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Entrevista a Higinio Polo, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Barcelona y escritor:

«Washington no ha dudado en atacar, y casi destruir, a la ONU, violar los acuerdos internacionales y declararse, unilateralmente, por encima del derecho internacional»

Fuentes: Fusion

–Ellos hablan de su «Proyecto para el Nuevo Siglo Americano»; de la necesidad de un «Nuevo Orden Mundial». Por otro lado, voces críticas alertan de la creación de un IV Reich liderado por EE.UU. ¿Estamos hablando de lo mismo?-Tras la desaparición de la URSS, EE.UU. ha tratado de ocupar nuevas zonas de influencia en la […]

Ellos hablan de su «Proyecto para el Nuevo Siglo Americano»; de la necesidad de un «Nuevo Orden Mundial». Por otro lado, voces críticas alertan de la creación de un IV Reich liderado por EE.UU. ¿Estamos hablando de lo mismo?
-Tras la desaparición de la URSS, EE.UU. ha tratado de ocupar nuevas zonas de influencia en la antigua Europa socialista, en el Cáucaso y en Asia Central, y lo ha conseguido en gran parte. Ahora, su política se centra en asegurar su dominio estratégico en el siglo XXI: ese proyecto (que tiene connotaciones fascistas, aunque creo que no es adecuado hablar de IV Reich) implica enormes peligros para el planeta, como han puesto de manifiesto la doctrina de guerras preventivas de Bush, y la ocupación militar de Afganistán e Irak, con la excusa del terrorismo islamista, que, por otra parte, fue organizado en sus inicios por Washington. De hecho, ese proyecto es la manifestación de un nuevo y agresivo imperialismo que no tiene, hoy por hoy, los frenos estratégicos que suponía la existencia del poder soviético. Por eso, la población del mundo enfrenta un desafío trascendental, porque EE.UU. no va a tener escrúpulos en incendiar zonas enteras del planeta para mantener su poder: repárese en las decenas de miles de muertos que su ejército ha causado ya durante la presidencia Bush.

-La denominada «Nueva Estrategia de Seguridad Nacional» (septiembre 2002) puesta en marcha por Bush, instaura la teoría de la guerra preventiva, algo que hacía Hitler para justificar sus invasiones. ¿Son estos los pasos previos para conseguir ese Nuevo Orden Mundial que persiguen desde hace años?

-Sin duda. Y para ello Washington no ha dudado en atacar, y casi destruir, la arquitectura política de la ONU, en violar los acuerdos internacionales, quebrantar las Convenciones de Ginebra, romper los tratados nucleares firmados con la antigua Unión Soviética y declararse, unilateralmente, por encima del derecho internacional. No es exagerado afirmar que, en el interés estratégico norteamericano, está el mantenimiento de focos de tensión (a veces creados de forma completamente artificial) en las fronteras de Rusia (ahí está la intromisión de Washington en Georgia y Azerbaiján, su complacencia ante la crisis chechena, y su penetración, con bases militares incluidas, en Asia central -Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán-, así como la extensión de los tentáculos de la OTAN en toda Europa oriental), así como en la periferia de la India (tensión con Paquistán, conflicto de Cachemira) y de China (ayuda a Taiwán, creación de la supuesta crisis nuclear en Corea del Norte, y estímulo encubierto de las reivindicaciones islamistas en Sinkiang, y particularistas en el Tíbet). No lo hace por casualidad: en esos tres países, y singularmente en China, están sus rivales estratégicos en el mundo del siglo XXI. También claro está, en asegurarse el control de las fuentes de reservas energéticas.

-Se han publicado documentos y datos que demuestran que George W. Bush y su padre George Bush llegaron a la cumbre de la jerarquía política, porque su abuelo y padre, y su familia política ayudaron económicamente y alentaron a Hitler en su camino hacia el poder. ¿Se lleva en los genes?
-No, se lleva en los números cifrados de las millonarias cuentas corrientes y en las cuentas de resultados de las grandes compañías transnacionales, que están detrás de la política del actual gobierno Bush, como alentaron las iniciativas del anterior.

-En el Tercer Reich se hablaba de la supremacía de la raza aria. ¿A quién adjudican hoy por hoy esa superioridad?

-Desde Gobineau, la tesis de la superioridad del «hombre blanco» ha tenido muchos seguidores, y aunque hoy las propuestas racistas están completamente desprestigiadas, como consecuencia de la derrota nazi en la Segunda Guerra Mundial, no puede dudarse de que una buena parte de los círculos económicos y gubernamentales norteamericanos, e incluso de la población estadounidense, creen en la superioridad de su país (de todo lo norteamericano) sobre el resto del mundo. Esa creencia está unida a una política imperial que hunde sus raíces en el siglo XIX, en los años del crecimiento inicial de su poder. Y ese afán imperialista, ese intento de apoderarse de los recursos de otros, explica que EE.UU. haya construido su poder sobre la base de la agresión exterior y de una rapiña imperialista que nadie puede discutir: sólo hay que reparar en que es el único país de la historia de la humanidad que ha bombardeado decenas de países en cuatro continentes distintos, es decir, en todos, a excepción de Australia y de la deshabitada Antártida. Insisto: el único.