«Más rápido se atrapa a un mentiroso que a un ladrón» reza el dicho popular que perfectamente puede aplicarse al Presidente Alvaro Uribe Vélez y su «guerra mediática» con la que pretende levantar una cortina de humo para ocultar el bombardeo de un campamento de las FARC en territorio ecuatoriano, en flagrante violación a su […]
«Más rápido se atrapa a un mentiroso que a un ladrón» reza el dicho popular que perfectamente puede aplicarse al Presidente Alvaro Uribe Vélez y su «guerra mediática» con la que pretende levantar una cortina de humo para ocultar el bombardeo de un campamento de las FARC en territorio ecuatoriano, en flagrante violación a su soberanía. En efecto, todavía está fresco el fiasco de la reciente XXV Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, donde los diplomáticos colombianos repartieron una foto, publicada en el diario colombiano El Tiempo, en la que supuestamente aparecía el ministro coordinador de seguridad interna ecuatoriano Gustavo Larrea reuniéndose con el ex Nº 2 de las FARC, Raúl Reyes. La foto correspondía en realidad al dirigente comunista argentino Patricio Etchegaray, quien inmediatamente salió a desmentir la impostura.
A Uribe le salió el tiro por la culata porque la supuesta prueba de la vinculación de las FARC con el gobierno ecuatoriano quedó desbaratada y los cancilleres tuvieron que aprobar una declaración que refrendaba la del Grupo de Río, que en lo esencial rechaza la incursión militar ecuatoriana y dice no a la doctrina de la guerra preventiva diseñada en Washington.
Realidad y ficción
El primero de marzo de este año se produjo un hecho real, evidente, incontrastable: militares y policías colombianos penetraron a territorio ecuatoriano, bombardearon un campamento de las FARC, remataron a los heridos y se llevaron como trofeo de guerra al cadáver de alias Raúl Reyes, dejando abandonadas a tres mujeres que quedaron mal heridas, entre ellas la mexicana Lucía Morett que sobrevivió para contarlo. Entre los muertos, había cuatro jóvenes mexicanos y un ecuatoriano. Este es el hecho probado, reconocido por todos, inclusive por el gobierno de Alvaro Uribe, y rechazado en forma casi unánime por los gobiernos y los pueblos del continente, con excepción de Estados Unidos. «América Latina no es Medio Oriente y no queremos un Israel en esta región», es el mensaje. Quedó en evidencia el carácter belicista del gobierno de Uribe y del dueño del circo, George W. Bush, y que el objetivo de la incursión a suelo ecuatoriano era desestabilizar al gobierno de Rafael Correa y a la unidad sudamericana en la que soplan aires de independencia y soberanía que no son del agrado de Washington.
Frente a esta situación, Uribe y todas las fuerzas que lo acompañan y apoyan a escala nacional e internacional reaccionaron con una estrategia mediática concertada para distraer y confundir a la opinión pública. Los medios que han acolitado a Uribe en sus mentiras y medias verdades tienen nombre y apellidos:
1) El diario El Tiempo de Bogotá.
2) El Grupo Prisa, transnacional española de multimedios que publica en Madrid el diario El País y es propietario de radio Caracol, la principal cadena de Colombia, y de otras radios en América Latina.
3) La cadena estadounidense CNN.
4) Ciertos canales y medios ecuatorianos que se hicieron eco de las informaciones difundidas por los medios citados y cayeron en el juego de Uribe.
La estrategia mediática era clara: intentar relacionar a las FARC con los gobiernos de Ecuador y Venezuela y presionar para que Rafael Correa abandone su política de neutralidad y no injerencia en el Plan Colombia y llevarlo a que declare como «terrorista» a las FARC, para que asuma todas las consecuencias que ello implica en el campo militar y diplomático.
