección, se llevan a cabo cuando el pueblo en masa, se moviliza; y ahí, «ni con toda el dinero del mundo» se podría sostener un levantamiento de estos. Como dice el refrán «cada cabeza es un mundo», asimismo, cada persona, grupo o sector movilizado, tendrá uno o unos aspectos que lo hacen movilizar; pero cuando toda esa indignación confluye en el tiempo y en el espacio y enfrenta al mal común como un solo puño, es cuando hay impacto político-social.

El mal común es el modelo capitalista que en Colombia se expresa además con un Gobierno títere y dócil al amo extranjero y a intereses económicos particulares; se expresa en un legislativo y judicial vendidos a la empresa privada que garantiza la plutocracia (Poder del dinero) en nuestro país; unas FFAA que para garantizar el orden establecido y que la pirámide social se mantenga con una inmensa mayoría cargando una ínfima minoría que son los dueños y tienen el Poder, arremeten contra su propio pueblo, abusan de su autoridad y desconocen cualquier límite ético, legal y humanitario, a la hora de reprimir.

Razones del descontento social

El incumplimiento a la implementación de los Acuerdos de Paz; Reforma Pensional que hará imposible una jubilación digna; el negocio de la salud que devora el erario y se nutre de vidas humanas que se pierden por negligencia y falta de atención; Reforma Tributaria que aunque disfrazada, recarga impuestos a las clases medias y exonera de pagos a la élite económica; Genocidio de líderes y lideresas sociales y defensoras de DDHH; equidad e igualdad de género, las mujeres en Colombia son discriminadas y maltratadas, el patriarcado y la doble moral religiosa se impone en la sociedad, el Feminicidio aumenta en impunidad, la población LGTBI también reclama sus derechos.

La privatización de las pocas empresas estatales que quedan, ahora con la fachada del Holding Empresarial; corrupción que desangra al país, decenas de billones (billones, con «b») anualmente son apropiadas por corruptelas de la politiquería y funcionarios; fracturación hidráulica «Fracking», para aumentar la explotación de petróleo que benéfica a las empresas trasnacionales, a costo del ecocidio; educación accesible y de calidad, la juventud defiende el derecho a la educación, más planteles educativos públicos, más cupos, más maestros y docentes de calidad, gratuidad o matrículas pagables sin quedar atados a una deuda; derecho al trabajo, la mitad de quienes laboran en Colombia están en el trabajo informal que para algunos sectores es considerada una forma de desempleo, los docentes requieren condiciones laborales que tengan estabilidad y puedan vivir dignamente al ser profesores y puedan dedicarse a ello para garantizar calidad, transportadores y muchos informales, reclaman garantías y oportunidades; salario mínimo, que garantice el sustento real y no condene a millones de colombianos al hambre.

Defensa de los páramos, Parques Naturales y el agua, reservas en los que se reproduzcan los ecosistemas, la biodiversidad y el agua, que esto no tenga precio ni se extermine a favor de negocios; aleteo de tiburón o «shark finning» (pescar tiburones, cortar sus aletas y el resto tirarlo al mar para que mueran), Colombia aprobó la exportación de aletas de tiburón para satisfacer las excentricidades de los chinos que pueden pagar este plato de lujo, causando la muerte anual de millones de tiburones; aborto y eutanasia, se reclama el derecho a elegir sobre su propio cuerpo; Ley Andrés Felipe Arias, una de las nuevas invenciones para que los criminales de cuello blanco sean exonerados, y sigan delinquiendo, corruptos, untando y recibiendo «mermelada», comprando votos, evadiendo la justicia, Aida Merlano…

Desmonte del ESMAD, contra el abuso policial y contra la penalización de la protesta popular, con la muerte de Dilan Cruz también se pone sobre la mesa que de facto se aplica la pena de muerte en Colombia; menores asesinados en bombardeos, uso desmedido de la fuerza, aplicación de la pena de muerte, desconocimiento del DIH, además de revictimización al justificar sus actos desmedidos; incumplimiento de acuerdo a los indígenas y el movimiento social en general, décadas que acumulan miles de acuerdos pactados e incumplidos. Estas entre muchas otras razones, tienen a centenares de miles de colombianos y colombianas, en las calles.

Los derechos se conquistan con la lucha

Las primeras reacciones del Gobierno frente al Paro Nacional, fue decir que escuchaban al pueblo que gritaba en las calles; sin embargo, el libreto del Estado ya estaba trazado de antemano, los compromisos ya se habían hecho con los amos extranjeros, con corporaciones, en últimas, con grandes capitales. La «mermelada» ya untada, la coima (soborno) ya pago y recibido. Así, pese al descontento social manifiesto en las calles, sostenido por semanas; pese a los gritos, pitos, conciertos, antorchas, marchas y cacerolas abolladas, el Estado sigue su curso indiferente. La represión continúa y la aprobación de las controvertidas leyes siguen su trámite en el Congreso.

Seguramente este levantamiento popular no termine con la destitución del Presidente ni con grandes cambios estructurales, pero sigue siendo un muy buen pulso, una demostración del bando popular, de todos y todas las que queremos cambios. Es un despertar, un visualizar esperanzas, un acumular para las luchas venideras.

Los elenos y las elenas, como parte del campo popular, sentimos admiración por ese pueblo que se levanta, que dice «¡basta ya, reclamamos cambios!» Las puertas del Ejército de Liberación Nacional están abiertas para todos y todas aquellas que deseen avanzar en la lucha organizada, más allá de la coyuntura; también para quienes se sientan perseguidas por las fuerzas estatales o paraestatales, como represalias por su activismo político. Con bemoles y matices, con encuentros y desencuentros, con críticas y autocríticas; somos un mismo campo popular.

Porque otra Colombia es posible, necesaria y urgente… sigamos en pie de lucha. Juramos vencer.

Uriel Gutiérrez del Frente de Guerra Occidental Omar Gómez, ELN