Para ello, para avanzar a una vida libre de la brutalidad capitalista requerimos acabar con las causas de nuestra miseria, por ende, acabar con el imperialismo y sus lacayos.
4 de julio protesta continental
“El imperialismo no vivirá mucho porque perpetra toda clase de infamias. Sostiene con obstinación a los reaccionarios de los distintos países, hostiles a los pueblos. Ocupa por la fuerza muchas colonias, semi colonias y bases militares. Amenaza la paz con una guerra atómica. De esta manera, forzada por el imperialismo, más del 90 por ciento de la población mundial se está alzando o se alzará en masa a la lucha contra él” (Mao Tse Tung)
Vivimos tiempos convulsos. Por diferentes latitudes en el mundo se evidencian las tensiones, conflictos, agudización de contradicciones entre el imperialismo parasitario y la rebelión de los pueblos. En ese contexto, el llamado continental de protesta contra el imperialismo y sus lacayos se hace completamente coherente, justa y necesaria. Como Organización Comunista Revolucionaria – OCR, saludamos a todas las organizaciones de Chile y el continente latinoamericano que han adherido a este llamado y se han dispuesto para hacer, en la antesala, y en el mismo 4 de julio una jornada de protesta popular, combativa y subversiva. Lo que vemos en esta coordinación en donde confluyen países como México, Argentina, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia y Chile es en sí un avance para los pueblos oprimidos. Que se logre concretar una protesta de manera coordinada es ya una ganada importante. Similar situación en nuestro país. En los últimos días hemos sido testigos como el campo popular y revolucionario ha ido haciendo suya esta fecha, incorporándose los diferentes sectores en lucha a hacer de este día, una jornada que se vea interrumpida por la furia de un pueblo que anida, en sus propias necesidades la lucha contra el imperialismo. Organizaciones políticas y revolucionarias, organizaciones estudiantiles, feministas, de vivienda y trabajo territorial, sindicales, antifascistas, se han sumado al llamado, buscando aportar desde sus propias realidades y capacidades con un granito de arena a instalar la necesidad de barrer con el imperialismo y sus lacayos.
En este escenario, nos parece importante aportar en el debate de las ideas con la concepción que como comunistas revolucionarios y revolucionarias tenemos del imperialismo. Lo primero es que el imperialismo, siguiendo al compañero Lenin, es la fase superior y decadente del capitalismo. Esta afirmación es cierta y vigente, y lo podemos comprobar a diario y en diferentes elementos.
Uno tiene que ver con la extensión de las guerras de rapiña, enfrentamientos bélicos entre las potencias imperialistas disputándose el orden y dominio mundial. Esto, evidencia la pérdida de hegemonía de Estados Unidos, el imperialismo yanki ya no es amo y señor del mundo, dejó de ser el gendarme mundial, y hoy su control está en disputa, pese a que, en Latinoamérica aún es quien nos domina. Por otro lado, queda en evidencia que las contradicciones interimperialistas actuales no necesariamente se desarrollan en enfrentamientos directos, sino más bien disputas a través de sus gobiernos lacayos, así como de pueblos y naciones colonia y semi colonias.
El conflicto en Palestina es muestra de aquello. El imperialismo yanki, a través de su aliado, el Estado sionista de Israel, invade y despoja al pueblo de Palestina de su tierra. El pueblo palestino resiste y ha demostrado innumerables formas de resistencia popular y de acciones de autodefensa de mayor avanzada. Esta heroica lucha hoy forma parte importante de las expresiones de luchas antimperialistas. Mientras se disputan los canales comerciales costeros del territorio y los recursos naturales, en medio de opresión económica, social y política, el conflicto que data de décadas, no tiene para cuando acabar. Asimismo, la guerra entre Rusia y Ucrania, refleja la tensión entre la OTAN (alianza internacional occidental y al alero del imperialismo yanki) y las alianzas de la Europa oriental, principalmente Rusia y su aliado táctico, China.
Junto con las guerras de rapiña, el imperialismo expresa su propia decadencia en la contradicción de sus propias leyes. El monopolio reemplaza por completo la ilusión de la autorregulación del mercado a través de la oferta y la demanda. Ahora, la tendencia es a la concentración de la producción, capitales y mercados en manos de cada vez menos en el mundo. Esto sumado al dominio del capital financiero y las inversiones transnacionales, han extendido el capitalismo a nivel global, expresándose con sus propias cualidades según cada país y su relación al interior de la división mundial del trabajo. El capitalismo monopólico agudiza las contradicciones destructivas del capital, y esto se expresa a través de la sobreexplotación del proletariado por medio de flexibilización de condiciones y jornada laboral, salarios por debajo del costo de la vida, informalidad laboral y engrosamiento del ejército de cesantes, alza de precios, negación de derechos populares básicos como salud, educación y vivienda. Asimismo, también a través de la sobreexplotación de la naturaleza, generando zonas de desechos a gran escala, contaminando, saqueando recursos naturales, en resumen, interrumpiendo el equilibrio del ecosistema, agravando una crisis ecológica expresada en cambio climático, calentamiento global, sequía, inundaciones. Todo esto acelerado brutalmente por la acción del capitalismo.
En Chile, país semicolonial, oprimido por el imperialismo yanki, se expresan muchas de estas características. La invasión transnacional en el mercado comercial y retail es evidente. Wallmart se apodera de casas comerciales, de la distribución y logística y lo hace también a través del subcontrato. El subcontrato, se encuentra completamente propagado en la industria minera, forestal, agroindustrial y pesquera, a diario somos testigos de la existencia de trabajadores y trabajadoras de distinta categoría, con sueldos miserables y negación de derechos básicos, con nulas condiciones de protección laboral y social. Junto con esto, la industria primario exportadora es una industria extractivista, es decir, despoja tierras, saquea recursos naturales y empobrece a los pueblos. En esa lucha, antimperialista, el hermano pueblo Mapuche es un ejemplo. La lucha contra la forestal y el latifundio es también expresión de lucha antimperialista, consecuente y de avanzada. El aumento de cesantía y de la informalidad laboral, principalmente ejercida por mujeres y ancianos, demuestra la brutalidad del capitalismo en su fase imperialista.
