Ya era hora de que un ministro advenedizo como Alejandro Gaviria saliera del Gobierno del Cambio, él que no representa ningún cambio y que llegó como parte de un diseño con el que el presidente Gustavo Petro buscaba dar cabida a sectores de “centro” que ayudaran a derrotar la guerra que le declaró la extrema derecha a su mandato desde el principio.
Arrogante, neoliberal y con la prédica verbal que se le conocía desde que fue ministro de Salud inamovible de Juan Manuel Santos, Gaviria se enfundó en su sobradez para despotricar de una de las reformas medulares del Presidente y asumir la cómoda posición de hacer parte del gabinete y, al mismo tiempo, alimentar la gavilla de la oposición a la Reforma que busca transformar el deplorable Sistema de Salud en manos de los negociantes de las EPS.
Pero la actitud tolerante con el disenso dentro de su equipo ministerial demostrada por el Jefe del Estado tenía un límite, luego de que desde enero Gaviria había inició el bombardeo contra el mismo gobierno al que pertenecía y, todo lo indica, había filtrado a la jauría mediática un primer documento de discusión interna sobre la Reforma.
El vaso se desbordó en los últimos días, cuando un segundo y extenso escrito, inspirado por el mismo Gaviria, al que se sumaron otros ministros del ala del centro liberal (José Antonio Ocampo, de Hacienda, y Cecilia López, de Agricultura), también vinculados al gabinete para tranquilizar al establecimiento, terminó en la pocilga de la prensa del viejo régimen.
El traidor volvió por sus fueros, y otra discusión interna fue convertida en comidilla de los medios del sistema, que hicieron fiestas y anunciaron que con esa filtración “la reforma se cae porque se cae”.
Pues, para despecho de las mafias de la salud y de sus cómplices con micrófonos, la reforma no se cae, sigue su marcha. Así lo constató este lunes 27 de febrero el Presidente en una rueda de prensa, con los presidentes de los partidos que hacen parte de los acuerdos en el Congreso para garantizar mayorías a su lado.
Y poco después lo ratificó, en su alocución de 3 minutos y 15 segundos a todo el país, con las valerosas ministras de Salud, Carolina Corcho, y del Trabajo, Gloria Inés Ramírez, a su lado: “Este gobierno del cambio no va renunciar a mejorar la salud, las pensiones y las condiciones laborales justas de todos los colombianos”.
“La salud es un derecho, no un negocio y la actividad privada no puede impedir o limitar ese derecho. Necesitamos más cohesión y determinación”, agregó el Presidente. Un claro mensaje para parlanchines de la política como Roy Barreras, otro oportunista dedicado por estos días a tratar de hacerle daño a la Reforma por la vía del ataque grotesco –desde los libelos de la oligarquía santafereña– a la ministra Corcho.
La imagen de la alocución con el Jefe de Estado flanqueado por sus dos más importantes ministras, solventes intelectualmente, comprometidas en lo social y leales al Gobierno que las llamó a las altas dignidades para servirle al pueblo, lo dice todo.
Las reformas al Sistema de Salud, al Régimen Laboral y al Régimen de Pensiones que ellas lideran van porque van. Fue el compromiso del hoy Presidente en campaña y el pueblo está atento a que se cumplan ya en el Gobierno. Y, sobre todo, a que la intermediación de las EPS, sanguijuelas del sistema, termine.
LOS CASOS DE PATRICIA Y MARÍA ISABEL
En la alocución comentada, el presidente Petro anunció también los retiros de las ministras Patricia Ariza, de Cultura, y María Isabel Urrutia, de Deportes, los cuales no tuvieron nada qué ver con la discusión sobre la Reforma a la Salud.
Serán reemplazadas, respectivamente, por el músico bogotano Ignacio Zorro (en calidad de encargado), y por la licenciada en educación física Astrid Rodríguez (en propiedad).
El Presidente fue enfático en que estos dos retiros no obedecen a reconfiguraciones burocráticas de gobernabilidad, como especulan los medios, y agradeció a las ministras sus aportes al proceso de cambio iniciado.
La jefe del Gabinete, Laura Sarabia, subrayó, por su parte, que las ministras salientes fueron informadas antes de la alocución de la decisión presidencial y convocadas a la Casa de Nariño para tal fin.
En el Ministerio de Educación fue designada (en propiedad) la socióloga caleña Aurora Vergara, quien se desempeñaba como viceministra de la cartera.
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