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Ponencia presentada en la mesa-debate Trinchera Abierta en su edición del mes de julio

Ver las orejas del lobo

Fuentes: Rebelión

Algunas razones para debatir este tema ¿Por qué hablar de marxismo-leninismo? ¿Por qué en Cuba, por qué en Trinchera Abierta? Esas son las preguntas que me hacía mientras ideaba el encuentro de este mes. Para responder, recuerdo que una de las líneas que define este espacio -y no es la única- es la de socializar […]

Algunas razones para debatir este tema
¿Por qué hablar de marxismo-leninismo? ¿Por qué en Cuba, por qué en Trinchera Abierta? Esas son las preguntas que me hacía mientras ideaba el encuentro de este mes.
Para responder, recuerdo que una de las líneas que define este espacio -y no es la única- es la de socializar nuevas visiones sobre el marxismo. Pero, ¿diferentes de qué? ¿De qué es de lo que hay que ser diferente? Justamente, del marxismo-leninismo. Es decir, ese marxismo -esos marxismos diferentes- que se proponen mostrar en Trinchera Abierta, son una respuesta al marxismo-leninismo.
Entonces, mientras preparaba una proyección de los temas que se podían abordar para lo que queda de año en este espacio de debate, pensé que luego de muchos meses nos encontramos con una realidad: no se había hecho uno para hablar directamente y definir ese marxismo del que se quiere marcar una distancia. Por tanto, hay en la de razón de ser de este propio espacio un motivo para traer el tema. Hasta ahora, aquí se ha venido hablando del «lobo», de que el «lobo» está aquí, y no se había hecho el encuentro directo para describir al «lobo».
También están las razones del orden de la nación para hablar del tema que se trae a este encuentro. Y es que vimos una constitución -la del 76-, proclamar que seguimos el marxismo-leninismo. Se decía al mundo que somos marxistas-leninistas. Por varios lugares se veía el cartel con la frase de Fidel haciendo alusión al carácter superior de esa ciencia. En Cuba éramos, por ley, marxistas…
Incluso tenemos un partido  marxista-leninista. Sí, ese que es la fuerza dirigente y superior de la sociedad cubana, y que cierta autoridad dijo en público que la constitución no debía ponerle directrices al partido. Y además, como expresión de eso, vemos que ha existido por años la carrera de Filosofía Marxista-leninista. Ello no muy lejos, sino ahí mismo, en la Universidad de la Habana -se puede ver  también en las universidades pedagógicas cubanas-. De la asignatura de filosofía de las carreras universitarias, es apreciable en sus libros ese marxismo-leninismo.
En resumen, el país ha contado con un sistema político que afirma y se basa -según explicita- en las ideas de tal enfoque, y cuenta con toda una serie de mecanismos -como la academia- para reproducirlo.
Luego, se pasa a anunciar en Carta Magna que, se trata de marxismo y leninismo -ambos por separado-. Cambia la línea oficial en su carácter declarativo de la noche a la mañana, sin conversaciones, reuniones, sin el acompañamiento educativo correspondiente. Muchos años escuchando la misma etiqueta, y de pronto, se reniega de ella y se le señala como dogma.
¿Cuánto cambia la sociedad solo por esa declaración?, ¿cuánto se modifican los mecanismos reproductores del marxismo-leninismo, tanto a nivel de academia, como en las concepciones que se utilizan en la práctica política? Y ciertamente, se ha dado el cambio de la declaración, el guión quitado que antes unía, pero no ha habido un proceso de separación, de educación social -empezando por la academia- que ayude a identificar el marxismo de aquel con guión leninismo. Y es eso, el bien mayor que nos lleva a este espacio de debate.
Dejando atrás las orejas del «lobo»
¿Qué es el marxismo-leninismo? El marxismo-leninismo comienza a instaurarse en la URSS luego de la muerte de Lenin (1924), de la mano de Stalin. Ello, quedó plasmado en una serie de obras: Fundamentos del leninismo ¿Trotskismo o leninismo?, Cuestiones del leninismo, y en Acerca del materialismo dialéctico y el materialismo histórico.
