Traducido por Progreso Semanal del Baltimore Sun
Desafortunadamente, nuestra nación enfrenta enormes retos en casi todas las regiones del globo.
Desde Irán a Corea del Norte, desde Siria hasta Mali, en asuntos que engloban al terrorismo, narcotráfico, calentamiento global y ciberguerra, cada día nos trae problemas aparentemente imposibles para los líderes de política exterior de nuestra nación, en especial para el nuevo secretario de Defensa, John Kerry.
Sin embargo, hay un asunto internacional en el que el genuino progreso no solo es posible sino probable -si el secretario de Estado y el presidente Barack Obama están preparados para hacer del tema una prioridad de política exterior.
A solo 90 millas de las costas de Estados Unidos se encuentra la pequeña nación de Cuba, que actualmente no representa una amenaza económica o militar para EE.UU., sino como un recordatorio constante de más de 50 años de fracaso por parte de administraciones demócratas y republicanas de lograr obtener nuestro objetivo declarado de fomentar el cambio democrático.
Nuestra actual política hacia Cuba es un irritante en nuestras relaciones con muchos amigos en este hemisferio que creen que nuestra política de intento de aislamiento de Cuba ha sido contraproducente. A nuestro Departamento de Estado se le ha informado, en esencia, que no habrá otra cumbre de líderes hemisféricos si no se incluye a Cuba.
El secretario Kerry recordará el papel central que él desempeñó en la normalización de relaciones con Vietnam por parte del presidente Bill Clinton en la década de 1990. Y de cómo la normalización de relaciones con un antiguo enemigo comunista puede crear una situación en la que todos se beneficien. La mayoría estará de acuerdo en que la política hacia Vietnam fue mucho más compleja, en particular por el tema emocionalmente presente de los prisioneros de guerra y de los perdidos en acciones de guerra, que el de la política EE.UU.-Cuba.
Estoy defendiendo una serie de encuentros con Cuba acerca de temas de interés mutuo. Ambos países se preocupan por el narcotráfico, asuntos de medio ambiente (incluyendo el seguimiento de huracanes), migración y desarrollo de reservas de petróleo y gas potencialmente lucrativas en el Estrecho de la Florida.
Recientemente escuché al más alto representante de Cuba en Washington, el embajador José R. Cabañas, hablar con mucha lógica de cómo su país podría cooperar con Estados Unidos en producción de energía, acerca de la cual existen [I]joint ventures[/I] de Cuba con compañías de muchos otros países, mientras que a nuestras compañías energéticas se les prohíbe participar. Señaló él que un derrame de petróleo, por ejemplo, en la costa de Cuba, afectaría no solo a Cuba, sino que casi inmediatamente lo haría también al Sur de la Florida.
Estados Unidos ha tenido contactos informales con los cubanos acerca de estas y otras preocupaciones mutuas. Propongo que la administración Obama, con el secretario de Estado a la cabeza, actúe rápidamente para formalizar acuerdos que servirán a los innegables intereses de ambos países. Los funcionarios cubanos han indicado que están dispuestos a hacerlo, y debiéramos poner a prueba esta aseveración sin condiciones previas. Aunque no propongo que busquemos la inmediata normalización de relaciones con Cuba, eso muy bien pudiera ser el resultado final de los pasos por etapas que defiendo.
El paisaje político acerca de la cuestión cubana está cambiando. Aproximadamente la mitad del voto cubano-americano en la Florida en 2012 fue favorable al presidente Obama. En días recientes surgió un informe alentador de que el Departamento de Estrado estaba considerando eliminar a Cuba de su lista de estados patrocinadores del terrorismo.
Muchos de los asuntos a que nuestra nación se debe enfrentar parecen no tener solución. En nuestro propio patio existe uno -abrir la puerta a mejores relaciones con Cuba- que pudiera lograr el mismo tipo de éxito que el presidente Clinton y el entonces senador John Kerry lograron en Vietnam hace dos décadas.
Aprovechemos esta oportunidad diplomática que se encuentra al alcance de la mano.
Michael D. Barnes representó a Maryland en la Cámara de Representantes como demócrata desde 1979 a 1987, sirviendo como presidente del Subcomité de la Cámara para Asuntos Hemisféricos. Es miembro principal del Centro para Política Internacional con sede en Washington
Fuente: http://progreso-semanal.com/ini/index.php/eeuu/6636-ya-es-hora-de-un-nuevo-enfoque-de-cuba