Citemos hechos que deberíamos conocer todos.
Antes de la cumbre de octubre de 2024 el BRICS+, además de sus miembros originarios Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, comprende Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán. Para esa fecha, entre todos alojan cerca del 45% de la población del mundo, crean el 34% del PIB global, disponen de 30% de sus tierras cultivables, producen 40% de sus cereales, 50% de la pesca, 50% de los lácteos, poseen 49,687 % de las reservas de gas, 40% de las de carbón, 46% de las reservas petroleras, suplen 46% de la producción de petróleo y 39% de las exportaciones de crudo, y entre China y Rusia manejan el 70% de la producción mundial de uranio. (Amérika Latina y Karibe. Debate e ideas Número 19, Edición especial, octubre-diciembre de 2024). Cifras que aumentarán exponencialmente a medida que sean admitidos una treintena de países que solicitan su integración al grupo.
El mundo actual resulta de una prolongada rapiña en virtud de la cual desde el siglo XVI los europeos -y luego aliados con ellos, los estadounidenses- valiéndose de sus armas de fuego colonizaron y saquearon América, África y Asia. Las riquezas expoliadas costearon el surgimiento del capitalismo, del imperialismo, y la implantación de los Estados soberanos modernos. Estos crearon organizaciones internacionales para perpetuar su hegemonía e incrementaron su poderío militar, sumiendo al mundo en un estado de guerra permanente contra pueblos colonizados y entre las mismas potencias coloniales.
Se llegó así a la situación en la cual el pequeño grupo de países del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón; Reino Unido y, la Unión Europea) pretende avasallar política, económica y militarmente al mundo.
Contra la pretensión de esclavizar a la humanidad por parte de Estados que representan menos del 10% de la población y consumen la mayoría de los recursos del planeta insurgieron revoluciones, y organizaciones tales como el Movimiento de los No Alineados, la OPEP, el Mercosur, el ALBA, el ASEAN, y ahora el BRICS+.
En el campo financiero, el G-7 impuso por las armas y la presión diplomática una divisa obligatoria de intercambio internacional sin ningún respaldo, el dólar, con la cual el país emisor compró el mundo y cumplió con sus compromisos sin más esfuerzo que activar una máquina impresora.
Como alternativa, el BRICS+ propone una divisa con respaldo de 40% en oro y recursos naturales, y un 60% en una canasta de monedas de los miembros, llamada 5-R por su composición en reales, rupias, rublos, renminbis y rands.
Como país con la primera reserva de oro de América Latina y segunda de América a pesar del latrocinio efectuado por el Bank of England, Venezuela podría contribuir a ese respaldo, que a su vez implicaría la desdolarización global, la dilución del efecto de las medidas coercitivas unilaterales, y el fin del mundo unipolar.
El G-7 dominó las finanzas mundiales y la hegemonía del dólar mediante sistemas de transferencias tales como el SWIFT, que permitían bloquear pagos y comercio de países insubordinados, y ejecutar medidas coercitivas unilaterales, latrocinios y extorsiones como instrumentos de política económica. Mediante el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, impulsó una deuda pública impagable, que asciende hoy al 333% del PIB global. Al respecto, además de la divisa común, BRICS+ postula un novedoso sistema internacional de pagos y transacciones tanto en monedas digitales como locales, así como el Banco de Desarrollo, creado en 2015 para facilitar pagos e inversiones de los países miembros.
La civilización contemporánea tiene su fundamento económico en el combustible fósil, que proporciona arriba del 80% del consumo energético mundial, y que según la Agencia Internacional de la Energía, British Petroleum y la OPEP, bien podría estar por agotarse en cuatro o cinco décadas. Desde hace más de un siglo la compleja pugna geopolítica, diplomática y militar ha tenido por objeto primordial el control de las reservas de hidrocarburos.
Actualmente el G-7, que agrupa sólo el 10% de la población del mundo, consume el 26% de la energía mundial; mientras que el 45% de la humanidad, agrupada en el BRICS+, consume el 47% de dicha energía, y el restante 47% de la población consume apenas el 27%. Esta asimetría es todavía más injusta si se considera que la mayoría de las reservas de hidrocarburos está en el llamado Tercer Mundo.
Comparemos las reservas de energía fósil sin las cuales no es posible hoy en día la producción alimentaria masiva. El país con mayores reservas probadas de petróleo es Venezuela, con 303.806 millones de barriles, y el segundo, Arabia Saudita, con 260 000 millones de barriles. Estados Unidos, el mayor consumidor de hidrocarburos del mundo, ocupa apenas el décimo lugar, con 47.053 millones de barriles. Rusia ocupa el octavo lugar, con 80.000 millones de barriles, casi el doble de las de Estados Unidos. La inmensa China ocupa el puerto 14, apenas con 25.000 millones de barriles. La sigue Brasil, en el puesto 15, on 16.184 millones de barriles. La populosa India está en el puesto 22, con 2.625 millones de barriles, y Sudáfrica en el rango 83, con 15 millones de barriles (países con reservas de petróleo). La incorporación de Venezuela, añadida a la de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidas, constituiría al BRICS+ en el coloso energético mundial.
En el mundo actual no existen independencias ni recursos sin armas que las defiendan. El BRICS+ no es una alianza militar, aunque algunos de sus miembros, como China y la Federación Rusa, (y en cierta medida Irán) disponen de capacidad defensiva para disuadir al G-7 y la OTAN de incrementar o mantener su hegemonía por medios violentos. Apunta el BRICS+ a aumentar el número de miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, para hacerlo más representativo.
El BRICS+ es una alianza económica y política, pero no social. De sus miembros, antes de la cumbre de octubre de 2024 sólo China es declaradamente socialista. La poderosa laboriosidad de casi la mitad del género humano ha elevado a sus Estados miembros del estatuto de semicolonias al de potencias.
Haría falta un BRICS+ social, que evitara que la usuraria lógica capitalista convirtiera esta magnífica iniciativa en inmisericorde maquinaria de extracción gratuita de recursos naturales y mano de obra sin derechos laborales ni sociales.
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