Lo que está en juego, esta vez, va más allá de la elección parlamentaria para dirimir cuál de los dos aparatos hasta ahora dominantes en el sistema político español va a formar gobierno luego. La importante grieta abierta el 20 de diciembre puede convertirse el 26 de junio en un boquete que impida ya remozar […]
Lo que está en juego, esta vez, va más allá de la elección parlamentaria para dirimir cuál de los dos aparatos hasta ahora dominantes en el sistema político español va a formar gobierno luego. La importante grieta abierta el 20 de diciembre puede convertirse el 26 de junio en un boquete que impida ya remozar el edificio en demolición. En síntesis, podría decirse que ha pasado a primer plano la confrontación entre dos proyectos de país que expresan modelos de sociedad no ya distintos sino antagónicos en los intereses que defienden y en los valores que los sustentan.
Uno es el proyecto decadente dispuesto a garantizar la continuidad básica de las políticas que en nombre de la austeridad están liquidando derechos laborales y sociales y causando tanto dolor a la mayoría social. Sus responsables, bifrontes, son quienes decidieron modificar el artículo 135 de la Constitución para anteponer el pago de la deuda a la atención de las necesidades sociales, aceptando arrodillarse ante los dictados de la Comisión Europea. Son los mismos que dicen sí a la firma del TTIP, ese Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión entre la U.E. y los EE.UU. que supone un grave paso más en el continuado asalto de las empresas transnacionales a la democracia. Los de las reformas laborales, unas duras y otras más duras, que han hecho retroceder derechos conquistados tras muchas luchas y sufrimientos. Es el campo de las fuerzas del bipartidismo en que se han apoyado los poderosos, los que se llenan la boca de exhortaciones patrióticas y ocultan sus patrimonios en los paraísos fiscales. Ese bipartidismo al que las plazas gritaron que no nos representa, con el añadido reciente de una incrustación a la que se le está cayendo rápido la capa de pintura regeneracionista con la que sus financiadores quisieron cubrirlos para cumplir su función.
El otro proyecto es un proyecto portador de esperanza para la mayoría social, convencido de que sí se puede gobernar de otro modo y dispuesto a demostrarlo con propuestas concretas para cambiar de rumbo. Es el proyecto que afirma que sí hay alternativa a las políticas implementadas hasta hoy por los gobiernos de España y de la Unión Europea. Unos gobiernos para quienes el respeto de los derechos humanos se quedó en papel mojado, como se ha evidenciado ante la tragedia de las personas demandantes de asilo a las que se les cierran las fronteras dejándolas a merced de las mafias. Se trata de un proyecto en el que confluyen identidades diversas unidas por un objetivo y un programa mínimo común con medidas para hacer frente a la emergencia social y a la corrupción institucional que ha campado a diestro y siniestro en los años recientes. Un proyecto que está empezando a conformarse en el ámbito político-institucional pero que necesitará la compañía de una fuerza social y cultural muy amplia y activa para hacer frente al poder de sus enemigos y para seguir avanzando tras las elecciones mediante la ampliación de su base social y popular.
La importancia de la decisión de los indecisos
Más de un 30% de los ciudadanos que declaran tener intención de ir a votar el próximo 26 de junio no tienen decidido su voto. Estamos hablando de unos siete millones y medio de personas. Dada la relevancia de esta cifra y lo ajustado de las diferencias en muchas provincias, si acaban votando su elección de papeleta bien pudiera ser decisiva para el resultado final y el reparto de escaños en el parlamento. La Brunete mediática de los poderosos lo sabe bien y conscientes de lo que está en juego, se está empleando a fondo para influir contra lo que temen y se atisba como posible. De ahí que nos encontremos ante una campaña dura y sucia. Pero esta vez los agoreros que pretenden sembrar el miedo advirtiendo de las plagas bíblicas que nos caerán si osamos apostar por un cambio real quizás no hayan calibrado bien el hartazgo ciudadano ante tanta demagogia. Esta vez el tiro les puede salir por la culata. A eso hay que añadir el despliegue de las estrategias de cada fuerza política para disputar y atraer a «sus» franjas respectivas de indecisos.
La tendencia apuntada por encuestas recientes y afianzada por los resultados del estudio del CIS hecho público en días pasados muestra un avance claro de Unidos Podemos y sus confluencias. ¿En qué sentido puede consolidarse o alterarse dicha tendencia de aquí a la jornada electoral? ¿Puede Unidos Podemos y las confluencias acercarse más o incluso alcanzar al PP? ¿O puede el PSOE atraer a una parte importante de los indecisos para no ser rebasados en escaños por Unidos Podemos? Aún quedan suficientes minutos de partido para no responder con rotundidad a dichos interrogantes, aunque sí se puede reflexionar sobre algunos de los factores que van a influir en una decantación en uno u otro sentido.
