En diálogo con Marcha, la referente social colombiana Piedad Córdoba analizó las relaciones entre su país y Venezuela a partir de la consolidación del socialismo bolivariano.
Fue una de las grandes protagonistas de aquel trabajo silencioso que miles de colombianos han hecho en los últimos años para lograr la paz y el fin del conflicto armado, político y social en su país. Piedad Córdoba, militante por los derechos humanos, ex senadora y miembro de Colombianos por la Paz, estuvo en Caracas durante las últimas elecciones presidenciales acompañando a Nicolás Maduro. «Lo que se vivió en Venezuela el 14 de abril creo que es bastante importante. Porqué es la comprobación del legado de Chávez. La comprobación de que la gente no solamente sale a marchar y se moviliza sino que va a defender realmente el proyecto de la revolución bolivariana» explicó en diálogo con Marcha.
La dirigente social fue una de las invitadas internacionales que siguieron el proceso electoral venezolano. Una elección marcada por las denuncias mediáticas lanzadas por la oposición conservadora, que además de desconocer la derrota e incentivar hechos violentos en todo el país cuestionó fuertemente al Poder Electoral, poniendo en duda su trabajo. «Todo el proceso electoral venezolano es muy confiable. Tienen una institución como el Consejo Nacional Electoral que es muy seria, muy sólida y que da garantías de un resultado legítimo» aseguró Córdoba.
Un interés por los comicios venezolanos que surge de la gran vinculación que existe con su país. Sin ir más lejos, a pocos días de celebrarse las elecciones, el gobierno venezolano anunció la captura de unos 120 paramilitares colombianos, vestidos con uniformes militares de Venezuela, que se dirigían hacia Caracas. Una intromisión que según Córdoba no es nueva y tiene que ver con la situación política que vive aún hoy el país. «Es muy lamentable, muy rechazable. Está absolutamente claro que en Colombia no ha acabado absolutamente el paramilitarismo y lo está exportando hacia otras regiones. Ocurrió en Honduras, en Paraguay y ese sector ha intentado, por segunda vez, deslegitimar y desestabilizar a Venezuela a través del paramilitarismo».
Son temas que también están en la agenda de los diálogos de paz con las FARC. Es decir la desmovilización del paramilitarismo. «El país ya gastó una cantidad de recursos impresionante para eso. Se supone que ya hubo un acuerdo de desmovilización y que acudieron ante la Justicia, pero lo que estamos viendo es que el paramilitarismo está vivo, y ahora tratando de intervenir nuevamente en la política de Venezuela».
Ya en mayo de 2004, un centenar de paramilitares colombianos habían sido capturados mientas se encontraban en actividad en una finca en las afueras de Caracas propiedad del reconocido opositor cubano-venezolano Robert Alonso. En Estados como Táchira o Zulia los paramilitares colombianos fueron contratados como sicarios por parte de lo latifundistas que se vieron obligados a ceder sus tierras a partir de la reforma agraria del 2001. Se estima que unos 200 campesinos fueron asesinados por matones provenientes del otro lado de la frontera en ese proceso.
Sin embargo, el gobierno colombiano siempre ha puesto el acento en el supuesto ‘encubrimiento’ que Chávez habría garantizado a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Especialmente bajo el gobierno de Álvaro Uribe, las relaciones entre los dos países han llegado a altos niveles de tensión por estas acusaciones, a tal punto de que Venezuela movilizó su ejército en la frontera con Colombia luego del bombardeo que Bogotá ordenó en territorio ecuatoriano para desmantelar una de las células de la guerrilla.
Un clima que se ha distendido con el actual gobierno del presidente Santos que ha permitido, inclusive, que Venezuela tuviera un rol fundamental en la realización de los diálogos de paz entre el gobierno y las FARC. «Creo que el rol de cualquier país de la región no es solamente intervenir en los contenidos o en los supuestos generales de los diálogos, sino instar a las partes a que se logre el acuerdo, a generar confianza hacia las FARC» explicó a este propósito Piedad Córdoba.
«Venezuela lo ha venido haciendo y logró algo que era casi imposible, es decir que las FARC llamaran al gobierno colombiano y se sentaran a buscar la paz. Lo mismo lo ha hecho con el ELN. Yo creo que ahora, con Maduro, el papel de Venezuela va a seguir siendo igual de importante, creíble, confiable y realmente necesario para el país».
Un proceso que sin embargo requiere de un mayor protagonismo de las organizaciones y movimientos sociales colombianos, según plantean desde el espacio que Córdoba integra. Y la Revolución Bolivariana, para muchos de los movimientos populares del continente, representa sin duda una referencia política e ideológica.
«Los movimientos sociales en la mayoría de los países latinoamericanos han venido avanzando. Es obvio que se dan diferentes formaciones cualitativas en cada país, especialmente cuando muchos de esos movimientos sociales han dado el paso adelante al llegar al poder. Y han transformado sociedades como el caso de Bolivia. Eso es fundamental. Como lo que se viene dando en Honduras. En Colombia ha sido mucho más difícil porque han exterminado muchos sectores populares y muchos dirigentes. Creo que la situación actual en Venezuela, su consolidación en el poder, y más aún su papel en el proceso de paz ayuda mucho, legitima y fortalece la presencia de las organizaciones en el proceso».