Ecologistas en Acción alerta de que la catástrofe del Prestige se puede repetir en cualquier momento, ya que alrededor de 40.000 barcos al año, y aproximadamente uno de cada tres (38 al día), transporta mercancías peligrosas, además de su combustible.
Un funesto 13 de noviembre de 2002 se produjo el mayor desastre ecológico de la historia de Galicia. Una terrible noche de temporal, el petrolero monocasco Prestige sufrió una vía de agua cuando navegaba a 28 millas (52 km) del cabo Fisterra. Las autoridades españolas comenzaron un rocambolesco periplo remolcando el barco hasta que se partió en dos el día 19 de noviembre. Como consecuencia de ello, llegaron a las costas varias decenas de miles de toneladas de fuel oil (chapapote), que luego se extendieron por toda la costa cantábrica y el sur de Francia, produciendo una de las mayores mareas negras de la historia. Las olas de fuel y muerte batieron contra los acantilados de la Costa da Morte, contra las Islas Cíes y Ons, contra playas de alto valor natural y paisajístico.
Ante la incompetencia y la falta de medios de Xunta y Gobierno, cientos de marineros se lanzaron a defender las rías, pescando con sus redes y sus propias manos el chapapote. La sociedad civil autoorganizada, las cofradías de pescadores, las mariscadoras, las asociaciones, fueron las que dieron respuesta a la catástrofe ante la incomparecencia de las autoridades. Se generó también una ola de solidaridad en todo el Estado y en muchos países. Acudieron miles de personas voluntarias, una marea blanca frente a la marea negra, para limpiar de chapapote las costas gallegas, trabajando durante varios meses. Fueron días de lágrimas y dolor, de mentiras y rabia que despertaron en el pueblo gallego una oleada de indignación que anegó la plaza del Obradoiro seis veces en la histórica manifestación del 1 de diciembre de 2002.
La movilización de la sociedad gallega, articulada en la amplia plataforma Nunca Máis llegó hasta la Puerta del Sol, con una enorme marcha hacia Madrid para exigir justicia, respeto y reparación. El Gobierno y la Xunta intentaban minimizar el alcance de la tragedia para ocultar su pésima gestión. La realidad, que les azotaba en la cara, era la absoluta carencia de recursos y medios, su total incompetencia para acometer la protección y limpieza de las zonas contaminadas. Esa oleada movilizadora abarcó mucho más allá del movimiento ecologista, inundando centros de enseñanza, centros de trabajo, cada puerto y cada balcón produciendo un auténtico seísmo que despertó nuestra conciencia como pueblo y nos devolvió la dignidad.
18 años después los efectos del vertido del Prestige todavía están presentes en la Costa da Morte, pudiéndose observar todavía a simple vista. Aún queda chapapote bajo la arena. Otra prueba más de cómo, cuando se produce un gran desastre ecológico, sus efectos perduran durante años o incluso décadas. Por ello, es necesario que se adopten por parte de las autoridades todas las medidas necesarias para evitar que se vuelvan a producir este tipo de accidentes.
El actual modelo de transporte marítimo de mercancías, además de peligroso, es dañino para el medio ambiente y uno de los factores que contribuyen a acelerar el cambio climático. La mayor parte de las mercancías para el consumo llegan en buques portacontenedores que consumen enormes cantidades de petróleo y que requieren para su fabricación ingentes recursos metálicos procedentes de la minería. Lo obsoleto de este modelo basado en banderas de conveniencia, pésimas condiciones laborales y escaso mantenimiento de los barcos queda reflejado en el dato de que la mitad del tráfico marítimo mundial corresponde a petroleros o gaseros.
Conviene recordar que el 70 % del transporte marítimo europeo pasa frente a Galicia, unos 40.000 barcos al año, y aproximadamente uno de cada tres (38 al día) transporta mercancías peligrosas, además de su combustible. Ocho de los 13 mayores accidentes con vertidos de petróleo en las últimas seis décadas se han producido en las costas de Galicia.
Ecologistas en Acción no quiere que el desastre ambiental del Prestige caiga en el olvido y por eso prepara un documental sobre la catástrofe que presentará el año que viene en el vigésimo aniversario de la catástrofe ecológica. La película se titulará ¡Alegría! en homenaje a todas las voluntarias que acudieron a limpiar las playas. «¡Alegría!» era su grito de guerra cuando estaban limpiando el desastre y el agotamiento hacía mella. A través de este reportaje, la organización ecologista pretende rememorar la gran movilización popular ante la nefasta gestión política y posterior campaña de desinformación para ocultar el alcance del desastre ecológico.
Ecologistas en Acción reclama también una rápida y adecuada actuación, justo lo contrario de lo que se hizo con el Prestige, para evitar que el accidente pase a convertirse en una catástrofe ambiental. Es necesario mejorar la coordinación de medios operativos permanentes y unidades de vigilancia marítima, así como el aumento de la cantidad y calidad de las inspecciones de los buques que atracan en el litoral de Galicia. Hay pequeños Prestige diarios, en forma de sentinazos. Es necesario romper con este modelo dependiente del petróleo, cuyas desgraciadas consecuencias para el planeta son de sobra conocidas. Se deben tener siempre presentes estas imágenes, hacer memoria de esta tragedia, pero también de esta lucha, para que un desastre así no vuelva a repetirse nunca máis.
Fuente: https://www.ecologistasenaccion.org/183998/19-anos-del-desastre-del-prestige-no-olvidamos/