Este verano será distinto en muchos aspectos. Al calor se sumarán nuevos modos de vestir y vivir la ciudad. La migración, en ese sentido deja de aparecer como un «fenómeno» sino que como una realidad que los chilenos comienzan a abordar. Conversamos con Tatiana Albuja sobre prejuicios, dificultades, idiosincrasias y violencia institucional contra la población […]
Este verano será distinto en muchos aspectos. Al calor se sumarán nuevos modos de vestir y vivir la ciudad. La migración, en ese sentido deja de aparecer como un «fenómeno» sino que como una realidad que los chilenos comienzan a abordar. Conversamos con Tatiana Albuja sobre prejuicios, dificultades, idiosincrasias y violencia institucional contra la población migrante.
Comencemos por el inicio ¿Cómo nace el Movimiento de Acción Migrante (MAM)?
El MAM nace en el año 2014, luego de que varios dirigentes y activistas por los derechos humanos de las comunidades migrantes nos encontráramos. Se armaron diferentes espacios de conversación en el Senado, en torno a un proyecto de ley sobre inmigrantes. En ese espacio conversamos con distintos activistas, sobre las problemáticas de cada uno -independiente de los territorios- y nos topamos con el problema de la ley de inmigración de Pinochet del año 1975. Ahí vimos que teníamos poca capacidad de influir, por eso salimos a formar el MAM, para así incidir en el gobierno central y los gobiernos locales; en el parlamento en su conjunto y a nivel internacional. Coincidimos en dar énfasis en cambiar la ley de inmigraciones, una ley que nos pone en una situación de excepción, estando amenazados y vulnerados en nuestros derechos. Cada organización envía un delegado o delegada. Tenemos personas de las comunidades haitianas, mexicanas, uruguayos, peruanos, etc. En mi caso, yo entro representando a la comunidad ecuatoriana.
¿Cuales son las principales limitantes de la ley actual de migración?
Como es una ley que fue creada en dictadura, evidentemente fue pensada para bloquear la entrada de la gente. Está concebida viendo lo foráneo como una amenaza. Lo que hizo esa ley fue darle un poder enorme a los funcionarios de policía de la frontera. Por eso la PDI decide quién entra al país, en función de lo que ellos creen que son útiles o convenientes. Si a alguien le da la «tincada» de que no es conveniente para el país, simplemente no entra. Es decir, está basada en discriminar. Ahora, con la migración afrodescendiente, surgen racismos de una memoria que no se ha logrado resolver. Las personas vienen con cargas xenófobas o racistas que clasifican a las personas por el color de piel.
Lanzaron una campaña que se llama «Vivamos en paz» ¿Por qué lleva ese nombre? ¿Qué buscan con esta campaña?
La campaña surge después de que el gobierno anuncia que va a presentar un nuevo proyecto sobre ley de migración, sin consultar a las organizaciones. En ese sentido, la campaña es una reacción a ese incumplimiento del Gobierno y hemos visto una vulneración permanente de nuestros derechos. Estamos viendo cómo se pasa a llevar a afrodescendientes de distintos países, que están viviendo situaciones complejas en su cotidiano. Y hemos visto -en esta época, de campañas electorales- personas que ligan la delincuencia con la migración. Por eso la campaña se enfoca en llamar a la paz, a la construcción de nuevas formas de relacionarnos y denunciar la violencia institucional ante una ley que no tiene enfoque de derechos. La violencia institucional se expresa en todo lo que hemos vivido: en la discrecionalidad del funcionario para decidir sobre el destino del migrante en la frontera; la visa sujeta a un contrato laboral dependiente; las dificultades al acceso a la educación para los niños o jóvenes migrantes, por ejemplo, cuando no tienen un rut permanente.
¿Cual es la relación que establecen entre migración y derechos humanos?
No lo establecemos nosotros como derecho humano. Lo establece la declaración universal de derechos humanos, cuando designa en el artículo 13, el derecho a la libre circulación. Y desde ahí se avanza en entender que todos somos portadores de ese derecho, en todos los territorios en los que estamos. Nosotros defendemos que la dignidad humana siempre prevalece independiente de las fronteras: pero los derechos, debemos exigirlos, por eso exigimos el derecho a la libre movilidad de todos los seres humanos. Y con ello, también los otros derechos: como el del acceso a la salud, educación y vivienda, entre otros.
