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Reseña de "El penal de Valdenoceda"

Valdenoceda no fue cainita

Fuentes: Rebelión

Los autores de «El penal de Valdenoceda», Fernando Cardero Azofra, estudioso de la historia de Burgos con publicaciones en medios de comunicación, y Fernando Cardero Elso, director de Cultura del Ayuntamiento de Miranda de Ebro (Burgos) son quienes firman también, entre otros libros, «La Guerra Civil en Burgos. Fusilados, detenidos y represaliados en 1936», editado […]

Los autores de «El penal de Valdenoceda», Fernando Cardero Azofra, estudioso de la historia de Burgos con publicaciones en medios de comunicación, y Fernando Cardero Elso, director de Cultura del Ayuntamiento de Miranda de Ebro (Burgos) son quienes firman también, entre otros libros, «La Guerra Civil en Burgos. Fusilados, detenidos y represaliados en 1936», editado en 2009. Para su último libro, «El penal de Valdenoceda», han realizado un trabajo minucioso de búsqueda y selección de datos de gran valor relacionados con la historia de esa cárcel franquista. Cuentan que les impulsó a ello la lectura de un artículo en el que se afirmaba que el trato dado a los presos había sido inmejorable y los carceleros habían contado con la colaboración de los mismos presos para su reconversión religiosa y política.

Los autores demuestran con todas las pruebas la falsedad e hipocresía de tales afirmaciones y de quienes las han suscrito. La exposición se hace a partir de los expedientes de los reclusos de Valdenoceda. Con el libro se quiere rehabilitar la memoria de los republicanos y la verdad de lo que sucedió en aquel infierno: tortura y muerte que el franquismo sembró sobre las personas que defendieron la legalidad, la democracia, la República. El terror fue ejercido en tal medida sobre la población que ésta se hundió en un silencio estremecedor, y aún hoy permanece en gran parte de la clase trabajadora esa mudez en torno al genocidio y sus responsables, pero gracias a gentes valientes, de conciencia, vuelve a reafirmarse la Verdad, el derecho a la Justicia y la Reparación histórica.

Se nos advierte desde el comienzo del uso de una voz narrativa que parte de un republicano condenado en Valdenoceda, un personaje que recoge la experiencia de los que por allí pasaron. A través de esa voz sabremos de las gestiones emprendidas por los franquistas para adquirir el terreno y el edificio de una fábrica instalada, su fin era la construcción de la prisión calificada después como la peor de todas las cárceles para los demócratas. En el periodo en que la mantuvieron, hasta 1945, se recogen los datos de 154 presos fallecidos allí, pero no están todos los que fueron. El frío, el hambre, las enfermedades, las torturas, se llevaban a la tumba a un número incontable de condenados, cuyos entierros se hacían fuera del cementerio municipal «sin epitafios, sin placas, sin seña alguna que los recuerde». A los encerrados se les obligaba a cantar himnos fascistas, a asistir en formación a misa y a otros actos, a permanecer en el patio de la cárcel con el hielo, la lluvia o la nieve todas las horas del día, excepto en la comida y en la cena; el hacinamiento, las celdas de castigo, en realidad agujeros bajo tierra en ocasiones llenos de agua, los trabajos forzados, eran trabajadores esclavos, la suciedad, las epidemias, las plagas de parásitos, las enfermedades contagiosas, la incomunicación, sin alimentos ni medicinas, sin personal sanitario,…, convertían cárceles como la de Valdenocceda en centros de exterminio. Eso sí, la colaboración de la iglesia católica para llevar a cabo el genocidio alcanzaba toda la normativa fascista, les daba su bendición y su personal, normativa en la que se empleaban con las mayores energías y a cuya práctica de castigo y extorsión denominaban «catequizar».

El encargo para poner en marcha el penal recayó en Torné, personaje siniestro que fue director de la cárcel de Porlier, en Madrid. Torné buscó como director de Valdenoceda a Carazo Gómez, que se quedó en el puesto hasta poco antes de cerrarse el penal. Los autores dedican un capítulo a las organizaciones políticas que fueron reconstruidas dentro del penal por sus militantes presos, comunistas, socialistas, anarquistas; recorren las vivencias, terriblemente duras, las esperanzas, las luchas por la supervivencia, el paso de presos por Valdenoceda para luego llevarlos a otras prisiones, las historias de los que sin saber que pasaba «desaparecían», el recuerdo de los familiares, la vigilancia sobre el universo carcelario, las prohibiciones, y las cartas que los presos estaban obligados a escribir al director de la cárcel, un documento que nos acerca el dictado fascista bajo el que se ha vivido en el estado español (les recomiendo una novela de Antonio Férres sobre el estado prisión: «Los vencidos», editorial Gadir), la referencia particular del modelo de carta nos acerca a aquellas y aquellos que pasaron por semejante tormento. El repaso a los nombres y su circunstancia por medio de las fichas puede hacernos cansada la lectura, aunque principalmente es un homenaje a los demócratas perseguidos por el fascismo, a los republicanos cuyo legado de libertad, justicia e igualdad vamos recuperando.

En el Prólogo, Gonzalo Santonja hace una afirmación que los autores contradicen con sus propias palabras y con lo que exponen; Santonja afirma que fue una guerra «cainita», y nada más lejos de la realidad histórica, la guerra, calificada hoy por los historiadores y juristas de dentro y fuera del estado español, incluyendo las instituciones de Derechos Humanos, la califican de genocidio sobre el pueblo español, los crímenes franquistas están denominados como crímenes de Lesa Humanidad, por eso piden los juristas internacionales, ONU, Comisión de Derechos Humanos, Consejo de Europa de Derechos Humanos,…, que el Parlamento español condene el golpe fascista, la anulación de las «sentencias» a los republicanos, la recuperación de la Memoria Histórica Democrática, que el estado se haga cargo de la recuperación de quienes enterraron en fosas comunes y cunetas (España es el segundo país del mundo, después de Camboya, con mayor número de desparecidos), que se investigue la causa de los niños robados, y otras tantas reivindicaciones democráticas, en definitiva: que instaure la Verdad, la Justicia y la Reparación. La guerra la desencadenaron los franquistas al fracasarles su golpe de estado contra la democracia, y la llevaron a cabo con tropas mercenarias de Marruecos, con la ayuda de tropas y aviación del estado fascista italiano y con la ayuda de tropas y aviación del Estado nazi alemán, mussolini y hitler con franco y sus generales. La condena de Mussolini y Hitler es la misma para franco. Los franquistas divulgaron el término «guerra civil» para de esa forma encubrirse y justificar lo injustificable, una guerra contra el pueblo que quería salir de la miseria y defender la conquista de los derechos democráticos, la República, como garantía de igualdad y justicia.

Título: El penal de Valdenoceda.

Autores: Fernando Cardero Azofra, y Fernando Cardero Elso.

Editorial Cálamo.

Ramón Pedregal Casanova es autor de «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios», edita Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@yahoo.es)