Toda esta «guerra mediática» se basa en las informaciones de tres laptop supuestamente pertenecientes a alias Raúl Reyes que «resistieron» a las 10 bombas de fragmentación que lanzaron los aviones colombianos en el campamento de las FARC en Angostura. Y de estas laptop, salieron las supuestas pruebas para relacionar a los gobiernos de Ecuador y Venezuela con las FARC. Y con estas supuestas pruebas, el gobierno estadounidense intenta incluir a Venezuela en el «eje del mal» y desestabilizar al gobierno de Rafael Correa.
Mientras el Presidente Rafael Correa, tras el espaldarazo que recibieron las tesis ecuatorianas en el Grupo de Rio, declaraba, un poco apresuradamente: «al final ganamos la batalla informativa a nivel internacional y nacional», Uribe proseguía con su «guerra mediática» utilizando los viejos métodos y trucos de la CIA y la FBI, que le han permitido pasar de victimario a víctima. Revisemos algunos de ellos.
La propaganda «negra»
En el libro «La CIA sin máscara», escrito hace 32 años por Gualterio Cuevas Mardones, se señala que la propaganda «negra» «consiste en la elaboración de información falsa, convenientemente presentada que, por su misma naturaleza es difícil de verificar y que tiende a inculcar en la opinión pública ideas equivocadas sobre temas del mundo contemporáneo». El «Ecuador es el refugio y el santuario de las FARC» es el mensaje uribista que ha sido retomado, entre otros, por el Diario El País de España. En su edición del 12 de marzo, este periódico, basándose en una sola fuente (los militares colombianos y las declaraciones de un tal Miguel, un ex guerrillero del frente 48 de las FARC), y sin contrastar las fuentes, señala que las FARC cuentan con 11 campamentos en suelo ecuatoriano, ocho de ellos «grandes, con talleres, polvorines y pistas de entrenamiento en la zona del río San Miguel» y tres más pequeños en el rio Putumayo». Las ochos bases permanentes serían: Rancherías, San José, El Arenal, la Isla, El Limón (Sic), la Escalera, Farfán y Puerto Mestanza. Además, asegura que las FARC soborna a la policía ecuatoriana para que les deje pasar droga y que los «altos mandos militares ecuatorianos nos apoyan con logística, armamento, carpas y uniformes».
El 18 de marzo un grupo de corresponsales de la prensa extranjera en Ecuador, junto con el Ministro de Defensa del Ecuador, Dr. Wellington Sandoval, y el alto mando de las Fuerzas Armadas del Ecuador, realizamos un sobrevuelo en helicóptero por los puntos señalados por El País de España y encontramos que nada de lo que dice este medio es verdad. No hay tales campamentos de las FARC, lo que hay son pequeños poblados en medio de la espesura de una inmensa selva, mayoritariamente habitado por colombianos. Las FARC están al otro lado de la frontera, en el lado colombiano.
El ministro Sandoval reitera que al norte el Ecuador no limita con Colombia sino con las FARC, y específicamente con el frente 48 de las mismas, que se ubica al frente de la provincia nor oriental ecuatoriana de Sucumbíos. Más al norte «tenemos a elementos del ELN (Ejército de Liberación Nacional), el frente 29 de las FARC que está encima del (río) Mataje y otros grupos relacionados con la droga y el narcotráfico», señala Sandoval.
Los irregulares «ocupan todo el borde sur de Colombia y prácticamente se pasean libremente, el ejército colombiano, por estrategia o como quiera decir, no toma posesión, no existe soberanía sobre la frontera colombiana porque está en manos de los irregulares armados», agrega Sandoval. Al interior de Colombia se ubica la Brigada Móvil Contrasubversiva Nº 13 de El Empalme que efectúa ataques puntuales y se retira.
Unos 8000 soldados ecuatorianos vigilan una frontera de 720 kilómetros, de los cuales 429 son de selva inhóspita y casi impenetrable. Una frontera porosa difícil de controlar. El conflicto colombiano ocasiona al Ecuador un gasto de unos 100 millones de dólares al año que podrían servir para combatir la pobreza y atender las múltiples necesidades sociales insatisfechas.
