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El poeta y activista José Miguel Martín Muñoz presenta su poemario “Perdón por la utopía”

Versos de la calle frente a la docta academia

Fuentes: Rebelión

¿Por qué «desinquietas»? El término figura en el poemario de José Miguel Martín Muñoz «Palabritas desinquietas de vida, amor y otras revoluciones», publicado en 2014. También en su blog «Palabritas desinquietas», en el que desgrana poco a poco los versos que compone. El prefijo «-des» no implica negación, como cabría suponer, sino que refuerza en […]

¿Por qué «desinquietas»? El término figura en el poemario de José Miguel Martín Muñoz «Palabritas desinquietas de vida, amor y otras revoluciones», publicado en 2014. También en su blog «Palabritas desinquietas», en el que desgrana poco a poco los versos que compone. El prefijo «-des» no implica negación, como cabría suponer, sino que refuerza en este caso la inquietud. Un «canarismo», tal vez incorporado de la lengua portuguesa. En 2016 Josemi Martín avanza con un nuevo libro de poesías, «Perdón por la utopía», publicado por la editorial Zambra de Málaga, Libreando Ediciones de La Orotava (Tenerife) y coordinación Baladre contra el paro y la exclusión social. «Pido perdón por la utopía, / por creerte aunque me esquivas, / por darte fe aunque es ceguera / lo que tengo por candor. / Pido perdón por la calma, / por la paciencia finita, / por la quimera en que milita / esta certeza en llegar.» El activista y poeta realiza una advertencia previa: «Estos fisquitos (fisco: trozo, pedazo) de versos rimados, estos poemas furtivos, se escapan del alma tal y como salen, y así se muestran en estas páginas». Así, asegura, sin pulimentos ni correcciones, «aunque a veces den las ganas y parezca necesario».

José Miguel Martín Muñoz pertenece a la generación de canarios nacidos en los 80; siempre ha vivido en La Orotava, municipio de 40.000 habitantes de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Quienes le conocen, aseguran que siempre tuvo necesidad de contar aquello que veía y sentía. En su blog se presenta con dos ideas centrales: la creencia «ciega» en las personas, frente a los «apagadores de amaneceres»; y otra nota biográfica que repite en poemas y textos: no aprendió la poesía en la escuela, sino en canciones y calles arrabaleras. Frente a la erudición anquilosada y las sabihondas antologías, «Yo prefiero el escribir con dedos libres / de tu regla y tu sistema encorsetado, / de tu olimpo charlatán de docto experto, / con palabras que este pueblo no ha cantado. / Yo prefiero decidir que poesía / son las manos que se suman a otras manos, / que es el mágico poder de la palabra / en las bocas que se gritan desde abajo» (en «Versos Libres»).

Dicen que el poeta se desnuda cuando escribe, y Josemi Martín se sincera al afirmar que en la sociedad actual lo importante es reconocer que uno posee alma («nos la han arrebatado»), aun a riesgo de semejar una persona ridícula. Por eso los «fisquitos» del alma, los poemas, arrancados a las noches de insomnio desde finales de los 90, no aspiran a convertirse en Literatura (con mayúscula), sino a satisfacer la necesidad en primera persona de «romper con todo aquello que quisieron que fuera, y ser un poco de lo que -de manera egoísta- pido en otras». Tal vez este anhelo de ruptura se exprese en los siguientes versos: «Desde chico me dijeron que debía / competir por conseguir hacerme un sitio, / a codazos, a empujones y a mordidas, / a patadas y a trompadas si es preciso» (en «A la estufa del sistema»). El mismo deseo de autenticidad asoma en uno de sus últimos poemas: «Y no anidar para buscar cobijo, / no ser la lengua que se espera / ni la palabra pactada. / No ser la mano amputada que señala a ningún sitio, / no ser más la mascarada / que sonríe a media boca / las gracias del impostor» (en «Para buscar cobijo»).

La poesía reviste connotaciones especiales en las Islas Canarias. Además de una herramienta para la transformación social, destaca José Miguel Martín Muñoz, en el contexto insular deviene expresión «clandestina y natural, nómada y ancestral, desde la que combatir el desarraigo cultural y geográfico impuesto desde el colonialismo en el archipiélago». En la introducción de «Perdón por la utopía», el autor se apoya en la tesis de la filóloga Nayra Pérez en el libro «África, materia de definición para la literatura canaria» (Tamaimos, 2015): la poesía es «el género más cultivado en nuestras letras». Además Josemi Martín inaugura su poemario con una endecha (canción triste o de lamento) transcrita a finales del siglo XVI por el ingeniero italiano Leonardo Torriani («Descripción de las Islas Canarias»). Éste canto sobrevivía como una herencia de la cultura precolonial en Gran Canaria: «Aicà maragà, aititú aguahae / Maicà guere; demacihani / Neigà haruuici alemalai» (Sean bienvenidos. / Mataron a nuestra madre esta gente extranjera. / Pero ahora que estamos juntos, hermano, unámonos. / Si no estaremos perdidos»).

