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Lanzamiento del libro "De la Brigada Secundaria al Cordón Cerrillos" de Guillermo Rodríguez

«Uno se queda pensando en que tal vez las cosas pudieron haber tomado un derrotero distinto»

Fuentes: Rebelión

Intervención de Renard Betancourt, escritor y poeta, panalista del lanzamiento del libro ‘De la Brigada Secundaria al Cordón Cerrillos’ de Guillermo Rodríguez, acto realizado el día 13 de marzo 2008 en la sede central de la CUT en Santiago de Chile, con asistencia de más de 350 personas : Agradezco a nuestro compañero Guillermo Rodríguez […]


I
ntervención de Renard Betancourt, escritor y poeta, panalista del lanzamiento del libro ‘De la Brigada Secundaria al Cordón Cerrillos’ de Guillermo Rodríguez, acto realizado el día 13 de marzo 2008 en la sede central de la CUT en Santiago de Chile, con asistencia de más de 350 personas :

Agradezco a nuestro compañero Guillermo Rodríguez el haberme invitado a acompañarlo en la presentación de su nuevo libro y, con ello, brindarme la oportunidad de decir algunas cosas respecto de su contenido, de ese pasado aparentemente remoto y también del presente en el cual vivimos.

Lo primero que debo señalar es que se trata de un texto donde confluyen logradamente varios géneros literarios: es una autobiografía, porque ante nuestros ojos vemos transcurrir parte de la vida de Guillermo; pero también es un testimonio histórico, porque aborda acontecimientos verídicamente ocurridos en el Chile que existió entre los años 1965 y 1973.

Paralelamente, estamos en presencia de un texto político, que aborda la problemática de la lucha de clases y su expresión en cuanto a correlación de fuerzas sociales, políticas y, al menos esbozadamente, militares, en un momento crucial de la historia chilena del Siglo XX.

Y es un libro que se lee como una novela, de aquéllas que no se pueden dejar sino sólo cuando su lectura ha terminado, y ni siquiera entonces, porque uno se queda pensando en que tal vez las cosas pudieron haber tomado un derrotero distinto o sobre por qué eso no ocurrió.

Por otro lado, el libro está cruzado de imágenes intensamente logradas, por su realismo y humanidad, pero también por su dramatismo y sentido simbólico. Hay dos o tres momentos altamente poéticos en el relato, donde el drama, la visión del futuro y el desafío epopéyico al que se enfrentaba todo un pueblo alcanzan una intensidad y profundidad notables, sin por ello perder el tono coloquial y cotidiano que comanda todo el relato.

Atraviesan las páginas de este texto innumerables mujeres y hombres, compañeras y compañeros, estudiantes, campesinos, pobladores, obreros, militantes, dirigentes, militares revolucionarios, personajes notables, personajes anónimos. En suma: los verdaderos protagonistas del relato. Y todos ellos cruzan por las palabras y los párrafos imbuidos de una energía vital extraordinaria, impresionante, mirado desde este tiempo. Todos parecen ir en pos de un cielo que ven al alcance de sus manos, un cielo que está ahí, inmediatamente, es cuestión de correr, esforzarse, ser consecuentes y participar activa y decisivamente para alcanzarlo.

Sin embargo, será la vertiginosidad del relato la que nos lleve hasta el punto de quiebre de esa caminata multitudinaria y epopéyica para culminar en el desenlace dramático y trágico con el que se cierran las páginas bajo un cielo borrascoso y nefasto. A pesar del final sombrío, no se trata de una crónica opresiva ni desalentadora. Por el contrario, estamos en presencia del despliegue de una historia humana que provoca entusiasmo, en cierto modo incredulidad para quienes no vivieron esa época, y ganas de existir en medio de los acontecimientos a los cuales los personajes se ven arrastrados, atraídos por la hermosura de la expectativa de hacer realidad antiguas aspiraciones de las grandes mayorías excluidas.

