Cobra fuerza en las consignas que enarbolan los delegados al Congreso del Polo Democrático la idea de la renuncia de Álvaro Uribe por su total responsabilidad en la profunda crisis que vive el país y las peligrosas perspectivas que se avizoran. Juristas demócratas conceptúan que existen elementos contundentes para llevar al nefasto presidente colombiano ante […]
Cobra fuerza en las consignas que enarbolan los delegados al Congreso del Polo Democrático la idea de la renuncia de Álvaro Uribe por su total responsabilidad en la profunda crisis que vive el país y las peligrosas perspectivas que se avizoran. Juristas demócratas conceptúan que existen elementos contundentes para llevar al nefasto presidente colombiano ante la Corte Penal Internacional.
Uribe encabeza la construcción de un proyecto político-militar de extrema derecha y extrema peligrosidad. El proyecto neofascista del estado comunitario. Un estado policiaco sustentado en la fuerza, el unanimismo, los informantes, la supresión de las libertades y las garantías democráticas. Para ejecutar estos propósitos se incrementó la militarización del país y se atizo la guerra. Se diseñaron los montajes judiciales para apresar a miles de personas inocentes. Se llenó el país de informantes pagos para inventar delaciones. Se diseño un plan estratégico para la legalización del paramilitarismo. Sefortaleció la guerra sucia y el terrorismo de estado. Para poder hacer todo esto Uribe hizo cambiar la constitución para hacerse reelegir. Pero su proyecto está en crisis producto del desenfreno, la avaricia, la corrupción y el escandaloso contubernio con mafiosos y paramilitares que ante el peso de las evidencias y la valentía de la Corte han salido a flote y se han empezado a juzgar. La bancada parlamentaria del Polo ha jugado un importante papel. Sus debates han sido contundentes y profundos. Y Carlos Gaviria le ha trazado al Polo una política coherente.
Por eso las bases del Polo y millones de colombianos y colombianas ven este renovador proyecto político como una oposición firme, diáfana y consecuente. Oposición al gobierno de Uribe y al régimen político que él lidera. Reclama que a los valerosos debates parlamentarios hay que agregarle la convocatoria a la movilización callejera.
Contrasta esta posición con la de algunos analistas y politólogos quienes en nombre de la reconciliación nacional, en forma ingenua o muy oportunista, llaman a celebrar pactos con Uribe dizque para superar la crisis. No nos imagínanos, para poner un solo ejemplo, a la resistencia chilena llamando hace algunos años a sellar acuerdos o pactos con Pinochet como camino para salvar la democracia, los derechos humanos y la dignidad. Esta falsa reconciliación llevaría al tapen, tapen, leyes de punto final o cosas parecidas.
En el país y en el mundo están pendientes del Congreso del Polo. Se espera que ratifique un camino y un ideario de lucha consecuente con las transformaciones y cambios que el país necesita. Con transparencia, con claridad y sin ambages ni medias tintas. Sin miedos. Con amplitud y unidad.
Para poder enrutarnos por el camino de los cambios que esperanzadoramente sacuden a América Latina.
Y ese camino no se puede recorrer abrazados a Uribe.
Uribe debe renunciar.