He leído con interés creciente y atención el artículo de Francisco Toloza, «de la escatología a la lucha de clases», publicado en el portal de la Marcha Patriótica (1) y reproducido en otros portales alternativos. Es un análisis serio, fluido y fresco de un dirigente popular de la Marcha Patriótica, recién rescatado de las pútridas […]
He leído con interés creciente y atención el artículo de Francisco Toloza, «de la escatología a la lucha de clases», publicado en el portal de la Marcha Patriótica (1) y reproducido en otros portales alternativos.
Es un análisis serio, fluido y fresco de un dirigente popular de la Marcha Patriótica, recién rescatado de las pútridas mazmorras colombianas donde lo pretendía silenciar el régimen de Santos, por su militancia con la movilización social. A decir verdad, son las mismas ideas básicas sobre la Asamblea Nacional Constituyente para la Paz, un poco más desbrozadas y asentadas en el panorama contradictorio de la crisis actual por la que atraviesa el país, que Pacho Toloza planteó en aquel encuentro que se realizó del 20 al 22 de febrero de 2011 en Buenos Aires, donde un grupo muy grande de destacadas personalidades colombianas e internacionales invitados por la infatigable Piedad Córdoba, nos encontramos para hablar sobre la posible paz en Colombia, aunque sometidos a la presión despiadada que desde Bogotá realizó durante todo el evento el presidente Juan Manuel Santos, con la expectativa de la inminente cacería del Odiseo Alfonso Cano.
Aquel día, recuerdo bien, tomándonos un café tinto antes de iniciar las exposiciones, el analista León Valencia nos expresó su preocupación, porque había recibido una llamada de Bogotá que le informaba sobre un cadáver de un guerrillero yacente en la morgue de Medicina Legal, posiblemente del Odiseo Alfonso Cano. Sin embargo, faltaban aún nueve meses para completar la cacería y presentar, con un brindis de whisky, su cuerpo como trofeo.
Un poco más tarde, se nos acercó un «emisario» del general Padilla de León, quien comentó la impresiones de un cena habida hacía pocos días en la embajada de Colombia en Viena, donde el general-embajador le había confiado, entre plato y plato, estar muy orgulloso de ser el autor intelectual del plan militar irreversible para la cacería del Odiseo, elaborado el año anterior, pero que ya en su condición de embajador no tenía ningún control sobre sus ejecutores: este control estaba centrado exclusivamente (?) en manos del presidente Santos. Tres años demoró saber que, el operativo estuvo siempre bajo control de la CIA americana.
Al otro día, en frio, tuve que hacer mi ponencia sobre las experiencias de la comisión de notables, de la que fui miembro durante el proceso de paz del Caguán, en el 2001. Recuerdo también, cómo se hizo necesario elaborar un comunicado final del evento, para lo cual se destacó a los profesores internacionales Marc Chernick y Atilio Botón, con quienes un grupo de dirigentes de la Marcha Patriótica, entre ellos Pacho Toloza, tuvimos que consensuar su redacción definitiva.
Pues bien, en su excelente análisis dialectico interno de la actual coyuntura colombiana, Pacho parece haber olvidado lo que estos profesores internacionales expresaron aquel día, acerca del imperialismo y la transnacionalización de la economía.
Quisiera, con toda consideración que me da su amistad, acotarle al artículo de Pacho en comento, siguiendo el ejemplo del huevo citado por Mao Tse Tung en su tesis sobre la contradicción (1937) con el cual explicó la diferencia entre las contradicciones materiales internas y las externas; que hoy día (ni siquiera teóricamente) es posible analizar desde el punto de vista de la dialéctica materialista un fenómeno social, y menos uno como la coyuntura actual de Colombia, sin tener presente que las contradicciones materiales externas ( temperatura y tiempo de incubación del huevo en el ejemplo) es decir las determinaciones y las sobre-determinaciones reales que el Imperialismo especialmente Estadounidense, están omnipresentes en las contradicciones internas tanto de la Oligarquía trasnacional contra el Pueblo trabajador, como de la lucha de contrarios que se están dando, de forma inédita, entre las fracciones de una clase social tan compacta como la oligarquía colombiana, y que Pacho disecó tan nítidamente.
El imperialismo neoliberal y trasnacional especialmente estadounidense, determina actualmente el desarrollo de los hechos contradictorios en la realidad social colombiana, sin que podamos en ningún momento prescindir de esta realidad. Es como decía Maria Leoncia Santodomingo la periodista de CUAC, el noticiero del genial Jaime Garzón: «Y el gringo ahí».
Es claro el mensaje enviado al mundo por parte del gobierno de Washington sobre el proceso entre el gobierno colombiano y las FARC en la Habana, y la posibilidad real de finalizar el «conflicto armado interno de Colombia» para pasar a una fase de «post-conflicto» como lo llaman. No hay discusión en esto, pero como muy acertadamente lo plantea Pacho, en donde se van a enfrentar dos concepciones, no es en la puerta de la casa abierta, sino cómo se va a amoblar la casa por dentro y esto, necesariamente está y va a continuar «determinado» desde Washington, sin que podamos evitar su omnipresencia.
Precisamente por eso, el componente de Soberanía (no solo Popular, sino diplomática, política y jurídica, por aquello de la justicia transicional para que los paramilitares extraditados en EEUU contribuyan al esclarecimiento de la verdad), se ha agregado a todo ese Proceso Constituyente por la Paz, que con las uñas y en medio de la más amplia y unitaria movilización social se está construyendo en Colombia.
Claro Pacho que nos vemos en la constituyente, pero mientras tanto y sin paranoia, no olvides que el gringo sigue ahí.
Foto: Maria Leoncia y Jaime Garzón. Fuente: Internet.
(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano
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