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Valor de uso, valor, valor de cambio, objetivación y cosificación

Fuentes: Rebelión

Este trabajo está motivado porque un lector de mi blog me preguntó si Marx había hablado de la cosificación de las personas. Formuló también otros juicios sobre el valor de uso y el valor que me resultaron equívocos. A mi juicio una buena parte de las confusiones sobre estos conceptos se debe a que el pensador en cuestión no sabe en qué fase de la elaboración teórica de El Capital de Marx se sitúa su reflexión teórica.

Valor y valor de cambio

Cuando Marx elaboró su obra Contribución a la Crítica de la Economía Política no distinguió entre valor y valor de cambio. Sin embargo, cuando elaboró El Capital si estableció esa distinción. Por valor entendemos una propiedad inmanente (interior) al valor de uso o mercancía. Esa propiedad inmanente es la cantidad de trabajo humano que la sociedad debe emplear para producir los valores de uso de acuerdo con las condiciones técnicas medias. El valor así considerado carece de objetividad y Marx lo catalogó como una objetividad espectral. Mientras que el valor de cambio lo entiende “como la relación cuantitativa, la proporción en que los valores de uso de un tipo se cambian por los de otro…”. Esta es la fase inicial del mercado o trueque directo, fase en la que todavía el valor no se había transformado en dinero.

En la sección de El Capital titulada La forma del valor o el valor de cambio -obsérvese que “valor de cambio” y “forma de valor” son expresiones equivalentes-, Marx afirma que la objetividad del valor solo puede presentarse en la relación social de una mercancía con otra. El intercambio de mercancía no crea el valor, pero sí las formas del valor. Es propio de la economía clásica y convencional confundir estas dos determinaciones. Téngase en cuenta que el problema de cómo el valor se hace objetivo nada tiene que ver con la objetivación del sujeto cuando en el proceso de trabajo elabora el objeto y lo convierte en producto. Y estos dos hechos suelen igualmente confundirse por parte de algunos filósofos marxistas. La objetivación se estudia cuando se estudia el proceso de trabajo, mientras que la forma objetiva del valor se estudia en el análisis de las formas del valor mercantil. Este quehacer teórico presente en El Capital de Karl Marx es una herencia hegeliana. En la introducción a Lecciones sobre la historia de la filosofía, Hegel se expresa en los siguientes términos: “La misma necesidad que preside la evolución de los conceptos en la filosofía informa su desarrollo en la historia; lo que impulsa adelante es siempre la dialéctica interna de las formas”.

Después de aquella afirmación de la sección de El Capital referida más arriba, Marx añade esta otra: “En realidad partimos del valor de cambio o relación de cambio de las mercancías a fin de dar con la pista de su valor encerrado en ella. Ahora tenemos que volver a esta forma fenoménica del valor”. Anótese que valor de cambio y relación de cambio de las mercancías es lo mismo y que el valor de cambio es la forma fenoménica o modo de expresión del valor. Uno de los rasgos más destacados del pensamiento de Marx es su extremado rigor; y si queremos ser fiel a su pensamiento, debemos imitarlo en esa exigencia.

Les recuerdo que, en la relación de cambio las dos mercancías no desempeñan el mismo papel. La mercancía que expresa su valor está en forma relativa de valor, y la mercancía que funciona como material de expresión del valor está en forma de equivalente. Pues bien, en la sección de El Capital titulada La forma de equivalente, Marx hace la siguiente afirmación: “La primera particularidad que resalta en la observación de la forma de equivalente es ésta: el valor de uso se convierte en forma fenoménica de su opuesto, el valor”. Ahora preguntamos: ¿cómo existe el valor de forma objetiva? En forma de valor de uso. ¿Cuándo ocurre esto? En la relación de cambio de dos mercancías. Pero ¿ocurre en las dos mercancías que se intercambian? No, solo en la mercancía que desempeña el papel de equivalente. Así que el concepto de valor de uso se desdobla: por una parte, cuando consideramos a la mercancía aislada y definimos el valor de uso como una cosa que por sus propiedades satisface necesidades humanas, y por otra parte, cuando en la relación de cambio entre dos mercancías definimos el valor de uso de la mercancía que desempeña el papel de equivalente como forma fenoménica del valor de la mercancía que está en forma relativa de valor. Sé que esto añade cierta complejidad, pero El Capital es una obra compleja y exige un pensamiento complejo, que como ya he insistido en muchas ocasiones es fundamental las transiciones y los matices.

