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Volver a la razón y a la vida

Fuentes: Gara

ETA dinamitó su tregua, única y exclusivamente suya. Era una tregua pactada entre personas que parecían responsables y basada en un proceso de paz que nunca existió más que en la propaganda interesada del propio Gobierno. Así pues la lógica de los eventos políticos se ha revelado aplastante. Sin tregua no hay proceso de paz, […]

ETA dinamitó su tregua, única y exclusivamente suya. Era una tregua pactada entre personas que parecían responsables y basada en un proceso de paz que nunca existió más que en la propaganda interesada del propio Gobierno. Así pues la lógica de los eventos políticos se ha revelado aplastante. Sin tregua no hay proceso de paz, siempre se afirmó. ¿Para qué quejarse pues de que se aplique la misma lógica por el otro de los lados del vértice?: Sin proceso de paz, no hay tregua. Pero con proceso de paz hay tregua.

Es lamentablemente interesante que Rodríguez Zapatero y su Gobierno estuvieran en la más candorosa de las ignorancias respecto a los requerimientos serios que la organización armada, los partidos políticos vascos y la propia ciudadanía habían enviado al ejecutivo en el sentido de que el proceso de paz no funcionaba y de que la tregua podía romperse.

Dicen que en esa tentacular cabeza de pulpo que conforma la España Nacional, no sólo hay entidades bancarias y comerciales, miembros de las fuerzas armadas, jueces, fiscales y hasta el inombrable, sino que también ocupan lugares destacados los servicios de inteligencia de la mísmisima Moncloa. Aunque se ha sugerido la falsedad del argumento anterior, habrá que espetarles la máxima latina de excusatio non petita, acusatio manifesta. Así la derecha envalentonada, lubrificando las neuronas de la cabeza de pulpo que es esa España nacional de los últimos 200 años, y Rodríguez Zapatero, rodeado o protegido, depende mucho de cómo se mire, por los tentáculos de la cabeza, ignorante de los eventos que pudieran ocurrir. Nos recuerda tenezmente a otra historia anterior protagonizada por Felipe y los Gal. Esperemos que esta vez se escude y apoye en la mayoría democrática del parlamento que le protege.

Volver al discurso mediático de la culpa exclusiva de ETA, de la maldad intrínseca de la violencia, de que aquellos que no la condenen están en connivencia y realizan la apología del terrorismo no conduce a ninguna solución racional, es pues intelectualmente inadmisible y políticamente esteril. La condena o no condena de la violencia en general o de ETA en particular pertenece o puede pertenecer única y exclusivamente a la libertad de pensamiento y a la integridad intelectual de cada cual. No condenar la violencia de ETA u otras no es apología del terrorismo. Pero sí lo es enardecer, exaltar, propagar e inducir a terceros a la práctica de la violencia armada por los motivos que fueren. Aceptar el hecho violento con sus contradictorias facetas éticas y filosóficas sólo pertenece a la integridad intelectual. Pero también aprovecharse de esta constatación intelectual para inducir de alguna manera a la práctica de la violencia armada es posiblemente demagogia política terrorista.

También es perverso intelectualmente aducir que todos aquellos que no condenan la violencia están haciendo apología del terrorismo. La abstención en la condena de todos o algunos hechos violentos pertenece a la libertad de la conciencia del individuo, a su integridad intelectual por encima de otras conveniencias políticas. Y esto último es el caso de la política de la izquierda abertzale mayoritaria.

Muchos de nosotros en cambio, condenamos en su día la violencia de ETA, unos por imperativos legales, otros en conciencia ética y muchos otros por conveniencia política. No osaríamos a pesar de ello a retorcer el cerebro de terceros como si estuviéramos en el medievo y poseyéramos la verdad absoluta.

Si bien es verdad que en esta democracia, ETA no representa a casi nadie, no deja de ser menos cierto que en esta democracia el pueblo vasco no tiene ningún derecho a decidir su propio futuro con todas las consecuencias. Así que si los vascos no pueden ser políticamente lo que quieren ser, no será debido a la existencia de la organización armada, sino a una serie de leyes intocables no sometidas a la voluntad democrática de los pueblos. ¿Es esta aseveración apología del terror o simplemente una constatación intelectual basada en los treinta años de democracia nacional? O incluso, ¿acaso la existencia de la violencia armada de ETA ha impedido a los vascos alcanzar cotas más altas y profundas de libertad y nos ha desviado de nuestros verdaderos objetivos políticos y sociales? Pues hombre o mujer, mira un poco alrededor y verás qué cotas más amplias de libertad, bienestar y goce han alcanzado los que nos rodean por el norte o por el sur en este sistema neoliberal capitalista.

Como conclusión. Sí a la vida, sí a la democracia, sí a la inteligencia. Volvamos todos a sus argumentos.

* Tomás Trifol es profesor