Han pasado 10 años del nacimiento de La PAH, pocos para conseguir todo lo que se propusieron, pero suficientes para recordar y valorar su trayectoria. Continúa luchando por hacer de la vivienda un derecho; al lado de las personas vulnerables. Continúa trabajando para cambiar leyes, mostrando que se puede hacer política de otra manera
La PAH, Plataforma de Afectados por la Hipoteca, llega a su décimo aniversario, una década de vida en una movilización que ha causado un gran impacto en la sociedad española. Una gran incidencia. Ha conseguido acompañar y transformar a las personas que se le acercaban, negociar salidas a situaciones desesperadas, despertar el apoyo generalizado de la sociedad, aprobar mociones en ayuntamientos, impulsar leyes autonómicas, marcar la agenda pública, dar vida a proyectos para acceder a la política institucional, que se piense que «sí se puede» conseguir lo que parecía fuera de alcance…
Pero los desahucios siguen, con números que no hacen pensar en ninguna recuperación. Según los últimos datos ofrecidos por el Consejo General del Poder Judicial de los que disponemos, en el tercer trimestre de 2018 se han producido en España 11.547 nuevos desahucios. 3.404 son consecuencia de ejecuciones hipotecarias, 7.518 de impagos de alquiler y 625 por otras causas. De enero a septiembre de 2018 se han producido 44.606 y nada hace pensar que no acabemos el año en cifras cercanas a las de los peores años de la crisis.
Es bueno hacer balance y pensar, estamos ante una movilización muy poco habitual. La PAH no ha conseguido cambiar la ley hipotecaria española, acabar con los desahucios o garantizar el derecho a la vivienda reconocido en la Constitución. Pero son 10 años que muestran lo que se puede conseguir desde la movilización. También habría que pensar en lo que ha podido no funcionar, en errores… Aquí y ahora nos quedamos en apuntar 10 logros. Los logros de mucha gente que, desde los márgenes, sin apoyos, han luchado para acabar con un miedo, dolor y pobreza que no deberían existir.
Atender necesidades esenciales
«Los pisos no dejarán nunca de subir» es un mantra de los años de la burbuja o especulación inmobiliaria. La década de 1997 a 2007 fue de gran crecimiento económico, los indicadores de España eran envidiados: había importantes constructores, al tiempo que representantes del sector inmobiliario, que iban de un medio al otro repitiéndolo. Lo importante era tener claro que alquilar era tirar el dinero, había que hipotecarse. Y que esto no iba a cambiar.
Pero cambió a partir de 2008. La llamada «crisis» empezó a mostrar su peor cara. La burbuja inmobiliaria -que para muchos supuestos expertos y representantes políticas no existía- explotó y no ha dejado de causar víctimas hasta hoy. En 2008 demasiadas personas ya estaban hipotecadas y el reto era poder pagar lo que pensaban haber adquirido. Otro mantra se empezó a propagar: «hay que pagar las deudas, a nadie se le obligó a hipotecarse». Aquí nace la PAH. Se constituyeron en una asamblea el 22 de febrero de 2009. Cinco personas habían impulsado el proyecto, ese día recuerdan que se encontraron unas setenta.
La PAH viene de lejos. Podríamos decir que viene de movilizaciones que algunos dieron por fracasadas. Aquellas con el lema «No tendrás casa en la puta vida» que denunciaban las barreras para acceder a un derecho ya en años de crecimiento económico. También denunciaron el mobbing inmobiliario que estaba expulsando a personas de sus pisos con la intención de obtener más beneficios con su comercialización. Esas acciones públicas pudieron desaparecer, pero al llegar 2009 y con él personas que lo pasaban mal, volvieron a la acción. Esas cinco personas han llegado a tener más de 200 núcleos activos en toda España.
Empoderar
Se ha repetido mucho que el potencial de la PAH radica en la desesperación de las personas afectadas que pueden perder su hogar. Según esta afirmación, la posible pérdida de la vivienda daría la fuerza y la determinación necesaria para la movilización. Pero los estudios de los que disponemos demuestran que las personas afectadas viven en condiciones de fragilidad. Quizás el mayor logro de la PAH ha sido acompañar a las personas y ayudarlas a hacer frente a los temores, miedos, presiones, amenazas…
Muchas, cuando llegan a la PAH lo hacen destrozadas, con vergüenza y sentimiento de culpa. No es el perfil del sujeto político dispuesto a movilizarse, enfrentarse a una comitiva judicial y a la policía para paralizar su desahucio… Podrían ser perfiles más cercanos a los tristes casos de suicidios vividos en estos años.
La PAH ha sido y es un revolucionador de personas que encuentran una asamblea, compuesta por personas que viven situaciones que se pueden comparar a la suya, que las escuchan, les ayudan a buscar soluciones, se implican con ellas… La excepcionalidad de la PAH en estos años se ha demostrado, entre otras cosas, en cómo ha sido recomendada desde servicios sociales de administraciones públicas para que las personas afectadas que no iban a recibir una respuesta desde esas administraciones pudieran encontrar alguna solución.
