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Viernes con lobos solitarios

Fuentes: Rebelión

Según las revelaciones del Profeta Mahoma fue en viernes cuando Dios creó al primer hombre, y fue también un viernes cuando ese hombre fue expulsado del paraíso y otro viernes el día que lo perdonó y según las escrituras Islámicas será en viernes, que suceda el Quyamat, o el día de la destrucción del universo. […]

Según las revelaciones del Profeta Mahoma fue en viernes cuando Dios creó al primer hombre, y fue también un viernes cuando ese hombre fue expulsado del paraíso y otro viernes el día que lo perdonó y según las escrituras Islámicas será en viernes, que suceda el Quyamat, o el día de la destrucción del universo.

Por esas razones es que el día viernes para el Islam es el día más sagrado, el día que esperan sus mil setecientos millones de seguidores para realizar el Namaz o las cinco plegarias, que el Corán manda cada día, con más devoción. Por eso se entiende que el Yumu’ah Mubarak, el viernes santo, todo fiel debe estar abocado a Allah. Desde su concepción takfirista, sin duda los perpetradores de los atentados de este último viernes se han abocado a él, de forma irremediable.

En los cinco atentados coordinados o no, el salafismo ha dado una nueva muestra que la cuestión va muy en serio y que mientras occidente simplemente mira, se alerta y sigue creyendo que tal los creó podrá detener a estos grupos que festejan la autoinmolación mucho más que a la vida.

La seguidilla de atentados podría considerase como una sumatoria de rencores con golpes de marketing y estrategias militares, sin dejar de considerar también la casualidad como un elemento menor, pero una ficha que también debe estar en el juego.

Según el Departamento de Estado norteamericano lo del viernes veintiséis es una nueva estrategia un ya que el prototipo convencional de operaciones terroristas ya no es aplicable. Estado Islámico ha generado una nueva metodología de muerte, tan difícil de detectar o como de predecir. Según Washington el Califa Ibrahim ha ordenado a sus seguidores el inició de una campaña de operaciones solitarias. Y lo de este último viernes podría haber sido solo el comienzo, los tres atentados más notorios fueron ejecutados con sólo dos horas de diferencia.

Es importante señalar también que este último viernes, el segundo del Ramadán, se cumple el primer aniversario de la fundación del califato de Abu Bakr al-Baghdadí.

La maquinaría de los atentados se puso en marcha cuando el chofer de camiones Yassin Salhi, de treinta y cinco años, ejecutó a su jefe, para después decapitarlo y atentar contra la planta de gas industrial «Air Product», de capitales norteamericanos, en la localidad de Saint-Quentin-Fallavier, en el departamento de Isère, cerca de Lyon (al sudeste del país). En la exquisita playa de Sousse, al sur de Túnez, en las cercanías del hotel Imperial Marhaba, de la cadena española Riu, en la localidad de Port el-Kantaui, un joven estudiante vecino de la ciudad Gafur, en Siliana, se disimuló entre los turistas, se posicionó en el sector de las reposeras y comenzó a abrir fuego con el fusil Kalashnikov (AK47) que traía escondido en una sombrilla, donde dejó, en un recuento rápido, una cuarentena de muertos, la gran mayoría británicos, alemanes y belgas. Además de treinta y seis heridos de diferente gravedad.

En Kuwait, mientras se estaba desarrollando la oración del mediodía o Dhuhr en la mezquita chiita de al- Iman al-Sadik en el barrio de al-Sawaber de la capital del emirato, un joven de origen saudita, Fahad  Suleiman Abdulmohsen al-Gabbaa, que había llegado ese mismo día a Kuwait, se inmoló, provocando la muerte de una treintena de personas y dejando más de doscientos veinte heridos, en el momento que en el edificio había cerca de dos mil personas en conmemoración del segundo viernes de Ramadán.