Con eso se le dio fin a todos los debates de la época. Las polémicas teóricas que habían marcado el desarrollo de la revolución, que atravesaban las ciencias sociales y llegaba hasta la economía política, se cerraban.
Y la dinámica de poder que comenzaba a impulsar Stalin -de disciplina y obediencia, debía ser acompañada no solo de la correspondiente concepción del mundo, sino por la conciencia teórica. El país que empezaba a perfilarse, debía producir la teoría a su imagen y semejanza.
El mismo hermetismo con que ocurrieron los hechos dentro del sistema político -ausencia de la divergencia-, se produjo como base de la estructuración del universo de la teoría. El marxismo-leninismo es el cuerpo teórico que acompañó al estalinismo. Tanto así, que son elaborados por la figura que le da nombre los primeros textos que lo respaldan.
Es por ello, que sin hacer un abordaje de las diferencias de contextos con la Rusia que paría aquellas desviaciones, propongo ver, de manera general, algunos de los rasgos que ayuden a identificarlas.
Lo primero que destaca en el campo de la ciencia, es el carácter normativo y altamente manipulado que tenía esta. Es necesario tener en cuenta para comprender esto, que de la mano del «gran teórico» del estalinismo, se planteó que el carácter verdaderamente científico de una ciencia venía a determinarse por la fe que ofrecía esta en la victoria. Lo que quiere decir, no otra cosa que la subordinación de la actividad científica a la ideología -política- dominante, donde la primera solo podría ser reconocida como tal, si reafirmaba a la segunda.
Tal rasgo no es de desviación menor, ya que vulgariza la concepción del carácter clasista de la ciencia -asociado a cuestiones del orden de lo orgánico a un sistema clasista-, para enarbolar una variante de ver al pensamiento teórico como un simple usuario del poder. Al menos dentro del socialismo, ese esquema ha sido ampliamente reconocido, y bastaría mirar la historia de las sociedades con esa condición. Así, se legó la manía de desacreditar a un pensamiento por si la clase dominante en el socialismo lo creía funcional a esta o no.
Se puede señalar como crítica esencial a dicha enfoque, que pone a orbitar alrededor de Marx una idea que había sido rechazada desde antes, que es la de establecer un a priori a la ciencia. Si bien ya Hegel los había cuestionado puramente desde el campo de las ideas, el marxismo-leninismo hacía que la ciencia naciera con un hacia donde debía ir. Aquello no solo significaba epistemológicamente regresar casi 200 años atrás, sino ir por caminos muy poco consecuentes con la lógica asumida por Marx.
En el plano político, el ejercicio de identificar cualidades del estalinismo puede durar mucho tiempo, e incluso perderse en la enumeración de crímenes y anécdotas que ilustren el autoritarismo. Pero como nos referimos acá a la dimensión teórica propiamente, para evitar lo antes mencionado señalaré solo lo que considero que es una raíz visible de la mayoría de las concepciones de la práctica política de la vertiente en cuestión: la visión instrumentalista del Estado.
Dicha lógica, consisto no en otra cosa que pensar que la sociedad puede ser conducida y dirigida desde los instrumentos de poder del Estado. No es un error totalmente ese pensar, pero sí lo es el exceso determinación que le da al uso de leyes, resoluciones y decretos, como métodos de organizar y dirigir la vida en sociedad. Con ello se regresa a una visión fetichista del Estado y que termina por convertirse en estatolatría. Su principal problema, es que desconoce el papel de la sociedad civil, por tanto, pierde por completo de vista dónde se generan las relaciones de poder -en la sociedad civil-, para desplazarlas hacia el Estado. Ideas estas, que pueden ser consideradas para nada marxistas, sobre todo teniendo en cuenta los trabajos de Marx en El 18 Brumario y en La Ideología Alemana. Se produce desde la visión marxista-leninista el abandono del sujeto cotidiano, real, para centrarse en el sujeto político -el de las estructuras políticas-.
En el campo de la economía, no son pocos los señalamientos. Se podría pasar, de la práctica de medir los planes de producción por el peso de los productos, de  ignorar el valor de uso como determinante del valor de cambio -visible en el descuido estético y utilitario de la producción-, y un sinnúmero de derivaciones hechas de la teoría de Marx que parten del prisma teórico estalinista, pero al igual que los temas anteriores, solo mencionaré el relacionado con el fundamento del Capital: el valor.