Cosas y personas

En la sección primera de El Capital, que en la edición de Akal se desarrolla entre la página 55 y la 118, las personas no aparecen, solo las mercancías. Cuando al inicio de la exposición del valor de cambio Marx dice que “el valor de cambio aparece primero como la relación cuantitativa, la proporción en que los valores de uso de un tipo se cambian por los de otro”, en la expresión escrita en negrita se da a entender que son los propios valores de uso los que se cambian por otros sin intervención de las personas. Cualquier persona estaría en su legítimo derecho a descalificar expresiones de ese tipo por no reflejar la realidad tal cual es. Pero habría que advertirle que el concreto sensible, el que nos proporciona la percepción, es muy diferente del concreto mental, que nos lo proporciona el pensamiento conceptual. No obstante, 65 páginas después, al inicio de la sección titulada El proceso de intercambio, Marx dice lo siguiente: “Las mercancías no pueden ir por sí solas al mercado al mercado ni intercambiarse por sí mismas. Tenemos, pues, que dirigir la mirada hacia sus guardianes, los propietarios de mercancías”. Solo quiero que observen cómo se construyen las teorías. A los sentidos las cosas se les presentan en el espacio y todas sus determinaciones aparecen de forma simultánea, mientras que en el pensamiento conceptual, que se desenvuelve como una figura temporal, las determinaciones se presentan de forma sucesiva. Y es un error teórico habitual introducir determinaciones en una fase teórica que corresponden a fases teóricas posteriores. Del mismo modo que es un error formular preguntas en las primeras fases teóricas que corresponden a una fase teórica más evolucionada. También se cometen errores cuando no se domina el concepto de evolución y se presentan como contrarias dos fases evolutivas de la misma sustancia. Así, por ejemplo, en el trueque la mercancía que funciona como equivalente es la forma embrionaria del dinero, lo que sucede es que la función de equivalente es un papel que desempeñan todas las mercancías que participan en el intercambio. La forma de dinero o el valor existiendo en su forma acabada se produce cuando la forma de equivalente se hace general y se fija a una o dos mercancías particulares. Pero no hay contradicción en la forma individual de equivalente y el dinero, la esencia es la misma, lo que sucede es que son dos fases evolutivas distintas de la misma esencia. En este ámbito también es necesario que los pensadores marxistas sean más rigurosos. Deberían siempre informar a quienes les leen en qué fase de la evolución teórica de El Capital están haciendo sus reflexiones.

La personificación de las relaciones sociales

En la sección dedicada al proceso de intercambio Marx formula la siguiente idea: “En general, a lo largo de nuestra exposición veremos que las distintas máscaras de las personas no son más que personificaciones de las relaciones económicas, encontrándose unas ante otras en calidad de portadores de ellas”. Aquí Marx habla de la personificación de las relaciones socioeconómicas, en la sección dedicada al proceso de intercambio, mientras que en la sección dedicada al capital productor de interés habla de la cosificación de las relaciones sociales. Y al igual que la personificación no debe confundirse con la cosificación, del mismo modo no debemos confundir el análisis del proceso de intercambio, que es independiente del modo de producción capitalista, con el análisis del capital productor de interés, que es un rasgo esencial del modo de producción capitalista en su fase avanzada. Y los conceptos que son propios para el análisis del capital productor de interés no pueden introducirse en el análisis del proceso de intercambio, un error que se da en el pensamiento de los economistas convencionales, quienes cuando analizan las relaciones capitalistas introducen los lugares comunes de la producción mercantil. Es muy fácil confundir y mezclar las determinaciones de la forma mercantil de la riqueza con su forma de capital. Pero volviendo al concepto inicial de este parágrafo, Marx habla del capitalista como la personificación del capital. También podríamos afirmar que el capital es la cosificación del capitalista o el capitalista existiendo como capital. Y todos sabemos que los capitalistas hablan en nombre del capital o en nombre de la empresa de la que son propietarios y por su lado material: inmueble, maquinarias, instalaciones y bienes o servicios producidos.

Cosificación de las personas

El único lugar de El Capital, que yo sepa, donde Marx habla de la cosificación de las personas se encuentra en la exposición de la metamorfosis de las mercancías de la sección titulada 2. Medio de circulación. Les transcribo el extracto donde se encuentra dicha afirmación: “La antítesis inmanente de la mercancía entre valor de uso y valor, de trabajo privado que tiene que presentarse al mismo tiempo como trabajo directamente social, de trabajo particular concreto que al mismo tiempo solo vale como trabajo general abstracto, de personificación de las cosas y cosificación de las personas, esta contradicción inmanente asume sus formas dinámicas más completas en los antagonismos de la metamorfosis de las mercancías. Por eso, estas formas incluyen la posibilidad de las crisis, aunque solo la posibilidad de las crisis”.

Lo primero que debemos observar es que Marx habla de la cosificación de las personas en el ámbito de la forma mercantil de la riqueza y no en el ámbito de la forma de capital de la riqueza. Lo segundo que debemos observar es que dicho concepto, la cosificación de las personas, carece de desarrollo, figura solo como nombre del objeto de un concepto, sin que sepamos por el propio Marx nada de su contenido. Y si quisiéramos extraer un contenido conceptual de lo dicho por Marx, deberíamos afirmar que es una expresión equivalente y complementaria de los siguientes conceptos: valor, trabajo directamente social y trabajo general abstracto. No hay más y no debemos buscar más. Lo cierto es que más adelante, en la fase donde se estudia la compra y venta de la fuerza de trabajo, Marx nos advierte que en el régimen capitalista los trabajadores no son cosas. De ahí que la expresión “cosificación de las personas” empleada por Marx en el extracto antes transcrito, nunca podría entenderse en el sentido de que las personas y en especial los trabajadores son cosas en el mundo de la producción capitalista.  No obstante, en el régimen esclavista las personas sí son cosas y por dicha razón pueden comprarse y venderse como mercancías. Así que, si quisiéramos darle un sentido que adecúe al contenido conceptual de la expresión “cosificación de las personas”, solo podríamos afirmar que la cosificación de las personas es una determinación mercantil que solo está presente en el modo de producción esclavista. Es cierto que en el desarrollo del capitalismo muchas personas fueron sometidos a la esclavitud, pero esto solo pone de manifiesto que en el modo de producción más avanzado, el capitalista, pueden encontrarse huellas del modo de producción más atrasado, el esclavista.

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