Lamento no compartir el suspiro de alivio que buena parte de compatriotas dieron la noche de las pasadas elecciones. Tampoco las expresiones «dique, muro de contención o freno» al neofranquismo. Y no lo hago porque me disguste un resultado en el que las Derechas salgan mal paradas sino porque constato lo bien que le salen […]
Lamento no compartir el suspiro de alivio que buena parte de compatriotas dieron la noche de las pasadas elecciones. Tampoco las expresiones «dique, muro de contención o freno» al neofranquismo. Y no lo hago porque me disguste un resultado en el que las Derechas salgan mal paradas sino porque constato lo bien que le salen al Sistema sus ensayos de laboratorio cuando utiliza a la Izquierda -presuntamente crítica y alternativa- de cobaya. Debe ser que llevamos incrustados en el cerebro los genes del pez Dolly y nuestra memoria es muy, muy a corto plazo.
No veo en ninguna parte ese frenazo al Fascismo a no ser que se entienda como la puesta en escena de una representación político-teatral que ha imitado el tipo farsa/vodevil que gustaba a Jardiel Poncela. Porque como muy bien recoge Manu Garrido en su análisis de la revista Contexto, («Ultraderecha; Ni voto oculto ni voto obrero») en estas pasadas elecciones (ojo, no sabemos el panorama y evolución en las próximas) no había una infección ultraderechista de nuevo cuño encarnada por Vox. Simplemente el sector cutre de los votantes del PP- que siempre estuvo ahí como el dinosaurio del cuento- había pasado del chiste grueso de barra de bar a la acción.
Espoleados por Cataluña, agitar de banderas y la cabra de la Legión, quienes se consideran depositarios de la esencia patria articularon 4 simplezas fácilmente desmontables en un debate (España en peligro, identidad igual a toros, inmigrantes que vienen a chupar, centinelas de Occidente en guardia ante terroristas y bolivarianos). Pero también olvidamos que ellos son inmunes al debate pues han conseguido montar un universo mental paralelo donde flota el «Dios, Patria y Rey».
Basta con sumar y rectificar nuestra amnesia: en las elecciones de 2011 el PP en solitario logró el 44.65% de los votos. En éstas, contando las 3 opciones del Trifachito un 42.82%, casi un 2% menos.
Ya antes de 2019 la mitad de la ciudadanía hispana se identificaba con fórmulas conservadoras y uno de cada dos vecinos cogía sin problema la papeleta de la gaviota aún sabiendo que era pájaro carroñero. En abril metieron también en el mismo aviario al agilucho franquista y al cuco naranjito. Como diría el rey Salomón: «Y no hay nada nuevo bajo el sol».
Por eso no comparto el concepto de freno en esta ocasión. Al Sistema las elecciones le ponían varios ases en la manga. Podía aprovechar el resultado de las andaluzas para vacunar a toda la sociedad con el antídoto que mejor le funciona: el miedo. Y de paso, alejar el peligro -ese sí nocivo para sus intereses- de la coalición Unidas Podemos ocupando un espacio central e importante en el tablero político español.
Hemos escrito en bastantes ocasiones que la Oligarquía se estaba recomponiendo y que el neocanovismo encarnado por Felipe VI, coronado tras salir a la luz la verdadera cara del rey emérito, una vez asegurada la pata de la «españolidad rancia» con el posicionamiento del monarca en el tema catalán, necesitaba la vuelta de los votos al redil del partido preferido por los seguidores borbónicos: el PSOE.
Y la forma más rápida de conseguir el objetivo era recuperar a Prokófiev y su clásico «Pedro -nunca mejor dicho- y el lobo». Es agitar en todos los altavoces de los medios de difusión ideológica la campanilla»que viene Vox, que viene el franquismo, que viene la intolerancia» y ponernos a salivar el «Hay que pararlos, hay que votar útil». El cuento ya triunfó en 1982 con González y en el remake 2004 con Rodríguez Zapatero. El 28 de abril volvió a hacerlo.
Ahora solo falta adivinar cuanto tiempo tardará el PSOE en proyectarnos su documental favorito: «El desencanto» y cuanto en empezar el desteñido del rojo intenso de las campañas hasta el naranja-azul celeste- casi verde de sus propuestas económicas y sociales. Con un IBEX y Banca encantados pues tienen el dos por uno: si les interesa y la crisis arrecia sale la suma de «la estabilidad» con los diputados de PSOE/C’s. Si no, siempre quedará la baza del chantaje a Unidas Podemos para que no permita ni por acción u omisión la llegada de la Derecha y que así pueda gobernar «la Izquierda» del PSOE con 123 diputados como si se tuviese 176.
Pedro Sánchez no será ni activista fino, ni teórico solvente ni economista brillante, pero no se le puede negar maestría para encarnar personajes «zombies» capaces de resucitar o el marchamo de superviviente. Cuando abandone la política, si no se le pone a tiro la puerta giratoria del Consejo de Administración de una eléctrica, fijo que termina triunfando con la Pantoja en un «reality show» que se desarrolle en una isla.
¿Y nosotros? Siempre Sísifo. Por enésima vez hemos vuelto a empujar la roca montaña arriba con todos los elementos en contra y todas las cloacas abiertas. Y cambiando el guión de «todos a una» por un guirigay. En las elecciones de diciembre de 2015 si hubiésemos tenido más empatía a la hora de sumar podríamos haber coronado por primera vez con éxito. En 2016 algunos dejaron de hacer fuerzas no fuera a ser que se les rompiera la uña.
Esta vez el peñasco se nos ha caído encima y nos ha magullado bien, aunque -por buscar algo positivo- no nos ha dejado paralíticos tal como pretendían.
A la resta que el Poder nos hace solemos sumar muchos errores y tras las municipales/autonómicas no estaría nada mal hacer un alto para reflexionar. No nos gusta ponérselo fácil a nuestros apoyos. Como muestra el ejemplo de Córdoba: en las pasadas elecciones municipales nos dividimos en 2 candidaturas que sacaron cada una 4 concejales (8 total) y terminó gobernando el PSOE con 7 más el apoyo directo de 4 y puntual de otros 4.
En éstas,aprendida la experiencia, vamos en 3: IU/ Ganemos en Común donde se engloba una buena parte de los activistas de Podemos / Podemos. Pareciera que nos guste escuchar el «¿te quieres ir ya?». A ver como salimos. Y la situación cordobesa no es una excepción.Basta con mirar a Madrid Comunidad y Ayuntamiento.
En ese alto para reflexionar no estaría de más intentar buscar nuestros fallos pero con el propósito de no repetirlos, afianzar las cosas bien hechas, que las hay y centrarnos en el «programa, programa, programa».
E intentar volver a tejer ese entramado social que permitió poner en pie movimientos transversales como el 15M, Stop Desahucios o Marchas de la Dignidad.
Aprovechando que ha salido la palabra: la Dignidad se adquiere desde el ejemplo y la acción que unifica teoría y práctica, nunca jugando a los Picapiedra con un Pablo Mármol aporreando desde la calle al grito de «¡¡¡Pedro, ábrenos la puerta… del gobierno!!!»
Será nuestro sino.
Antes muertos que sencillos.
Juan Rivera. Colectivo Prometeo
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