Ahora bien, así como este libro provoca todo lo ya señalado, también despierta un vivo interés por cuestionar la realidad contada, particularmente respecto de las efectivas posibilidades que tenía la mayoría del pueblo por alcanzar el umbral de una sociedad mejor, justa, igualitaria, democrática y revolucionaria. En especial, quedan planteadas preguntas relacionadas con el quehacer de los revolucionarios en momentos de agudización de la lucha de clases, más específicamente respecto de los aciertos y errores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria en ese período.

Por ejemplo: ¿Era posible que la mayoría del movimiento social avanzara en términos de conciencia y organización hacia una coyuntura de generación real de un poder alternativo al poder detentado por las clases dominantes? ¿Hubo, específicamente, un momento en el que se dieran todas las condiciones para que ese movimiento social, el pueblo, la izquierda revolucionaria y la izquierda consecuente dieran un golpe de timón, siendo capaces de pasar a una ofensiva real? ¿Ese momento pudo ser, o fue acaso, el del tancazo del 29 de junio de 1973, en la medida en que se hubiese revertido la asonada fascista en una respuesta popular revolucionaria?

Quedan vibrando en la mente del lector interrogantes históricas tales como:

La agudización de las luchas populares, su ascenso en esos años, ¿alcanzó por igual a todos los habitantes del país o sólo comprometió a quienes vivían en las ciudades más importantes y sus alrededores?

¿El problema político militar fue enunciado e implementado correctamente por los revolucionarios o se cayó, más bien, en una concepción elitista, sin entender la necesidad de la

implementación extensa, urgente, amplia y política (desde una perspectiva miliciana) del pueblo en armas?

¿Acaso no jugó muchas veces en contra del avance del pueblo en conciencia y organización, la prevalencia de un modelo conspirativo, aparatista y elitista respecto de las tareas técnico-militares entre los revolucionarios?

Otros temas particularmente candentes y que adquirirían consecuencias dramáticas con el transcurrir del tiempo dicen relación con la democracia interna en la organización de los revolucionarios y acerca de la capacidad democrática de éstos para resolver diversas controversias tácticas e incluso de índole estratégica, lo cual podría ejemplificarse con la no realización de un congreso interno que arrojara luces respecto del desempeño adecuado en el período y permitiera una decisiva participación de la militancia proveniente de los frentes de masas.

Por otro lado, la generación de dirigentes entre los revolucionarios, ¿era efectivamente democrática?, ¿y los criterios y métodos empleados para elegirlos fueron, a la luz de los hechos y del tiempo, los más adecuados y efectivos?

Hay un largo etcétera de preguntas y cuestiones que quedan planteadas para ser pensadas, reflexionadas y resueltas alguna vez en la práctica de la historia de las luchas populares en Chile.

Finalmente, llegamos al corazón de este libro. Después de leerlo y meditarlo comprendemos que no se trata de una narración histórica, de una autobiografía, de una crónica, de una novela ni de un ensayo, como tampoco de un poema épico, pero, no obstante, es todo eso y más.

Este libro es un hombre, y muchos hombres y muchas mujeres, en un fresco vibrante convocándonos a recuperar la historia; es un relato apasionado convocándonos no sólo a observar el pasado, sino que a pensarlo críticamente con la finalidad de reiterar en los hechos la posibilidad de construir y alcanzar un mundo mejor.

Este libro es un alegato contra la inercia y el inmovilismo, es un llamado encendido a comprender que la historia sigue su marcha, y que si bien las clases dominantes lograron derrotar al movimiento popular en dos oportunidades en las últimas décadas, primero mediante la imposición de un proceso contrarrevolucionario y luego a través de la consolidación capitalista neoliberal, no es menos cierto que la derrota va quedando atrás y comienzan a surgir nuevos brotes de la semilla de aquellos años ardientes.

Este libro es un alegato que alienta la necesidad de volver a ser capaces de mirar la realidad con la intención de intervenir en ella para modificarla y llevarla en un cierto sentido.