En los Rebereques (término de origen guanche: historias o cuentos) define Transacción: «Cambiando cuento por cuenta, / olvidaron la pobreza…/ pero también los sueños». Y sobre poetas y mentiras, «La noche es de poetas y de embusteros. / Me quedo en la mentira, me faltan versos». El autor ha recitado sus poemarios en Salamanca, Gijón, La Coruña, Vigo, Santander, Zaragoza, Irún y Madrid, entre otras ciudades. Una presentación muy especial tuvo lugar el pasado 23 de octubre con los compañeros del Espacio Social La Casa de La Orotava. El ocho de noviembre leyó las estrofas de «Perdón por la utopía» en los locales de CGT-Valencia. Entrevistado ese día en Radio Klara -emisora comunitaria de la ciudad de Valencia-, Martín Muñoz afirmaba que la poesía es siempre un proyecto personal, pero en su caso también colectivo, otra forma de lucha: «Nada tiene sentido si no es compartido, labrado mano a mano y en conjunto». De ahí el recuerdo a las gentes de Zambra y de Baladre, que luchan por una vida digna «en las cloacas del sistema y los barrios olvidados»; también a las personas y proyectos del Espacio Social La Casa y a Radio Pimienta (radio social y comunitaria en La Orotava, 104.9 FM), en cuyo estudio se grabó el CD incluido en el libro.

¿Por qué pedir perdón por la utopía? «Vengo de un país totalmente colonizado, donde parece que tengamos que pedir perdón -y los movimientos sociales, gritar- por existir», sostiene en la entrevista radiofónica. El título del poemario de 200 páginas apela, por tanto, a la ironía. Considera que la participación institucional puede ser una herramienta válida, pero se muestra escéptico: «Desde las instituciones se cambia poco». Las transformaciones profundas, defiende el poeta y activista, se promueven «desde abajo» y en lo cotidiano. «Pocas personas, si estamos organizadas, podemos ‘incidir’ en la realidad de nuestro entorno». Ante una realidad que oprime, entiende la literatura y las presentaciones de sus libros como «una excusa para vernos, encontrarnos y buscar soluciones colectivas, ahora que nos dicen que toda salida es individual». Menciona ejemplos de gente que combina el arte y el activismo desde hace décadas en los colectivos sociales. «Aquí en Valencia tenéis al ‘Jipy’ (Jesús Arteaga)», músico de los grupos Skaparápid y Kanas Free (ulldtro), que también forma parte del Projecte Au, iniciativa de economía solidaria y de autogestión de la Asamblea de Paradas y Precarias de CGT-Valencia. O a Manolo S. Bayona, de coordinación Baladre contra el paro, el empobrecimiento y la exclusión social.

José Miguel Martín Muñoz pide con sus versos que nadie admita las mordazas: «Aunque te lo digan a diario, / no te calles. / Que el silencio es cosa fea / que inventaron las de siempre / por robarte las quimeras. / Y así ahorrarse destaparse / las caretas peseteras / que cimientan las simientes / con que ondean sus banderas». Apela asimismo a una forma especial de cobardía: «Dicen que huir es de cobardes, / seamos cobardes eternos, / huyamos de este mundo / de valientes con dinero / y verdades de cartón». A veces escribe poemas sobre la existencia sin futuro: «La tarde me recuerda lo que pesa / un domingo en cada banco de la plaza, / en las calles de mi pueblo hipotecado / a las noches tan borrachas como yo». O sobre las prisas, «Y corremos, ahí seguimos hasta el día / que la tumba no nos deje ser veloces, / y ahí entonces sí, / ya quieta te relajas / y es eterno dedicarte a ser feliz».

Reivindica los derechos de su tierra: «Cuando Benedetti dijo: / «Pasodoble jamás», / no sé si vengó a propósito / los cinco siglos de humillaciones viles / a mi pueblo isleño / y al suyo, / tapón pequeño / entre dos grandes». Frente a la poesía en «Business Class» («Hoy que vendes poesía en el Starbucks, / promoción de dos por una en sesión media, / que el amor ya no es revuelta en cada letra, / que la norma es la bandera en tu escribir»), defiende los versos libres («Yo prefiero decidir que la poesía / no se encuentra en tu medida embalsamada, / que está viva en cada calle en la que andan / las que viven sin vivir y tienen nada»). Pero quizá lo más importante sea «Amarcreyendo»: «Amar es resistir luchando. / Creer en ti misma / es creer en las demás a pie juntillas. / Amarcreyendo / es vivir huyendo de la muerte / de quedarnos voluntarias al castigo».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.