Todas las mujeres participantes en un estudio sobre violencia, emprendido en La Habana, declararon haber sido víctimas de maltrato psicológico por sus parejas y más del 86 por ciento dijo haber experimentado algún tipo de abuso físico. Esas cifras dan cuenta de que este es un fenómeno que requiere acciones integrales, sostienen especialistas.
Urge proponer un modelo o estrategia de cómo intervenir en mujeres que han sido víctimas de violencia de género, concuerdan las investigadoras Claudia Cencio, Eyleen Miyares, Claudia Sánchez y Gabriela Valdés, quienes reconocen que se trata de un tema complejo, con un impacto psicológico es notable.
Las jóvenes psicólogas indagaron, entre 2021 y 2022, sobre la violencia que se ejerce contra las mujeres en la capital de la nación caribeña. Para ello encuestaron a 80 de ellas y realizaron estudios de caso a 30 y seguimiento a 10 mujeres de dicha muestra. Estas últimas se atienden en un centro de estudio de bienestar psicológico y salud mental ubicado en el Vedado habanero.
Los resultados, presentados a finales de abril en la IX Convención Intercontinental de Psicología HOMINIS 2023, hablan de una presencia considerable de diferentes manifestaciones de este fenómeno, que afecta la salud de las mujeres e incluye síntomas psicopatológicos, ansiedad, baja autoestima y, en el caso más extremo, puede llegar a la muerte.
También denota la persistencia de mitos en torno a estos asuntos, que contribuyen a perpetuar el ciclo de su desarrollo, apuntó Cancio.
El estudio «Violencia de género en mujeres residentes en La Habana, estrategias de resiliencia y autocuidado» tuvo como particularidad que las integrantes de la muestra debían reconocerse como víctimas de violencia de género, un aspecto esencial para poder salir del ciclo de maltrato.
Pero, tomando en cuenta que las mujeres que se autorreconocen como tal y buscan ayuda son las de más herramientas, debe suponerse que en la sociedad en su conjunto las violentadas son muchas más, señala la investigación.
Cifras que preocupan
Una de cada tres mujeres en Cuba es víctima de violencia de género, según la Encuesta de Igualdad de Género (2019), datos que concuerdan con el estudio en mujeres residentes de La Habana, dijo Valdés.
«Más del 50 por ciento de las entrevistadas en la capital admitió haber sufrido todas las manifestaciones de violencia psicológica que se les presentaron en el cuestionario», apuntó. Imposición del punto de vista, conducta celosa, negativa a hablar o cargarlas con sentimientos de culpa fueron algunas de las formas de abuso psicológico más empleadas, refirió la especialista.
Según Miyares, se evidenció la nocividad de los estilos de comunicación inadecuados, en particular el irrespeto a las opiniones de ellas, la desacreditación de sus decisiones y autoridad en público, el control excesivo de la vestimenta, de los dispositivos electrónicos y de las personas con las cuales interactúan.
Mostrar desinterés o menospreciar los intereses, necesidades y sentimientos de las mujeres; la demanda constante de cercanía; el chantaje o manipulación emocional y las etiquetas que hacen alusión a su imagen física (estás gorda, estás fea, no vales nada) aparecen entre las expresiones más comunes.
En cuanto a la violencia física, 69 de las 80 encuestadas (86,3%) dijeron haberla experimentado y la manera más recurrente fue haber sido sujetadas violentamente por su pareja, a lo que siguen ser empujadas o agarradas.
Aunque predominaron las acciones consideradas leves, como bofetadas, empujones y zarandeos, hubo situaciones de piñazos y patadas, e incluso del uso de armas blancas para amenazar y extorsionar, subrayó la investigadora.
La violencia sexual apareció en 69 mujeres (86,3%), con actos como haber sido obligadas a tener relaciones sexuales y ser tratadas como un objeto sexual en la relación.
A una de las víctimas, incluso, le fue negada la anticoncepción, por lo cual llegó a tener nueve embarazos, en los que tampoco tuvo asistencia médica y como consecuencia enfrentó problemas en los partos. Esto constituye una forma de violencia obstétrica y de violencia contra el cuerpo de la mujer, refirió Miyares.
La violencia económica alcanzó a más del 76 por ciento de la muestra, con expresiones como control del dinero, obligación de gastar en objetos o asuntos que no deseaban y la privación de la posibilidad de trabajar o la coacción para dejar el empleo, apuntó por su parte la psicóloga Claudia Sánchez.
Otras manifestaciones como los insultos o gritos, amenazas verbales y miradas lascivas estuvieron igualmente presentes, abundó la investigadora.
Las mujeres refirieron ser testigos, además, de cómo son maltratadas amigas, vecinas y familiares, fundamentalmente por personas cercanas.
Mitos que legitiman violencias
Según Sánchez, la investigación profundizó en los principales mitos acerca de la violencia de género y el amor romántico, por la incidencia de estos en la negación de la violencia, su legitimización o justificación.
Desviar la causa del maltrato hacia supuestos problemas psicológicos o psiquiátricos del hombre, o hacia la influencia educativa en su infancia y el consumo excesivo de alcohol u otras sustancias estuvieron entre los mitos más comunes, agregó Eyleen Miyares.
Responsabilizar a las mujeres como provocadoras del acto violento aparece, asimismo, como una creencia arraigada y, aunque en menor medida, varias consideraron el tema como algo que debe quedar a lo interno de la pareja.
El mito de que el amor todo lo puede se encontró en el 50 por ciento de los casos estudiados. La confianza en el cambio del hombre y la predestinación a la media naranja fueron frases habituales para justificar la violencia que sufrían. Muchas no comprenden la separación como una vía de romper el ciclo de la violencia, sostuvo la investigadora.
En el camino de encontrar una solución, las investigadoras indagaron en las consecuencias de este fenómeno y hallaron que el daño psicológico es el de mayor prevalencia, seguido del impacto social y las afectaciones físicas.
Ansiedad, estrés, angustia, tristeza, depresión, sensación de agobio, sentimientos de inseguridad, minusvalía y baja autoestima son algunas de las manifestaciones, además de trastornos del sueño y de la alimentación, puntualizó Sánchez.
Fueron recurrentes el deterioro de la capacidad para establecer relaciones interpersonales, de amistad o de índole romántico; y el aislamiento social, que se convierte en un resultado de la violencia, pero también es una estrategia de los maltratadores para distanciarlas de todo apoyo que pudieran necesitar.
Otras repercusiones son las dificultades en el ámbito laboral o académico, por falta de concentración, llegadas tarde y ausencias, comentó la psicóloga.
Claudia Cancio explicó que muchas llegan a consultas con signos de ansiedad, sin reconocer qué hay detrás. Sin embargo, de las mujeres estudiadas algunas han logrado salir del ciclo tras un proceso largo de psicología clínica para crear herramientas de resiliencia, autocuidado y redes de apoyo, señaló.
Reconoció, no obstante, que llegar hasta la atención tiene que ver incluso con las redes donde ellas se mueven, porque se desconoce la existencia de lugares a donde acudir en busca de ayuda.