Allá por el año 1.898, el estado español, recibió el golpe de gracia que liquidaba los restos coloniales que aún conservaba de su pasado imperial, a manos de la, por aquel entonces emergente, potencia estadounidense. Prácticamente de un plumazo perdió los territorios de Cuba, Puerto Rico y Filipinas y ese revés minó duramente la moral […]
Allá por el año 1.898, el estado español, recibió el golpe de gracia que liquidaba los restos coloniales que aún conservaba de su pasado imperial, a manos de la, por aquel entonces emergente, potencia estadounidense. Prácticamente de un plumazo perdió los territorios de Cuba, Puerto Rico y Filipinas y ese revés minó duramente la moral de las clases dirigentes de un estado que de esta forma se hacía consciente de su propio declive.
Desde entonces, a mi entender, la vertebración del estado español, ha sido, por decirlo de un modo clásico, su eslabón más débil de la cadena, y al que la oligarquía ha dado su respuesta más dura. Cualquier cuestionamiento de sus limites territoriales internos, la posible pérdida de sus, válgame la expresión, «colonias internas» ha desatado los ataques más furibundos.
Nos encontramos que, exactamente un siglo después, en el año 1998, el togado estrella Garzón, comienza a instruir el que a partir de entonces será conocido como sumario 18/98. Este proceso ha dejado en carne viva, más si cabe, las entrañas de la bestia en que se ha convertido el estado español. Ha estirado hasta la nausea la interpretación de una ley, la de Partidos, ya de por sí deplorable, que trata de instalar en las mentes de los ciudadanos bienpensantes, que todo aquel que coincida con los objetivos políticos de una organización terrorista, es terrorista y por tanto haya barra libre para la represión (torturas, ilegalizaciones, clausuras, dispersiones,…) que se ejerza contra él.
Una década después, en este año 2008, acaba de concluir la vista y sentencia de dicha instrucción, en un ejemplo sangrante de cómo el estado castiga y se venga de la contestación de la ciudadanía vasca allí representada. Siguiendo la misma línea argumental del juez con nombre de rey mago, ahora la fiscalía solicita al tribunal supremo la ilegalización de EAE-ANV y EHAK-PCTV, entre otros, con el argumento de que su oposición radical al tren de alta velocidad los sitúa, en la esfera del apoyo político expreso o tácito al terrorismo, dicho en román paladín, también son ETA. Aunque sea un tema tan serio el de la persecución policial y judicial, de cualquier expresión política no homologable o mejor dicho, no asimilable por el estado; no me resisto a recurrir a la ironía. Si no fuera porque sabemos, que las conclusiones de los aparatos del estado vienen dadas de antemano por el objetivo que desean conseguir, y que las causas son buscadas, construidas o inventadas posteriormente a tal efecto, podíamos practicar ese mismo juego llegando a otras curiosas conclusiones. Teniendo en cuenta que en Euskadi a la construcción del tren de alta velocidad le han dado el nombre de «y griega vasca», por la situación geográfica de las 3 capitales de provincia y teniendo en cuenta que la conjunción copulativa «Y» es ETA en la lengua vasca, podríamos inferir que el apoyo o defensa del tren de alta velocidad en la CAV, es el apoyo directo y sin fisuras a ETA. Un apoyo, totalmente desinteresado, que consigue aunar tanto al PsoE, al frente del gobierno del estado, al PNV, EA y EB; al frente del gobierno vascongado; y UPN-PP, al frente del gobierno navarro, que desea unir su infraestructura de alta velocidad a la mencionada «Y griega vasca», ferroviaria, por supuesto.
Como decía, ahora en el 2008, tres décadas después de la aprobación de la constitución de la restauración borbónica, momento cumbre de la llamada transición entre el régimen fascista regentado por Franco, al actual, de similar índole, regentado por sus herederos políticos; nos hayamos frente a un estado español, que vuelve a ser un estado imperialista, en lo económico (en esta época histórica, el colonialismo adopta esta forma), y un estado fascista en lo político (que trata de aparentar ser un estado democrático de derecho, pero que muestra su verdadero rostro a aquel que lo cuestiona con firmeza). Frente a él, los comunistas revolucionarios vascos, asiendo la bandera de internacionalismo proletario, lucharemos junto a nuestro pueblo para lograr la independencia. Una independencia con el fin de construir el Socialismo y que a su vez ayude a nuestros hermanos españoles a terminar de romper sus cadenas. Ahora como en 1898, el estado imperialista español es el enemigo de todos los pueblos que vivimos bajo su yugo, pero a diferencia de entonces, esta vez nuestro objetivo es conseguir la libertad real de nuestros pueblos y la de mostrar el camino para que el resto de pueblos del mundo la consigan a su vez.