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Las marcas atacan

Zara: precariedad, import-export

Fuentes: Diagonal

Del 17 al 21 de marzo, en el Paseo de Gracia de Barcelona, delante de una tienda Zara, un grupo de trabajadores y trabajadoras protestaban por la quiebra de la empresa para la que trabajaban hasta unas semanas atrás. EMS S.A. empleaba a 126 personas y la mayor parte de su negocio consistía en amueblar […]

Del 17 al 21 de marzo, en el Paseo de Gracia de Barcelona, delante de una tienda Zara, un grupo de trabajadores y trabajadoras protestaban por la quiebra de la empresa para la que trabajaban hasta unas semanas atrás. EMS S.A. empleaba a 126 personas y la mayor parte de su negocio consistía en amueblar y acondicionar las tiendas del gigante de la moda española, Inditex. Sin duda, apostar por un cliente, por grande que sea, no es una estrategia que aporte seguridad a una pyme, y las personas que se manifestaban ante Zara culpan de su situación, en primera instancia, al propietario y gerente de su centro de trabajo. Pero también expresaban su rabia e impotencia al leer en los periódicos que el propietario de Inditex, Amancio Ortega, posee la mayor fortuna de España y está en el selecto grupo de las diez fortunas más importantes del mundo.

El cese de los pedidos por parte de Inditex obedece básicamente a la disponibilidad de mano de obra más competitiva en otros lugares. La empresa actúa con su proveedor de mobiliario igual que con sus proveedores de ropa. Se buscan fábricas y talleres situados en países con mercados laborales más «competitivos» que abandonarán sin ningún escrúpulo cuando encuentren lugares más rentables o personas dispuestas a trabajar más por menos. Los cierres de empresas textiles ha sido una constante en el estado español en las últimas décadas y, en muchas ocasiones, su producción se ha trasladado a Marruecos. En los últimos meses, entre las trabajadoras de Tánger (Marruecos) circulan rumores acerca de los cierres que se avecinan y del posible traslado de producción de grandes firmas de moda a China. Ante la inseguridad generada, ¿Quién va a exigir mejoras laborales? ¿Quién se enfrentará a su empleador pidiendo que se pague el salario mínimo o negándose a realizar horas extra forzadas? Las trabajadoras que se atreven a hablar de sindicación y de derechos laborales son reprendidas por patrones y compañeras: «¿Qué es lo que buscas? ¿Que no nos lleguen encargos?».

Beneficios que no repercuten en bonanza

Las grandes corporaciones transnacionales pueden no ser la mano ejecutora de los despidos y quiebras pero el sistema neoliberal las ha dotado de todos los medios imaginables para disponer de las plantillas según sus intereses. Las reglas del comercio y de las finanzas internacionales permiten a los más grandes desviar los riesgos de sus negocios a eslabones más débiles de la cadena de producción. Para abandonar un proveedor no es necesario un Expediente de Regulación de Empleo, el cierre o la cancelación de contratos se atribuye a la mala gestión o a la crisis sin dar mayores explicaciones a los actores sociales. Mientras la crisis lleva a las empresas proveedoras a la quiebra, los beneficios de Inditex en el ejercicio de 2008 alcanzaron los 1.253 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 0,24%. Y no es la única empresa del sector que esta «sorteando» con éxito la crisis. Nike, otro gigante, acumuló 391 millones de dólares de beneficios sólo durante el último trimestre de 2008.

En respuesta a las críticas surgen las «buenas prácticas en responsabilidad social empresarial» pero la autorregulación de los gigantes corporativos no va a poner a la economía al servicio de las personas. Las medidas voluntarias de responsabilidad social tienen como objetivo último preservar el entorno favorable de las últimas décadas y evitar que se impongan límites a las omnipotentes empresas transnacionales a base de realizar algunas concesiones que puedan servir además para presentarse como empresas comprometidas con el medio ambiente y con la sociedad.

Que las empresas transnacionales españolas triunfen en la economía global no beneficia en absoluto a los trabajadores y las trabajadoras del país. A los ganadores del sistema les importa poco el bien común de países, naciones o comunidades. Ni en su país de origen, ni en los países donde trabajan tienen como misión generar puestos de trabajo estables, ni fortalecer las redes de pequeñas empresas, ni reforzar los mercados locales, ni hacer respetar los derechos laborales y humanos más básicos. Su misión es el generar dinero y crecer, y las personas constituyen una de las materias primas necesarias para ello.

Más info: Campaña Ropa Limpia