Es un llamado para proponerse contrarrestar la propaganda y la ideología feroz de los dueños del poder y la riqueza que promueven la competencia versus la colaboración; el individualismo versus la solidaridad, y el inmovilismo y la estupidez versus la movilización, la organización y la conciencia crítica respecto de la realidad que vivimos.

Contrariamente a lo que algunos creen, las crisis y los momentos de agudización de las luchas populares y de reconstitución de su capacidad de organización y combate se regeneran en la marea de fondo y a pesar de la vida en una sociedad marcada por el poder dominante y los políticos de salón.

Seguramente pasará todavía un tiempo en el cual la lucha política siga capturada en el nivel de las intrigas palaciegas entre la derecha fascista y la derecha en el gobierno, pero no está lejos en el tiempo el día en que nuevamente los sectores populares despierten una vez más del letargo al cual nos han sometido a lo largo de estos años.

E1 libro de nuestro compañero Guillermo Rodríguez, además de todo lo ya señalado, tiene la virtud de ser un agente de estímulo al conocimiento de nuestro pasado relativamente reciente y eso, desde una perspectiva no académica sino directa, vivencial, que nos viene a sacudir la conciencia y el corazón.

Estas páginas también son un vibrante homenaje a muchos de nuestros compañeros y compañeras caídos en la lucha. Semblanzas de muchos de ellos cobran especial fuerza: la imagen de Martín Elgueta (Guatón Renato), José Amigo (El Malo), Víctor Romeo de la Fuente (El Guajiro), Santos Romeo, José Gregorio Liendo y tantos otros.

Hay que destacar de entre ellos la figura legendaria de un compañero que siempre es mencionado y rescatado por todos quienes han hecho un recuento histórico de ese pasado memorable de las luchas de nuestro pueblo. Un compañero que para muchos de nosotros, particularmente para los trabajadores y trabajadoras, significó una fuente de aprendizaje revolucionario y de conocimiento crítico, sobre todo en su rol de articulador del movimiento obrero en importantísimas batallas por hacer realidad la aspiración de una sociedad donde esté asegurada la igualdad de derechos y donde el poder y la riqueza estén en manos de todos y no en las de una clase o una casta privilegiada. Me refiero al compañero Clotario Blest Riffo.

No quisiera terminar mi acompañamiento a la presentación del libro de Guillermo sin leer un poema escrito por otro de nuestros compañeros caídos, Máximo Gedda, también hecho desaparecer por la represión dictatorial en julio de 1974. Este poema fue escrito en marzo de ese mismo año.

AMANECE

Anda a tu casa compañero, y revuelve tu miseria de cualquier casa que tengas,

saca sacude el miedo, recoge los muertos,

toma un extenso vaso de agua para tu sed tan vieja, ármate del dolor que vamos a usarlo mucho,

junta tu equipaje,

colócalo en la puerta,

tómate una foto tú mismo del tipo «Buscado» y

clávala antes de salir en el pecho de tu casa, clávala después de salir en el pecho de los galpones,

en el vientre de los trenes,

en el gran pecho de debajo de la tierra,

en el pecho de los muertos de aquí de ahora que

siguen muriendo,

en los grandes pechos llorados por donde ha rodado tanta cabeza de hijo promisorio y sigue rodando.

Brutalmente amanece, picotean los pájaros en tu hígado de batalla,

no sabes que amanece, por la rendija en que sobrevives nos asomamos

todos, entre cementos,

picanas,

puntapiés y garrotes, se perdió tu perfil y cada cual alarga su mano y te

recompone, ya sabíamos esto y sin embargo lo aprendemos.

Preguntaste alguna vez también por tu hijo apretaste alguna vez también los dientes cerraste el libro de golpe, descubriste el día con espanto,

arrinconaste a tu mujer, dijiste la palabra con dureza, abriste una puerta la cerraste,

entraste,

te quedaste,

aquí estás, de este lugar verdaderamente no te saca

nadie

eso es lo importante,

ni con fusiles ni con patadas,

de aquí no te borra nadie,

aquí estás por lo que hiciste

no porque te destruyeron.