Queda en evidencia material que el imperialismo hace del capitalismo un sistema parasitario, que vive a expensas de la vida de las personas y la naturaleza, que deja de producir, que tiende a la dominación extrema de pueblos y naciones oprimidas, que usa a las grandes masas para engrosar ejércitos para sus fines imperialistas, llevando al pueblo a pelear guerras que no les son propias. Asimismo, la dominación política del imperialismo también se expresa en los diversos organismos multilaterales y tratados internacionales que dictaminan políticas públicas, sociales y económicas para todos los países subordinados y dependientes. Así, los Estados nacionales, no son más que una burocracia administradora del sistema capitalista, cuya principal labor es asegurar el funcionamiento del mercado y para ello, ejercer el control social y el orden público. Carentes de proyecto propio y completamente serviles a los intereses del monopolismo extractivista, colonialista, superexplotador. Fortalecimiento del Estado contrainsurgente, leyes antipopulares y represivas, leyes de flexibilización y precariedad laboral, privatización de recursos, son parte de lo que vemos a diario en nuestro país. De manera burda, ahora la burguesía a través del empresariado opina, e impone medidas abiertamente a los gobiernos de turno. Lobbies entre políticos del gobierno y empresarios de la CPC o la SOFOFA aparecen a diario, los grandes dirigentes de la burguesía opinan de como se debe hacer la política, evidenciando el carácter servil del Estado y sus instituciones.
Todo lo anterior, evidencia la base del planteamiento respecto de que el imperialismo es la fase “superior” o “última” del capitalismo. Esto debe entenderse libre de mecanicismo e idealismo. No consideramos que estas condiciones de por sí generarán la caída automática del capitalismo, pues este sistema ha vivido crisis de forma permanente y tiene la capacidad de reinventarse y sortearlas. En ese sentido, la única posibilidad de que el imperialismo caiga, es que se constituya una alternativa proletaria mundial, capaz de impulsar y concretar revoluciones proletarias en cada país y avanzar en el proyecto comunista revolucionario. Solo contraponiendo un proyecto de sociedad distinto, conducido por el sujeto revolucionario, el proletariado, aliado con los sectores del pueblo oprimido, con los instrumentos requeridos para aquello (partido, ejército y masas), será posible ver caer a la bestia capitalista.
Si bien, los desafíos son muchos, vemos cómo, de la mano con la agudización de las contradicciones destructivas del capitalismo, surgen y proliferan múltiples escenarios de rebelión de los pueblos. En Latinoamérica durante los últimos años, en sucesivas oleadas se han alzados los pueblos en Chile, Perú, Argentina, Ecuador, Haití, Colombia. Asimismo, también lo vemos en protestas de la clase trabajadora de países imperialistas como Francia, Alemania, Inglaterra. En mayor avanzada, se extiende el comunismo revolucionario a través de la guerra popular en India, Turquía y Filipinas. Más recientemente, el continente africano también demuestra el potencial de rebelión, hemos sido testigos de las protestas en Kenia contra el paquete liberal de presupuesto del gobierno actual.
Por tanto, reafirmamos, vivimos la era del imperialismo parasitario y la rebelión de los pueblos. Estamos ante momentos importantes a nivel mundial, está en juego la posibilidad de avanzar hacia una nueva sociedad. Nuevamente asistimos a la disyuntiva: Comunismo o Barbarie.
Estamos convencidos y convencidas que, como dijo Mao Tse Tung, el imperialismo es un tigre de papel. Si bien tiene la presencia e imponencia de un tigre, de un depredador, con garras y colmillos. De igual forma es antipopular, poco a poco va ganándose el desprecio de las grandes masas alrededor del mundo, de allí su propia debilidad, que se gesta a partir de sus propias contradicciones. El proyecto capitalista no tiene nada que ofrecer a las grandes masas de pueblo en el mundo. Se agotó la ilusión de la vida basada en una tarjeta, de la meritocracia para el ascenso social, de la felicidad plástica y vacía del consumismo. La pobreza y el hambre aparecen rompiendo con todos esos engañosos velos que impone el sistema. Los pueblos vemos con mayor claridad y nitidez, la rabia por la injusticia inunda en nuestros corazones, también el amor al pueblo y la necesidad de vivir plenamente.
Para ello, para avanzar a una vida libre de la brutalidad capitalista requerimos acabar con las causas de nuestra miseria, por ende, acabar con el imperialismo y sus lacayos. Las tareas que, como comunistas revolucionarios consideramos fundamentales son variadas. En primer lugar, ejercer de manera efectiva el internacionalismo proletario, en solidaridad con quienes luchan en Chile y en el mundo. En segundo lugar, seguir avanzando en la articulación del pueblo en lucha e ir construyendo un frente político internacional anticapitalista y antimperialista. En tercer lugar, levantar partidos comunistas revolucionarios en cada país y fortalecer la articulación del movimiento comunista internacional. En cuarto lugar, asumir de manera seria y comprometida la tarea de realizar y concretar la revolución en nuestro país, y en cada país bajo la conducción de su proletariado. Creemos que esta es la más alta expresión de internacionalismo proletario.
“Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de Norteamérica. En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria” (Ernesto Guevara)
Abajo el imperialismo y sus lacayos
La rebelión se justifica
Organización Comunista Revolucionaria
Chile – julio – 2024