Crear movilización colectiva ante la fragmentación individualista
La PAH no ofrece un servicio de atención individual, trabaja colectivamente. Trata a las personas afectadas como sujetos activos. Eso crea sentimiento de comunidad y lazos de solidaridad y compañerismo. Las personas afectadas ven que su problema afecta a una parte considerable de la sociedad; no es un fracaso personal y la solución pasa por la lucha colectiva. Tampoco hay que buscar falsos culpables, como pasa en demasiadas ocasiones con proyectos que descansan en la estigmatización y criminalización de personas migrantes. Muchas de las personas que están o han pasado por la PAH hablan de un empoderamiento que les permite pasar a la movilización por sus derechos. Diversos estudios lo muestran.
Informar a una sociedad desinformada
La PAH ha contribuido a empoderar a la sociedad. Uno de sus ámbitos de incidencia ha sido conseguir que aprendiéramos. Sobre las hipotecas y afectación que generaban. ¿Quién sabía qué era la dación en pago antes de que la PAH hablara de ella? ¿Quién sabía que a diferencia de otros países, en España no podías devolver la vivienda y saldar la deuda, sino que perdías la casa y además tenías que seguir pagando?
La PAH apareció exponiendo claramente situaciones que consideraba injustas y debían ser cambiadas -y que podían incluso desconocer las personas afectadas. ¿Qué sabríamos sobre la situación de emergencia habitacional si no fuera por la PAH? ¿Qué sabríamos de los comportamientos de las entidades financieras? ¿Sabríamos que podría haber alternativas a los desahucios? ¿Hasta dónde conoceríamos el funcionamiento de las hipotecas, la legislación española, la europea…? La PAH ha contribuido a formar y a empoderar a una sociedad y ésta se lo ha devuelto con amplio apoyo a sus demandas, como han mostrado diferentes estudios demoscópicos sobre la opinión española.
Garantizar derechos
La PAH nació para enfrentarse a una legalidad que generaba dolor y pobreza y reclamar otra legalidad que podía evitarla. La Constitución en su artículo 47 dice: «Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias […] para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación».
Este derecho constitucional no está garantizado por ninguna administración pública española ni por el estado. No tiene cobertura legal. Lo que sí existe son leyes que permiten desahuciar a las personas que tienen dificultades para pagar su vivienda sin garantizarles no quedar en la calle.
La PAH ha sido durante estos años un actor político con la capacidad de ser un garante de derechos. Asume obligaciones cuando nadie lo hace para conseguir que haya personas que puedan tener hogar, ofreciendo directamente una alternativa habitacional. La campaña Obra Social de la PAH consiste en la reapropiación de viviendas vacías que son propiedad de entidades financieras, fruto de las ejecuciones hipotecarias. Se plantea con tres objetivos: recuperar la función social de una vivienda vacía para garantizar que la familia no quede en la calle, agudizar la presión sobre las entidades financieras para que acepten la dación en pago y forzar a las administraciones públicas a que adopten las medidas necesarias para garantizar el derecho a una vivienda.
Cuestionar una legalidad que no tiene por qué ser justa
La PAH nació para defender esta legalidad ante unas leyes que no lo hacen. La PAH se mueve en un espacio de confluencia de la legalidad y la ilegalidad. Un espacio donde lo legal puede ponerse en cuestión para pasar a ser considerado ilegítimo. Un espacio donde lo ilegal e ilegítimo, de acuerdo con nuestras instituciones, se puede acabar convirtiendo en legal porque hay voluntad de que así sea. Y si no pasa a ser legal, la desobediencia civil no violenta entrará en acción como último recurso. No hay voluntad de situarse fuera de la ley, pero en caso de que no sea posible, no habrá renuncia ni silencio.
Que no se pueda ejecutar un desahucio porque un conjunto de personas de manera pacífica no facilita el paso a la comitiva judicial no es legal. Es desobediencia. Ocupar un bloque de pisos perteneciente a una institución financiera rescatada con dinero público no es legal. Es desobediencia. Pero puede acabar, como ha pasado, con un acuerdo para que la entidad ofrezca alquileres sociales.
La PAH ejerce una desobediencia que podría tener un triple objetivo: ayudar a personas que lo necesitan, el cambio de la legalidad, y la atención para generar el debate necesario para provocar cambios. La desobediencia busca que pueda emerger otra legalidad que responda a lo que entienden como justo, legítimo y adecuado.
Desde las PAH consideran que las ejecuciones hipotecarias y los desahucios por causas económicas violan normativas existentes que justifican que no deban obedecerse las órdenes judiciales: los artículos 24 (sobre la tutela judicial efectiva) y 47 (sobre el derecho a la vivienda) de la Constitución española; el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; el artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC); y las Observaciones Generales del comité DESC de Naciones Unidas números 3 (obligaciones de los estados miembros), 4 (derecho a una vivienda) y 7 (prevención de desahucios forzosos). Estas documentos deberían ser constituyentes de una legalidad que no permitiera los desahucios que estamos viviendo. Ante el dolor que generan, desobediencia.
