Sí, ya son 71 los años trascurridos desde el golpe de Estado fascista contra la democrática legalidad de la II República, organizado por un grupo de militares que el 18 de julio de 1936 (el 17 en el norte de África) consumaron el delito de rebelión militar que venían preparando desde hacía bastante tiempo, con […]
Sí, ya son 71 los años trascurridos desde el golpe de Estado fascista contra la democrática legalidad de la II República, organizado por un grupo de militares que el 18 de julio de 1936 (el 17 en el norte de África) consumaron el delito de rebelión militar que venían preparando desde hacía bastante tiempo, con evidente premeditación. Hecho que tuvo lugar después de que lograran la colaboración de aquellos grupos oligárquicos que, a su imagen y semejanza, contemplaban un hipotético final de sus históricos privilegios, a consecuencia de los nuevos tiempos políticos que impulsaba el eterno olvidado: el Pueblo soberano.
Así ocurrió el alzamiento en armas, que no fue una heroica y gloriosa gesta sino que, muy al contrario, consistió en la comisión de un delito tipificado. Militares que antepusieron sus intereses, individuales y de clase,al honor y al cumplimiento de la palabra dada;traicionando el mandato popular que les había concedido el depósito y control de las armas para la protección de sus conciudadanos. Armas que no dudaron en emplear contra sus legítimos titulares; instaurando la época más negra de la historia estatal. Los golpistas con el apoyo del potencial bélico de los ejércitos de Hitler y Mussolini, conquistaron el poder dando paso a la dictadura fascista que utilizó el terror sistemático (terrorismo puro y duro) contra todos lo que intentaron resistir y defender las libertades. La propia denominación de «Guerra civil» es una expresión que trata de justificar cuantas atrocidades tuvieron lugar en su entorno, con sus autores, cómplices y encubridores. «Guerra civil» y «Paz española» son los conceptos impuestos por el fascismo para explicar a la historia y al mundo su actuación cuyo colofón es coronado (literalmente) por otro tópico mitificado: la ejemplar «transición a la democracia». Una reforma franquista consistente en que, unos pocos decidieran, en nombre de unos muchos que no les habían concedido representatividad alguna, el perdón de toda responsabilidad por los crímenes contra la humanidad que habían cometido durante décadas. Delitos que permanecen impunes como consecuencia de la conducta de quienes gobernaron y gobiernan las instituciones. Articulando, en cuanto les fue posible, la legislación que formalizara el modelo. Los delincuentes pudieron continuar en el disfrute de las ventajas acumuladas los años anteriores sin el menor sobresalto. Simplemente tuvieron que declararse «demócratas de toda la vida». Como contrapartida por tan extenuante esfuerzo, prometieron ser buena gente y adormecer el ruido de sables.
Transición o traición. El juego de intereses fue tan intenso que nos han impedido el acceso a la verdad, la justicia y la reparación. Las víctimas del franquismo fuimos el precio de la traición. Porque algunos supuestos herederos de la lucha antifascista nos traicionaron; no se ha materializado ningún tránsito hacia una sociedad más justa en la que se rompiera con el modelo nacional-católico fascista de «vencedores y vencidos». Nosotros no hemos transitado. Toda persona que es víctima de un daño injusto adquiere, ipso-facto, el derecho a la reparación del daño causado; que debe ser atendido por el causante del daño. Este derecho individual subjetivo, transmisible por herencia, asiste a todas y cada una de las víctimas de los daños iniciados con la rebelión del 18 de julio y continuados durante el franquismo. ¿Existen aún dudas de su injusticia? La prescripción no se ha podido producir ya que el plazo no empieza a correr sino desde el momento en que las demandas puedan presentarse y prosperar.
Existen dos elementos básicos para el inicio de un proceso, los agresores y sus víctimas; quienes fueron desposeídos de sus derechos más elementales: libertad, hacienda, integridad física e incluso la vida. Asimismo, fueron constantemente humillados pero jamás lograron envilecer su dignidad: hombres y mujeresque lucharon y sufrieron por la libertad y la justicia. Como «no hay víctima sin victimario»,nosotros, miembros de Lau Haizetara Gogoan, os recordamos nuestra condición de víctimas del terrorismo de Estado, ya que es el aparato del Estado quien ha sido siempre cómplice y encubridor del delito y, a menudo, autor.
Nosotros formamos parte de las miles de víctimas generadas en todo ese período que oficialmente se divide en guerra civil, franquismo y transición. Manifestamos con orgullo nuestra pertenencia al grupo de los «desafectos al régimen» y también mantenemos firme el compromiso de seguir luchando por una verdadera memoria histórica democrática y antifascista.
Y seguiremos manifestando que el Decreto 280/2002 del Gobierno Vasco y el proyecto de ley sobre la Memoria Histórica del Gobierno Español, siguen dando continuidad a la ignominiosa estela dibujada por los herederos del franquismo. Que los homenajes organizados a impulso de tales medidas son solo aceptables, cuando complementan a la verdad, la justicia y la reparación; pero cuando con tales actos de homenaje se pretende obviarlos, éstos se convierten en una dolorosa burla más.