Con diferencias de horas la a los ataques anteriores el grupo salafista somalí, al-Shaabab, lanzó un demoledor ataque contra uno de los varios campamentos de la Misión de la Unión Africana (UA) en Somalia (AMISOM) en la localidad de Lego, a unos cien kilómetros al noroeste de Mogadiscio, la capital del país, que terminó con la vida de unos cincuenta militares burundeses. La AMISOM, que cuenta con veintidós mil efectivos en ese país, esencialmente de Burundi, Uganda y Kenia, junto a las autoridades del gobierno central, intentan estabilizar el país después de décadas de guerras civiles, que se iniciaron en 1991 con el derrocamiento de Mohamed Siad Barré y han recrudecido con el surgimiento de al-Shaabab, que en 2008 fue incluida en la lista de organizaciones consideradas terroristas por el Gobierno estadounidense.

Para que más fantasmas

No son pocos los fantasmas que pululan por las redacciones periodísticas, las cancillerías, las oficinas de inteligencia y toda clase de think tank, que están analizado el grado de conectividad de los atentados, que en el caso de Francia, Túnez y Kuwait, han sido rápidamente reconocida la responsabilidad por la jefatura de Estados Islámico.

Quizás, a pesar de lo que diga el Departamento de Estado, sea demasiado pronto para afirmar que están o no conectados los atentados.

Para despejar rápidamente las incógnitas veamos justamente el último de la sangrienta nómina del viernes: Somalia. En el caso de al-Shaabab que reaparece con fuerza en su país luego de meses de una estratégica retirada, justamente empujado por las fuerzas de la AMISOM, que obligó a los salafistas a refugiarse en santuarios cercanos a sectores fronterizos de su país con Kenia, donde incluso perpetraron diferentes matanzas, la última, fue el ataque a la universidad de Garissa, en abril último, que dejó cerca de ciento cincuenta estudiantes muertos.

Al-Shaabab, había jurado lealtad en 2012 a al-Qaeda, y hasta la fecha no hay registros que como hicieron los nigerianos de Boko Haram, en marzo, al-Shaabab haya renunciado a Aymán al- Zawahirí, para jurar lealtad a Abu-Bakr al-Bagdadí, ahora conocido como el califa Ibrahim, líder de Estado Islámico. Al-Shaabab, que venía en derrota, parece en estas últimas semanas haberse recuperado, ya no solo por una sería de atentados cometidos incluso en la capital Mogadiscio, sino porque se encontraba operando en la guerra civil de Yemen junto a sus hermanos del al-Qaeda para la Península Arábiga (AQPA) lo que confirmaría que no han cambiado de bando.

Los otros tres atentados (Francia, Túnez y Kuwait) si fueron revindicados rápidamente por Estado Islámico. Aunque de matrices absolutamente diferentes, nada más que los comunicados de DAESH pueden vincularlos. Pero en realidad pudo haber sido tanto una cronometrada acción global de EI, como la actuación de lo que se conoce como «lobos solitarios» tal como parece haber sido finalmente el mediático atentado de enero último contra el semanario satírico Charlie Hebdo. Más allá de que uno de los hermanos Kouachi, Said tiene registrado un viaje a Yemen en 2011, donde habría recibido entrenamiento militar por parte de AQPA, una de las sucursales más letales de la organización fundada por Osama bin Laden. Nada confirma a seis meses de los sucesos de Paris que Said y Chérif, hayan respondido orgánicamente a Estado Islámico, que se adjudicó la operación.

Lo mismo pasa con Yassin Salhi, el protagonista del incidente en la planta de gas, que hasta el viernes último era un vecino más de Saint Priest, otrora un barrio obrero, hoy una zona crítica donde abunda la exclusión y un alto índice de desempleo, en los arrabales de  Lyon. Salhi nació en 1980 en Pontarlier, una localidad del Franco Condado, en el departamento de Doubs en la frontera Suiza. Había llegado al barrio en diciembre, estaba considerado por sus vecinos como una persona discreta. Vivía junto a su mujer y sus tres hijos, que interactuaban naturalmente con los otros niños.