Movilizarse para transformar
La PAH ha popularizado el grito de «sí se puede» y no es algo retórico… Ha conseguido que se pudiera mucho. Los aprendizajes obtenidos de la PAH deberían, al menos, de estar bien presentes. La movilización que no se prepara acostumbra a estar muy lejos de poder tener buenos resultados. ¿Cuántas manifestaciones ha hecho la PAH? Se pueden contar con los dedos de una mano y aún sobran. En cambio, es el mecanismo de respuesta más habitual en nuestra sociedad. ¿Quiere decir algo? Seguramente mucho.
Han intentado desarrollar actuaciones lo más adecuadas posible: diferentes instrumentos para detener un desahucio, acordar mociones en los ayuntamientos que los obliguen a actuar, los escraches para darse a conocer, la ILP con la voluntad de llevar al Parlamento sus propuestas, ocupar para tener viviendas… Sus actos de movilización intentan ser transformadores desde que se ejecutan.
Si no se consigue lo que se solicita, reivindica, exige. Se trata de hacer, no basta con decir. Después de las movilizaciones del 15M iniciadas en 2011, que tanto han alimentado a la PAH, hubo representantes políticos que quisieron aclarar, reivindicar, que ya hacía tiempo que estaban diciendo lo mismo que los «indignados». La PAH es una muestra de la política que irrumpe en ese momento. La PAH se ha convertido en un garante de derechos que asume obligaciones cuando nadie lo hace.
Conseguir leyes
Desde sus inicios la PAH ha propuesto diversas soluciones, incluso una Iniciativa Legislativa Popular con más de 150.000 firmas. Pero también han aprendido, y nos han mostrado, que no basta con conseguir las leyes. Hay que aplicarlas. Incluso quien las aprueba puede querer solo eso, pero no sirven de nada si no son efectivas.
Pasar de la movilización al gobierno
De las diferentes PAH surgieron personas que llegaron a gobiernos municipales en las elecciones de 2015. No se puede entender la constitución de proyectos como Barcelona en Comú o Ahora Madrid, que gobiernan hoy Barcelona y Madrid, sin la PAH. Más allá de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, creadora y portavoz de la PAH hasta que la abandonó para impulsar el proyecto político, podríamos hacer una larga lista de personas vinculadas a diferentes PAH que decidieron hacer este paso.
Es una evidencia más de la capacidad de la PAH para buscar la manera de actuar más adecuada en cada momento. Ante las limitaciones de la movilización, intentar ocupar también la institución. Ante las limitaciones de la institución, no abandonar nunca la movilización.
Ahora se cumplirán las primeras legislaturas de estos gobiernos. Habrá que hacer balance de lo hecho, de cómo se ha gobernado. Tenemos suficientes evidencias para afirmar dos cosas. Primera, no han podido garantizar el derecho a la vivienda -porque no están dentro de las competencias municipales. Segundo, sí han significado un cambio substancial en políticas de vivienda municipales. Y si lo han hecho ha sido bajo la atenta mirada de la PAH. La de Barcelona, fundada en 2009 por un grupo de personas que hoy, mayoritariamente, está en el ayuntamiento, no ha dudado en cuestionar o criticar las políticas de la administración. También las ha felicitado cuando lo ha considerado oportuno. Podemos decir que han mantenido la autonomía de la movilización. Algo no siempre fácil de hacer y menos en unas circunstancias como las descritas.
Unir ética, política y democracia
En los últimos años, coincidiendo la crisis económica y política, ha crecido la reivindicación de la ética. Esta manera de expresarse puede esconder cierta confusión, podemos pensar que la ética es un componente intrínsecamente bueno para la vida individual o colectiva. Pero hay muchas éticas posibles: las que buscan el interés individual, las que intentan equilibrarlo con el interés colectivo, las orientadas a reivindicar nuestros derechos, las que se preocupan también de garantizarlos… La ética no es lo mismo para todas las personas. La PAH ha conectado con la demanda latente de ética. La suya es una ética enfrentada a la vulneración de derechos, que busca garantizarlos, que se construye desde la verdad, en contra de la corrupción, el cinismo y la falta de coherencia entre el decir y el hacer. Una ética que se une con la política que la hará posible. Y así surgirá la democracia real que garantice derechos y libertades.
Han pasado 10 años del nacimiento de La PAH, pocos para conseguir todo lo que se propusieron, pero suficientes para recordar y valorar su trayectoria. La PAH continúa luchando por hacer de la vivienda un derecho. Continúa con las personas que por problemas de hipotecas o alquileres son vulnerables y sufren dolor. Continúa trabajando para cambiar leyes y para que se cumplan. Continúa mostrando que se puede hacer política de otra manera, desde una ética de la coherencia y la garantía de los derechos que den respuesta a las necesidades humanas.
Fuente: http://catalunyaplural.cat/es/10-victorias-en-10-anos-de-la-pah/