Con un pie de fuerza de 406.022 soldados y un presupuesto de 7000 millones de dólares y un enorme apoyo económico, militar y tecnológico de Estados Unidos, el Estado colombiano se muestra incapaz de controlar sus fronteras, pretendiendo «derramar» el conflicto a sus vecinos e involucrarlos en una guerra que no es la suya.
Una cosa que no dice la versión sesgada de El País es que el Ecuador es más bien el «santuario» de los refugiados que huyen de la violencia desencadenada por todos los actores armados de Colombia. Alrededor de medio millón de colombianos han sido acogidos en el Ecuador, de los cuales 58.000 son refugiados.
Propaganda «blanca»
Según el ya citado Cuevas Mardones, la propaganda «blanca» utiliza «información verídica, pero que igualmente está seleccionada y presentada de modo que pueda ejercer el efecto buscado sobre quienes la reciben».
El aparato mediático del continente tiene una visión reduccionista del conflicto colombiano que ya lleva 60 años, descargando todas las culpas sobre las FARC como si éstas fueran el único actor armado responsable de la violencia. (Para que no haya dudas sobre nuestro criterio sobre las FARC, suscribimos lo que señala el periodista uruguayo Raúl Zibechi: «Lo primero que llama la atención, es la falta de pudor de los actores. Las FARC se presentan como una organización revolucionaria y popular pero son en realidad un grupo armado que viola los derechos humanos, recluta menores a la fuerza, abusa de las mujeres y de los rehenes que mantiene en su poder y se financia gracias al narcotráfico. Muchos países lo consideran terrorista»).
De las FARC también habría que decir también que cuando crearon un partido político, la Unión Patriótica, para intervenir en la vida democrática, más de 3000 de sus miembros fueron asesinados.
En el conflicto colombiano se identifican «cuatro capas armadas»: fuerzas armadas, las guerrillas, los paramilitares y los narcotraficantes. Un quinto elemento que habría que agregar es Estados Unidos que provee financiamiento militar (Colombia ocupa el tercer lugar en la ayuda militar estadounidense después de Israel y Egipto), asesoramiento militar, información y tecnológica de punta. Cada uno de estos actores tiene sus propias responsabilidades en las cifras de la violencia: cuatro millones de desplazados, 30.000 desaparecidos, 3.500 masacres, 3.200 secuestrados, cientos de miles de muertos, y cientos de miles de fosas comunes.
Si hubiera un real interés de los grandes medios por impulsar una agenda de paz tendrían que informar con la verdad. Los medios se hacen eco de los secuestrados pero se olvidan de las demás víctimas de la violencia: refugiados, desplazados, familiares de desaparecidos, viudas, víctimas de tortura, familiares de sindicalistas, indígenas, afrocolombianos y periodistas asesinados… ¿Por qué solo fijarse en las FARC y no referirse también a los paramilitares y al Estado colombiano que desde julio de 2002 a junio de 2006 es responsable de 955 ejecuciones extrajudiciales y 235 desapariciones forzadas, según el Colectivo de Abogados «José Alvear Restrepo» de Colombia?
Debemos desmenuzar todas las aristas del conflicto indagando las causas que lo generan y perpetúan. Una mirada sesgada y parcializada no ayuda a formar opiniones certeras del conflicto y sus posibles salidas La vía de la guerra no ha contribuido a resolverlo en más de 6 décadas porque no se han abordado las situaciones de exclusión, inequidad, impunidad e injusticia que lo alimentan ¿Por qué no prestar atención a los planteamientos de solución política al conflicto propuestas por partidos como el Polo Democrático de Colombia, organismos de derechos humanos, sindicatos y ciudadanos y ciudadanas que últimamente se han movilizado masivamente en busca de la paz?
– Eduardo Tamayo G. es periodista ecuatoriano.