¿De qué manera los chilenos y chilenas pueden acoger estas demandas?
Tomándolo como un derecho universal. Es decir, hoy nos tocó a nosotros salir de nuestro país; a ustedes les tocó ayer. Y seguramente, producto de las crisis cíclicas del mismo modelo neoliberal, producto de los conflictos internos de los países o por del calentamiento global, siempre habrá un constante traslado de personas. Estamos hablando de que en el mundo se están moviendo unos 32 millones de personas al año. Por eso, debemos pensar que esto, si no me tocó a mí, le puede tocar a mi hijo, a mi nieto… Si no lo entendemos como un derecho humano, vamos a tener crisis como la que ocurrió en Europa el año pasado; donde miles de personas murieron intentando escapar de la guerra o del hambre.
¿Que es el desplazamiento forzado?
Un ejemplo, es lo que ocurrió hace unos años con la población haitiana, que se fue de su país por un fenómeno natural: un terremoto. Uno puede observar la reacción del país a ese fenómeno. Mientras que los países de la región han implementado visas humanitarias o temporales de excepción para la comunidad haitiana, Chile propone una visa consular que los restringe, es decir, no hay solidaridad ahí. Y esas cosas van mermando la democracia. Por eso apelamos al espíritu de la democracia, de la justicia y la solidaridad que Chile históricamente ha tenido. Creemos que ese espíritu no solo fortalece la relación con los derechos humanos de los migrantes, sino que también fortalece a la democracia de Chile.
¿Cómo recibe Chile al inmigrante?
Creo que Chile nos recibe de una manera contradictoria, producto también de sus propios procesos históricos. Por un lado, uno ve expresiones de apertura, de hacerse cargo de actitudes racistas; y hay gente que se ha puesto el desafío de enfrentar estos hechos, desde la academia, desde organizaciones sociales e incluso desde el Gobierno. Pero por otro lado, hay un rostro conservador, dogmático, que carga con un rasgo fascista aún. Y en eso estamos los migrantes, tratando de aportar en este nudo crítico que se arma para la sociedad chilena. En medio de esto surgen grupos xenófobos. Debemos decir que tampoco hay voluntad política para ponerle el cascabel al gato. Para detener estas situaciones no hay valentía política.. Nos hemos topado con políticos y diputados que están por una visión de la migración con enfoque de derechos, y otros que no apoyan esta línea, sino que ven la migración como parte de un proceso productivo.
¿Qué opinión tienes sobre los dichos de políticos que asocian delincuencia con inmigración?
Creo que hay una ignorancia y mala voluntad enorme. Por un lado, no es cierto que los migrantes vengan a cometer delitos: las cifras apenas muestran que 0,36% de los delitos que se comenten en Chile tienen como autores a migrantes, y además, hay un crecimiento del 14% de delitos contra migrantes. Es decir, somos víctimas de la delincuencia. Tampoco hay una relación directa entre narcotráfico e inmigración.
¿A qué trabajos acceden las y los migrantes cuando llegan a Chile?
Según los últimos informes del Ministerio del Interior, los migrantes accedemos a trabajos principalmente en el sector de servicios, pero sobre todo en el servicio doméstico, pues la migración es mayoritariamente femenina. En muchos casos, tenemos migrantes que son profesionales, pero en Chile están ejerciendo otro tipo de labores que no se relacionan con sus conocimientos. Observamos trabas también para estos profesionales, sobretodo en la convalidación de títulos. Hemos dado una pelea con el Ministerio de Educación para que se reconozca el título de educación básica y secundaria de los migrantes haitianos en Chile, lo que se logró hace un par de meses, pero todavía no se aplica. Y el reconocimiento de los títulos académicos, sólo lo da la Universidad de Chile y la legitimidad del Eunacom (…) Que la residencia esté a expensas de un contrato laboral dependiente, ya te pone en una situación de vulneración de derechos. Porque si tú no consigues contrato laboral, no tienes carnet de identidad y si no tienes carnet, no puedes acceder a firmar un contrato de trabajo, ni a firmar un contrato de arriendo o matricularse para estudiar, entre otras cosas. Y eso te va limitando, te obliga a buscar viviendas precarias donde no piden el carnet. Te obliga a aceptar cualquier condición laboral para generar ingresos. No tienes resguardo en previsión social, no tienes seguridad en atención de salud….