Algunos retos para consolidar y ampliar el quiebre del bipartidismo
Uno de estos factores tiene que ver con la edad de los indecisos. El grado de abstención varía considerablemente según las franjas de edad. El predominio de Unidos Podemos y Ciudadanos es claro entre los más jóvenes, al igual que el del PP y el PSOE entre los adultos de más edad. En este sentido el reto de Unidos Podemos es doble: ilusionar y atraer a la participación a un mayor número de jóvenes y convencer con un discurso concreto y preciso a un sector más amplio de los adultos mayores. Todo ello dando a conocer las propuestas contenidas en el programa común más cercanas a cada una de dichas franjas de edad, desde las referentes a la creación de empleo estable y con derechos a las dirigidas a garantizar el sistema público de pensiones dignas. Pasando por supuesto por las que afectan a todos como el acceso a la vivienda o el fortalecimiento del sistema público de salud y del conjunto de los servicios públicos. Y usando para ello los canales específicos de comunicación y el lenguaje adecuado, tanto en las redes sociales como en las televisiones.
La tarea de convencimiento en los núcleos familiares de los más jóvenes hacia sus padres y abuelos puede tener también su efecto en la reducción del miedo de bastantes mayores y en la comprensión de estos de que una forma de mostrar la solidaridad intergeneracional hacia sus hijos y nietos consiste en escuchar sus razones para la indignación y la esperanza traducidas en el voto a una opción criminalizada por los poderosos pero que defiende los intereses de la gran mayoría de ciudadanos, incluidos los suyos.
Otro factor de indecisión puede radicar en el desencanto provocado en algunos votantes anteriores de Izquierda Unida o de Podemos por su actuación en estos meses, incluida la decisión de concurrir juntos a estas elecciones y hacerlo con un programa común centrado en los 50 pasos más urgentes a dar. Algunos votantes de ambas formaciones se han sentido defraudados por la ausencia de cualquier tipo de acuerdo con el PSOE y han resultado vulnerables a la versión que de forma machacona repetían los dirigentes del aparato del PSOE y sus medios de comunicación afines. Para ellos pudiera ser clarificador de lo que realmente ocurrió no solo el examen detallado de lo pactado entre el PSOE y Ciudadanos sino el hecho de que Unidos Podemos esté siendo transparente sobre sus preferencias de pactos postelectorales y en cambio el PSOE siga jugando a eludir esa cuestión que separa al aparato del partido de muchos de sus votantes potenciales que tienen las mismas preferencias que Unidos Podemos y ninguna garantía de que el PSOE las vaya a satisfacer. Amén de las renuncias programáticas que ya va anunciando el PSOE en estos días en torno a cuestiones como la no derogación de las reformas laborales.
Aunque la propuesta de acuerdo entre Podemos e Izquierda Unida fue ampliamente respaldada en las consultas de ambas formaciones, se encontró con ciertas resistencias y reservas, que llevaron a algunos a minimizar el acuerdo tildándolo de «matrimonio de conveniencia» o a otros a sentir su identidad amenazada de ser engullida en dicho acuerdo. El ulterior desarrollo del mismo y la expectativa e ilusión generada en sectores populares y reflejada en las encuestas han contribuido a minimizar las reticencias y a posponer algunas consideraciones en torno a las características de la transversalidad del proyecto de Podemos o a la forma de mantener una identidad propia en el caso de Izquierda Unida. Las reflexiones sobre estas cuestiones y otras que tiene que ver con los modelos organizativos propios y comunes pasarán a situarse en el nuevo marco de la apuesta por consolidar la confluencia tejida de cara a estas elecciones y tras calibrar las consecuencias del resultado electoral y las características y exigencias que se planteen al proyecto compartido según el lugar que ocupe en la nueva etapa política. Es entonces cuando volveremos sobre ellas. Al igual que sobre los contenidos y modos de articulación de un bloque social y cultural lo más amplio y potente posible que, conectado con el ámbito político-institucional, pueda conformar y protagonizar las transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales necesarias.
Ahora, de aquí al 26 de junio, no parece exagerado decir que lo urgente coincide con lo importante. Se trata de ganar al máximo de personas para hacer posible lo que hace no tanto tiempo parecía inalcanzable. Y convencer a muchos de que cada decisión individual puede tener un peso relevante en lo que está en juego, que esta vez, no es poco. La expresión de que cada voto cuenta parece en esta ocasión más real que nunca.
Para poder plantear objetivos y horizontes más ambiciosos y también urgentes, visto el ritmo al que la crisis civilizatoria tiende hacia nuevas formas de barbarie, es preciso desbrozar el camino paso a paso y en muchos lugares. Y mostrar que al neoliberalismo también se le puede derrotar en Europa. Las luchas de los trabajadores franceses, de los pueblos griego y portugués están en ello. El exministro griego Iannis Varoufakis indicaba hace unos días que el próximo jefe de gobierno español tendrá que ir a Bruselas dispuesto a responder a las amenazas y sabotajes que las instituciones europeas le plantearán. Sabe de lo que habla. Eso es lo que está en juego.
Fuente: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/26j-lo-que-esta-en-juego/
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