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¡Viva La Pepa! Refundaciones, constituciones y constituyentes

Fuentes: Rebelión

La Pepa fue una constitución española del s. XIX, promulgada con gran júbilo en las cortes de Cádiz un 19 de marzo de 1812, en el día de San José. De ahí su nombre. Se dice que La Pepa era muy avanzada para su época, que establecía el sufragio universal, la separación de poderes, el […]

La Pepa fue una constitución española del s. XIX, promulgada con gran júbilo en las cortes de Cádiz un 19 de marzo de 1812, en el día de San José. De ahí su nombre. Se dice que La Pepa era muy avanzada para su época, que establecía el sufragio universal, la separación de poderes, el reparto de tierras, la libertad de imprenta y otras demandas impensadas en la España monárquica e imperial. Incluso convertía en ciudadanos a todos los súbditos del imperio y consideraba como miembros de la nación, a la reunión de los españoles y criollos de ambos hemisferios, sin distingo de razas, idiomas y culturas. A todos los hacía ciudadanos y a todos otorgaba derechos, y todo esto sucedía en momentos en que José Napoleón (Otro Pepe, Pepe Botella), gobernaba con mano de hierro en gran parte de la península.

¡Viva La Pepa!, fue el grito con el que se lanzaron a las calles de las ciudades y los pueblos, los diputados y el pueblo democrático de toda España. Se cuenta también que fue uno de los primeros y más grandes lemas populares de la época contemporánea. Pero la Pepa suscitó la contrarrevolución monárquica, y el regreso del absolutismo y de Fernando VII. Este decretó la disolución de las cortes, derogó la propia Pepa, y mandó a reprimir y a asesinar a muchos de los diputados liberales. España volvía por sus fueros de palacios, espadas y coronas y el pueblo volvía una vez más a la desdeñada servidumbre.

Pero en este caso, lo sobresaliente en toda la historia de la Pepa, no fue el destino trágico de la misma, fue la audacia y el desafío fundacional de los legisladores en medio de un poder absoluto y retardatario.

En Chile, que acaba de iniciar el año electoral con los conocidos circuitos de candidatos y campañas, municipales en primer término, y que culminarán en 2014 con elecciones presidenciales y parlamentarias, es de esperar que por esta vez los candidatos exhiban el mismo espíritu refundacional o constituyente, la misma audacia de los congresistas de La Pepa o los del cabildo santiaguino del 18 de Septiembre. Que por fin sean capaces de establecer «un nuevo entendimiento», un nuevo pacto social como desde hace años lo venimos escuchando. Chile ya no es aquel pueblo atrasado saliendo de la colonia, reducido a la impotencia y el abatimiento, inmaduro y políticamente ignorante y reclama de sus representantes el fragmento de constitución que le pertenece. Más aún, podría decirse que en esta ocasión y tal como están las cosas, constituye la verdadera prueba de fuego para los candidatos aupados por la democracia, porque querer gobernar pluralmente en una sociedad con una constitución generada de manera despótica por la dictadura representa la verdadera cuadratura del círculo, además de ser materialmente imposible.

Si usted por ahí ve que por enésima vez la clase política no está dispuesta a jugarse por entero en refundar las leyes, si sus candidatos otra vez quieren hacer la vista gorda viviendo la vida loca en el festival de cargos públicos, no les vote. Es papel mojado, publicidad engañosa, porque la disposición a gobernar transparentemente en nombre de la ciudadanía debe quedar refrendada en un nuevo convenio legal y hasta en su letra chica.

Si se sienten tan cómodos con el actual marco constitutivo y hasta parecen disfrutar del rejuego binominal donde siempre se pilla algo… ¿Qué impide que los consideremos a todos como genuinos legisladores de la dictadura? Luego del fascismo en Europa, todos los países pudieron salir transparentemente de las dictaduras por medio de nuevas constituciones democráticas. Nuestros vecinos americanos también las tienen en su gran mayoría, pero nosotros no. Sólo algunos políticos dan por muerto al sistema institucional chileno, pero la mayoría oportunista prefiere enterrarlo cuando se muera de viejo – como al corralero – De lo que se trata entonces es de ganar tiempo al tiempo y que nuestros políticos estén a la altura del clamor de una ciudadanía crecientemente empoderada y que se expresa a lo largo de Chile; si en el pasado se mostraron irresolutos e indecisos esta vez tienen la oportunidad preciosa de empaparse de audacia y comenzar a plasmar un modelo de nueva convivencia. Como los de la Pepa.