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Adiós a Agustín García Calvo

«Ya habrá otro día; y si no…»

Fuentes: Rebelión

El 1 de noviembre, Día de los Muertos, fue el último día de Agustín. El tren de las estaciones de la vida, como le gustaba decir, se ha parado. No le conocía personalmente pero seguro que a él le habría gustado que le llamara Agustín. Lo desubrí en plena adolescencia, hace ya cuarenta años, con […]

El 1 de noviembre, Día de los Muertos, fue el último día de Agustín. El tren de las estaciones de la vida, como le gustaba decir, se ha parado. No le conocía personalmente pero seguro que a él le habría gustado que le llamara Agustín. Lo desubrí en plena adolescencia, hace ya cuarenta años, con la lectura del Sermón del Ser y el no-Ser. Me impresionó profundamente y fue una de las influencias que me condujeron a estudiar filosofía. Él decía, de todas maneras, que estaba en contra de la filosofía. Podemos colocarlos en la lista de los antifilósofos (de los que hablaba Alain Badiou: Nietzsche, Lacan, Wittgenstein) que hacían vivir a esta filosofía académica que no soportaba. Después he ido leyendo escritos espléndidos, como Registros de recuerdos (contranovela) y Cosas que hace uno , en los que hablaba de su vida y de lo que hacía. No voy a dar aquí datos biográficos porque Agustín estaba en contra de las biografías.

Agustín siempre decía que su voz era de lo que él llamaba la lengua común del pueblo, que el sujeto y el individuo son inventos del sistema. El sigue viviendo en todos los que le querían, le leían, le escuchaban. Escribió Contra el Tiempo. No porque cuestionara a su amigo Heráclito, cuando decía éste que todo era cambio, transformación. Al contrario, para Agustín todo era proceso abierto, creación. Pero el tiempo era un invento humano para clasificar, medir y negar este proceso. Porque el pasado se negaba en función de un presente que se escapaba y de un futuro por venir. El Futuro fue su gran enemigo, era la Administración de la Muerte. El Tiempo, la Realidad, el Regimen eran el Reino de la Mentira basado en la Fe en el Dinero. La fusión definitiva entre el Estado y el Capital, donde la Persona y la Masa anulaban a lo que quedaba del pueblo, a través sobre todo de los Medios de Formación del Régimen y la Teología de la Ciencia. Agustín quería hablar en nombre de la Razón común, de la Lengua común que hay detras de todas las ideologías y de las lenguas de Babel. Él, tan singular, siempre defendió lo común.

Agustín no poponía nada, para él era caer en el juego del Régimen, de los planes del Futuro. Agustín actuaba escribiendo, hablando, con su hacer cotidiano. Visitando y hablando a los indignados, en sus debates semanales. Políticamente nunca coincidí con él porque yo soy, en el fondo, un posibilitista. Que le haremos. Pero aunque él defendía lo imposible en este imposible había mucho de lo que aprender, mucho sobre lo que pensar. Pero siempre estuvo del lado de la emancipación, de los oprimidos. Contra el poder del Estado y del Dinero. A su manera. Quizás si Agustín García Calvo no existiera habría que haberlo inventado, como se acostumbra a decir. Pero no para seguirlo sino para sacudirnos de nuestros tópicos y obligarnos a pensar.

Agustín ya forma parla de estos amigos muertos, como él también decía, que nos continúan hablando e interpelando.

Me despido así con estos comentarios desordenados, fuera del tiempo real regido por el orden del futuro, del orden del calendario y del horario que tanto detestaba.

Agustín fue un ejemplo ético, de una vida libre, digna y apasionada. No fue un muerte viviente como tantos otros. Vivió 86 años intensamente. No es poco. Lo envidio. Me despido así de él con alegría, sin tristeza, de uno que supo vivir. De manera intempestiva, polémica, valiente.

Acabo el artículo, como no, igual que lo he empezado, con sus propias palabras:

«…frente al otro, hacia atrás, por donde en realidad nunca se vuelve, es algo en verdad sin sentido alguno. Y YO, por si acaso, como me mandan ir hacia el Futuro, me dejo llevar de las ondas de los ríos hacia atrás, hacia el nacimiento sin fin, hacia mi desconocimiento».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.