El valor es esa categoría que es sustancia-sujeto dentro del sistema teórico de Marx en su obra cumbre. Con ella deja claro que esta, no es otra cosa que el reconocimiento social, la relación de reconocimiento -tema este que he abordado en diferentes ocasiones. Sin embargo, el paradigma en cuestión hizo de un fundamento teórico -que nada tiene que ver con un principio filosófico-, precisamente un principio filosófico al más puro estilo de la escuela jónica, solo que esta vez la sustancia eran horas materializadas. Y así se ha desarrollado la economía política marxista por no pocas generaciones a tal punto, que ha plasmado una especie de «sentido común marxista», donde las interpretaciones del valor diferentes son rechazadas.
Por último, y considero que es el asunto de fondo en todo el marxismo-leninismo, es lo referido a la filosofía. Es precisamente la existencia de numerosas debilidades en ese campo, lo que fue la base y esquema reproductor de la mayoría de las desviaciones aquí mencionadas. Todas ellas -las debilidades- han estado atravesando cada uno de los problemas -y hay muchos más que por razones de tiempo no son abordados aquí-.
La cuestión normativa de la ciencia que la subordinaba al discurso de la clase dominante -la vanguardia socialista, a veces vanguardia entre comillas, otras veces no-, y asumir esto como lo científicamente correcto, desconoce toda la fundamentación teórica de la dialéctica desde la cual el único supuesto, es que no hay supuestos. Para tal ciencia, es necesario rechazar los condicionamientos previos, porque ellos enmarcan el resultado. Al iniciar una ciencia partiendo de determinados axiomas, se está haciendo apropiación de la teoría de otro objeto -recuérdese la inseparabilidad de la teoría del objeto del conocimiento del objeto-. Con ello, se dejaba de reflexionar el propio objeto, para ponerle a este la reflexión de otro -para este caso, imponiendo la racionalidad de la clase dominante, más bien, de cómo pensaba el objeto la clase dominante-. Muestra esto, tan solo de los primeros pasos para distanciarse de la dialéctica para acercarse a razonamientos formales, donde se permite desde afuera imponer condiciones a la teoría, como pueden ser formulaciones generales abstractas (reglas, esquemas, fórmulas, estructuras) o puntos -o conclusiones- a los que debe llegar la teoría.
La cuestión de la ponderación de los instrumentos del Estado, desde un plano filosófico, está permeada por la comprensión de la contradicción desde una visión de la contradicción que pone un peso mayor en un polo que en el otro -diferente de cómo lo enfoca la dialéctica-; y que, en otro ámbito, pudiera estar considerando que un fundamento es base de su forma, que es lo mismo que decir pensar la relación base-supraestructura de manera literal -de una parte sobre la otra-, cuando en realidad debería pensarse como el despliegue, la expansión de la relación planteada en lo que llamamos base -a mi juicio, una confusión producto de una mala pasada en el uso del lenguaje.
En el campo de la economía, de la misma manera hay muchas deficiencias. Por solo señalar, el darle un contenido físico al valor -hacerlo un principio-, reproduce la pregunta de aquellos primeros jónicos, cuyo problema era cosmológico. Al poner al valor con sustancia física, es como si este reprodujera un problema cosmológico del valor. De la misma manera, si bien la dialéctica no va de buscar los principios en la filosofía para asumir solo la idea del comienzo, con el valor como media física de horas que sirve de punto de partida, la economía política estableció un principio. No se olvide que un principio es un comienzo con forma, es decir, da al pensamiento un comienzo que ya parte de una forma -un esquema abstracto para pensar el objeto a reflexionar-, que como ya se mencionó aquí va contra la dialéctica.
Aunque pudiéramos seguir conversando sobre aspectos del marxismo-leninismo, con estos damos introducción a un tema que da para mucho más. A lo que agregaría, la invitación a que realizar un diagnóstico todo aquel que conozca esta breve ponencia, sobre cuánto del dogmatismo está presente en su subjetividad.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.