La crisis económica y social, el descrédito de los partidos tradicionales, la corrupción, las luchas continuadas en la defensa de la justicia social, el anhelo de cambio desde el 15M y el proceso soberanista catalán se concretan en unos resultados de las elecciones generales que rompen el tablero político del régimen de 1978. El fin […]
La crisis económica y social, el descrédito de los partidos tradicionales, la corrupción, las luchas continuadas en la defensa de la justicia social, el anhelo de cambio desde el 15M y el proceso soberanista catalán se concretan en unos resultados de las elecciones generales que rompen el tablero político del régimen de 1978. El fin del bipartidismo que tan sólo obtiene un 50’7% de los votos y la entrada con fuerza de candidaturas antiausteridad y pro derecho a la autodeterminación marcan el inicio de un nuevo tiempo político.
En la campaña más mediatizada de la historia donde la participación se ha situado en el 73’2%, tan sólo un 1’6% más que en las elecciones anteriores, el PP ha vuelto a ganar pero perdiendo 63 diputados y más de 3’5 millones de votos. Los populares han pasado de ser la fuerza que aplicaba el rodillo con su mayoría absoluta a tener que sentarse a negociarlo todo, empezando por la investidura. Rajoy apela al PSOE y a Ciudadanos para articular un gobierno estable que preserve ‘la soberanía nacional y el orden constitucional’. En cuanto a los socialistas estos obtienen los peores resultados de su historia perdiendo 20 diputados y 1’5 millones de votos a pesar de que se mantienen como segunda fuerza gracias, en parte, al no acuerdo a nivel estatal entre Podemos e IU para configurar una candidatura de confluencia al estilo de En Comú Podem. Esta situación casi acaba con la representación de IU donde los más de 900 mil votos de los de Alberto Garzón sólo sirven para obtener 2 escaños en un claro ejemplo más de una ley electoral injusta. No obstante los resultados permiten a Sánchez sobrevivir dentro de sus propias filas socialistas, presentándose como el candidato que ha resistido el impulso de los emergentes (tan sólo con un 1’5% más que Podemos y sus aliados) y que tiene la clave de la gobernabilidad. Por su parte Podemos y las candidaturas periféricas por el cambio (En Comú Podem, Compromis-Podemos y En Marea) han obtenido un gran resultado llegando a los 69 escaños y más de 5’2 millones de votos. La defensa a ultranza del derecho a decidir a través de un referéndum vinculante, de la plurinacionalidad del Estado y de la lucha por el bien común y los derechos sociales han servido a los de Pablo Iglesias y sus aliados para remontar y llegar a un meritorio tercer puesto y pasar a ser actores centrales de la política estatal. En cuanto a Ciudadanos los de Rivera han pinchado claramente respecto a sus propias expectativas y se ha visto claro que la mayoría de las encuestas hinchaban sus resultados para intentar articular la muleta o el recambio del status quo. Les han sobrado días de campaña en los que a cada minuto que pasaba quedaba más claro su modelo económico neoliberal nada favorable a la mayoría social que sufre la crisis y su talante neoconservador. Finalmente la histórica Unión de Duran y Lleida ha pagado muy caro su ruptura con Convergencia y se queda también fuera del Parlamento español, al igual que UPyD que ha sido devorada por Ciudadanos.
A partir de ahora los escenarios son inciertos y no exentos de dificultades puesto que parece complicado, a priori, poder construir mayorías estables. En cuanto a posibilidades tendríamos la de la gran coalición al estilo de Alemania con un gobierno de concentración fuerte articulado a través de los populares y los socialistas, los cuales ya están recibiendo presiones. Esta opción es la preferida de los grandes poderes económicos y financieros – españoles y europeos -, puesto que no quieren inestabilidades ni cuestionamientos de las medidas neoliberales. Una posibilidad que tiene una segunda opción que sería que el PP pudiera articular un gobierno estable a través de apoyos puntuales empezando por la investidura con una mayoría suficiente para configurar un gobierno aunque fuera con la abstención de alguna de las fuerzas más votadas. Otra posibilidad sería una mayoría progresista articulada a través del PSOE con el apoyo de Podemos y sus aliados, IU y las fuerzas independentistas de izquierdas. Una opción muy improbable pero que podría abrir las puertas a tiempos constituyentes en clave plurinacional, a la articulación de un plan de choque para rescatar a la ciudadanía y a la realización de un referéndum vinculante en Cataluña sobre la independencia. Y finalmente quedaría la opción de nuevas elecciones si no se articula un gobierno con apoyos suficientes.
En cuanto a Cataluña la fuerza más votada ha sido En Comú Podem con 12 escaños y cerca del 25% de los votos, una candidatura que ha cambiado el sistema de partidos catalán y que ha sabido recoger el espíritu de las ciudades del cambio que tan buenos resultados obtuvieron en las pasadas municipales del 24M. Una candidatura que a través del liderazgo de Barcelona En Comú, de la implicación de la alcaldesa de Barcelona Ada Colau y de la participación de miles de personas ilusionadas con el proyecto han hecho posible el cambio de mayorías. Un cambio que vuelve a hacer visible que el consenso mayoritario en la sociedad catalana es la justicia social y el sobiranismo – entendido como la suma de los independentistas y de los autodeterministas -. Respecto a ERC los republicanos han obtenido 9 escaños, el triple que en 2011, y han sido la lista independentista más votada superando a Democracia y Libertad (Convergencia 2.0) tanto en escaños como en votos. Los de Mas han obtenido un muy mal resultado perdiendo la mitad de escaños y más de 400.000 votos. Una situación de fracaso que demuestra que Convergencia esta en un declive continuado a pesar de que intente esconder dentro de otras siglas la corrupción que la rodea, los recortes y la represión. En cuanto a los socialistas catalanes lideratos por Chacón continúan en la línea descendente debido a su poca credibilidad tanto en la cuestión social como en la nacional y se han visto sobrepasados por En Comú Podem y ERC. Finalmente ni Ciudadanos ni PP consiguen un buen resultado con su campaña del miedo respecto al sobiranismo. Los primeros se quedan muy lejos de sus expectativas generadas después del 27S y los segundos pierden más de la mitad de los escaños y quedan como ultima fuerza que obtiene representación.
Los resultados del 20D llevan a la política española a entrar en un viaje a lo desconocido donde el futuro más inmediato es incierto, volátil y cambiante y donde las posibilidades de cambio real pasan por la construcción en común, la defensa de la plurinacionalidad, del derecho a decidir y de la retroalimentación del cambio político-electoral con el relanzamiento de la movilización social.
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