Si esta situación se proyectase en el tiempo ¿Qué podría pasar?
No hay que ir muy lejos para ver qué puede pasar. Tenemos las experiencias de la frontera de México y Estados Unidos, lo que ocurrió en Guatemala y lo que pasa en Europa. Allí se ve el fortalecimiento de las bandas de traficantes de personas, las muertes en las fronteras por bombas. Mientras el país no entienda que las migraciones son líquidas, que es un fenómeno que no va a parar y se siga restringiendo, acá los únicos que van a ganar son los traficantes de personas y la trata. Chile tiene la posibilidad de dar el paso y tener una migración segura y regulada, que es lo que estamos solicitando, para evitar las bandas de tráfico.De hecho existe una mesa de trata de personas con organizaciones como Fundación Raíces, que sí está trabajando en esto: se hizo una visa para víctimas de trata de personas. Esto ocurre mientras demuestres que tú eres víctimas de trata, pero este es un proceso difícil, porque es complejo comprobar que eres víctima de tráfico.
¿Y cuales son los riesgos que vive un inmigrantes al entrar ilegalmente a Chile?
En el momento en que las personas están ingresando de manera ilegal, está el riesgo de morir en el camino, que las mujeres sean violentadas sexualmente, que las personas mueran de frío… y cuando ya llegas, está el permanecer irregular, porque al entrar ilegal es más difícil hacer el trámite para regularizar tu situación. Se hizo una campaña de regularización migratoria en el primer Gobierno de Michelle Bachelet, y ahora se hace imperiosa una segunda política de regulación migratoria, pero esto implica un trámite de autodenuncia que deben realizar las personas ante la PDI. Luego un recursos de amparo y tras eso, se realiza un trámite con la Corte Suprema y la oficina de Migración y Extranjería. Pero es un trámite engorroso y difícil de realizar.
¿Cuales son las barreras que encuentran los migrantes para sacar la visa?
Yo lo ligaría con la institucionalidad, ya que el departamento de migración y extranjería tiene personal muy limitado y no alcanzan a atender a las personas. Entonces, vemos largas filas, funcionarios que están agobiados y estresados, debido a la burocracia que implica tener todo el papeleo que te piden. Es decir, cada trámite es engorroso y piden muchos papeles en poco tiempo, por lo que es desgastante para los funcionarios y para los funcionarios.
Hace un tiempo vimos una noticia terrible, que fue la muerte de Benito Lalane, quien murió de hipotermia y vivía en condiciones de pobreza extrema ¿Qué tipo de aprendizajes y urgencias le deja esta muerte al MAM?
Benito para nosotros es símbolo de la violencia institucional, de la soledad que los migrantes pasamos cuando uno llega a Chile y la posibilidad de generar espacios de diálogo con la sociedad chilena, para generar puentes de diálogo para construir un país mejor. Los compañeros y compañeras haitianas están conscientes del tema y como medida más urgente se han organizado para aprender el idioma, que es una de las primeras medidas para quienes llegan al país.
Además de la música, de los colores, las comidas… todos estos elementos «exóticos» con los que los medios de comunicación los reconocen ¿Que trae el inmigrante a Chile?
Creo que el fortalecimiento de una identidad cultural distinta. La identidad no es algo rígido, sino que es algo que está en permanente creación y movimiento. Entonces, el tema es cómo nos despojamos de ese miedo en ser distintos. Y una nueva forma de entender y vivir la democracia.
¿Por qué el trabajo colectivo sería clave para avanzar en estas causas de derechos humanos?
Siempre estos temas es mejor trabajarlos colectivamente que individualmente. Hay un dicho indígena que dice que si tienes una bara y quieres romperla, se rompe, pero si tienes muchas juntas, no se rompen. Es así, hemos aprendido que la articulación, la organización, es importante para sacar adelante los proyectos y para defender los derechos de la migración. Todo lo que hagamos hoy con respecto a la migración contribuye al fortalecimiento de la democracia, de la paz. No podemos seguir siendo productos, parte de un mercado que es cruel, que nos ve solo como consumidores. Es necesario sumarse a esta lucha por el derecho a la migración, por la lucha a la dignidad humana, finalmente.