Víctor Hugo de la Fuente, el editor chileno de Le Monde Diplomatique se parapeta detrás del último número de la publicación y sostiene «Aun creemos en los sueños», mientras las izquierdas de todo el mundo parecen sentarse en cualquier lado de la mesa. A la cabecera, los movimientos sociales parecen más lúcidos que las cúpulas […]
Víctor Hugo de la Fuente, el editor chileno de Le Monde Diplomatique se parapeta detrás del último número de la publicación y sostiene «Aun creemos en los sueños», mientras las izquierdas de todo el mundo parecen sentarse en cualquier lado de la mesa. A la cabecera, los movimientos sociales parecen más lúcidos que las cúpulas y ya no amenazan con derrocar a los líderes. Simplemente surgen desde las grietas de los partidos cuestionados, de entre las páginas de constituciones ancladas en las tiranías capitalistas y se apropian de un rol urgente en el que El Diplo, como se le llama en Francia, funciona como una ventana por la cual colarse a la fiesta del poder y ordenar la casa desde la reflexión y el debate.
«Lamentablemente existe una cosa evidente que es una enorme deslegitimización de la política. Es algo de nivel mundial que en Chile tomo una fuerza importante los últimos años sobre todo con los temas de corrupción. Sin embargo la diferencia con los otros países es que en nuestro país no se ha logrado crear una alternativa real a eso. En Grecia, en España aparecieron grupos desde las bases que no son soluciones mágicas, pero que partieron con un 20% o 30% de apoyo», dice extrañado de que algo así no logre cuajar en Chile. Pero que no es un misterio en ningún caso.
«Deben haber muchas razones para que esto no se replique acá. Lo principal es de fondo y tiene que ver con que ninguno de estos movimientos se ha llamado a sí mismo «de izquierdas». Es cada vez más difícil «autodenominarse de izquierda» hoy en día. En España se llamaron a sí mismo «Podemos» y no se definieron jamás como izquierda, sino como «de abajo», explica el editor que cumpla ya 15 años a cargo del diario de ensayo y un fuerte acento en los fenómenos y vicios de la globalización.
Algo de esa ciudadanía universal se cuela en las temáticas de interés de De La Fuente a la hora de realizar la curatoría de los textos de la edición chilena de Le Monde Diplomatique. «Desde enero del 2011 le hemos dado espacio permanente a los líderes estudiantiles. Desde los presidentes de las federaciones universitarias, de los colegios, los profesores, la Aces, la Cones… todos escriben número a número. De hecho hay tanto material que desde entonces, cada año publicamos uno de nuestros populares libros con los 10 o 12 mejores de los artículos de estos voceros estudiantiles», recuerda el periodista que ha visto madurar el movimiento hasta niveles impensados por entonces.
Ese año se planteaban cuestiones como el pase escolar, las becas y los intereses de los créditos como cosa imposible. Pero dos años después, las demandas habían escalado hacia otro nivel. «Ni los más radicales se habrían imaginado estar protestando un año después por educación gratuita. Las reivindicaciones originales cambiaron completamente. Y lo que antes no le interesaba a ningún sector político, dos años después ya eran sus banderas de lucha. Hasta la derecha, con una patudez enorme decía «Educación gratuita para todos!!!».
«Puta, madre!, ahora quieren educación gratuita cuando toda la vida habían dicho que no y no. Cuando Chile era pobre, la educación era gratuita. Ahora que somos jaguares… ¿cómo no va a haber plata?. Los estudiantes dijeron: «Si no hay dinero hagamos reforma tributaria. Nacionalicemos el cobre» y les contestaron que no se podía por la Constitución…»Entonces cambiemos la Constitución» dijeron los cabros. Y aquí estamos ahora», dice compilando las páginas que cada mes Le Monde Diplomatique dedicó a la cuestión estudiantil.
Fundado en 1954 por Hubert Beuve-Méry, el periódico francés se publica en 30 diferentes idiomas y tiene ediciones locales en español en 10 países hispanoparlantes. En el caso chileno, se trata de una franquicia compartida con Argentina donde se traduce al español la totalidad de la edición mensual, pero con la libertad de insertar a autores chilenos y compilar cada mes algunos textos inéditos en el impreso. A la fecha se ha publicado cerca de 160 de estos reconocibles librillos de tapa de color.
«La ventaja es que a Chile llega a un precio bastante bajo respecto a países como Alemania donde vale 10 veces más. Ese costo depende de la situación en cada país… existen por ejemplo las suscripciones solidarias que consisten en que un lector paga la mitad del monto y Le Monde Diplomatique paga la otra mitad para que las ediciones lleguen, por ejemplo, a líderes estudiantiles, comunidades mapuches, cárceles o sindicatos de regiones. También estamos formando una biblioteca en Punta Arenas y lugares donde hay presos políticos mapuches a quienes enviamos periódicos y libros. Aunque no lo creas en esas latitudes, el índice de lectoría es enorme. Los empresarios nos leen poco, pero compensamos con estudiantes, profesores e intelectuales que nos siguen», agrega.
Actualmente se abren nuevas de estas membresías en juntas de vecinos de todo el país. Otro truco de quienes desean informarse con el diario es esperar hasta fin de mes, cuando el número baja de precio a $500, dice en voz baja el editor. «Aunque sea una vez al mes, gastar $2 mil para algunos sigue siendo elevado», explica.
Cuenta que pese a tratarse de una edición internacional, hay temas que convocan mucho interés en Chile como por ejemplo todo lo que tenga que ver con la globalización y sus efectos, para bien o para mal o el estado de la educación en otros lugares del globo. Más cercano en la contingencia, el propio Víctor Hugo de la Fuente se pregunta hasta cuándo puede seguir creyendo en los sueños.
«Los movimientos que quieren crear algo más auténtico cuentan con un sentimiento popular que está en una etapa de procesos identitarios de definirse. Esto hace que no busques más la unidad con los demás ycuando te defines lo haces en relación a tus cercanos agudizando otras diferencias. Cuando tienes más claro quién eres, ya puedes pensar en una alianza», explica.
Más que en lo que sucede con la clase política chilena pienso en el mundo que viene, en las fuerzas que originó el movimiento estudiantil y todo el trabajo de base que suma a través de una Izquierda Autónoma, la Unión Nacional Estudiantil o Revolución Democrática acuerdos importantes en materia universitaria. Hay tensiones absolutamente normales, el problema es como hacer la unidad en la pluralidad cuando es obvio que deben haber diferencias sino estarían todos en el mismo movimiento. Lo importante no es confundir las contradicciones del corazón del pueblo y las del seno del enemigo. Son distintas pero a veces uno las confunde.
http://www.lanacion.cl/noticias/cultura-y-entretencion/cultura/victor-hugo-de-la-fuente-no-hay-que-confundir-las-contradicciones-del/2016-05-19/155527.html