Entre 2006 y 2008, Salhi estuvo vigilado por los servicios de inteligencia por «radicalización y contacto con el ambiente salafista», constaba con una ficha «S» (señalado y vigilado), fue sometido a seguimiento y a escuchas telefónicas, a pesar de no tener antecedentes penales y aunque entre el 2011 y el 2014 se vinculó con ambientes salafistas de Lyon, no había sido considerado peligroso y en su ficha constaba «No era conocido por mantener contactos con personas vinculadas a actos terroristas».

Estos datos aportados por la inteligencia francesa lo descartaban de estar vinculación con alguna organización de las características de Estados Islámico o al-Qaeda, lo que no lo exculpa de haber intentado este ataque por la propia en una acción individual que Estado Islámico, grandes conocedores del marketing se ha atribuido.

Lo mismo puede estar sucediendo respecto al ataque a los turistas en Túnez, aunque ya es un territorio mucho más complejo, con el accionar de los movimientos salafistas.

Túnez es uno de los países que más hombres aportó a la lucha en Siria, a favor de al-Nusra en un primer momento y Estado Islámico después. Se calcula entre dos mil quinientos y tres mil, los combatientes que han hecho su experiencia en Siria, de los cuales cerca de seiscientos han muerto y otro quinientos cincuenta han retornado al país.

Hay que tener en cuenta que por alguna razón fue allí donde se inició la Primavera Árabe y que después de varios desencantos «democráticos» la actividad integrista se intensificó . Por lo que el gobierno del presidente Beyi Caid Essebsi ha prohibido a Ansar al-Sharia, el grupo salafista más radicalizado. Tras este nuevo atentando el presidente ordenó cerrar ochenta mezquitas que nos estaban siendo controladas por el Ministerio de Asuntos Religiosos.

No fue el atentado en el Museo de Bardo, en marzo pasado, con un accionar similar al del el tirador de la playa de Sousse, que dejaron unos veinticinco muertos, diecinueve de ellos turistas extranjeros, la primera acción de grupos salafistas en vinculados a al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) que se habían desperdigados tras la ofensiva francesa de 2012 en el norte de Mali, y habían encontrado acogida en las sierras de Chaambi, en la frontera con Argelia, desde donde la banda, (cuyo líder Abdelhamid Abu Zeid fue ejecutado por los franceses en 2013), realizó varias incursiones contra patrullas de ejército tunecino.

Hasta ahora se desconoce más datos del atacante, solo su nombre Seifeddine Rezgui   y su alias Abu Yahya al-Qayrawani, exactamente el nombre del atacante de Sousse, según las autoridades se trata de Seifeddine Yacoubi, estudiante de la Universidad de Kirwan al-Qayrawan y su domicilio en la ciudad de Gafur.

El atentado de Kuwait, a manos de un saudita contra una mezquita chií, no puede separarse de la guerra que la monarquía saudita viene llevando hace ya más de dos meses contra los chiitas yemeníes, pero sin duda más que una acción militar pareciera ser la reacción de un fanático independiente, un lobo solitario.

Es importante anotar que en Europa entre musulmanes y descendiente viven unos cincuenta millones, que solo durante 2014, han ingresado setenta mil inmigrantes que lo hicieron desde países musulmanes. Lo interesante es saber si las posibilidades de contar con una estructura tan importante disimulada entre tanto millones de personas los golpes de este estilo en Europa han sido tan escasos. Solo alguno en Inglaterra y un par en Francia se realizaron con esas características. ¿Por qué recién ahora, si fuera así, comienzan a operar los «lobos solitarios»?

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC. Colabora con «Revista Hamartia», Rebelión: http://www.rebelion.org/; «El Correo de la Diáspora argentina: http://www.elcorreo.eu.org; y América Latina en Movimiento: http://www.alainet.org /

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.