Una vez más se demuestra que las autodenominadas «multinacionales» son los entes más nocivos de la civilización actual. Como buitres buscando carroña, las multinacionales recorren el planeta buscando el lugar donde los trabajadores son «más rentables», es decir que su situación económica y política les obliga a realizar un trabajo profesional a cambio de un […]
Una vez más se demuestra que las autodenominadas «multinacionales» son los entes más nocivos de la civilización actual. Como buitres buscando carroña, las multinacionales recorren el planeta buscando el lugar donde los trabajadores son «más rentables», es decir que su situación económica y política les obliga a realizar un trabajo profesional a cambio de un sueldo de miseria.
La apertura económica de España, la incorporación a la UE y los bajos sueldos contribuyeron a atraer las inversiones de empresas extranjeras, en busca de una rentabilidad rápida en las dos últimas décadas y esas mismas causas, acompañadas de mayores incentivos fiscales, mejores condiciones logísticas y bajos costes productivos, propician ahora el traslado al Este.
Desde 2001 y hasta 2006, al menos 37 grandes tienen previsto abandonar su ubicación -o ya lo han hecho- para trasladarse a otro destino, fundamentalmente en el Este del Europa. Ayer mismo, la multinacional norteamericana Levi Strauss anunció el cierre de dos de sus fábricas, una en Gerona y otra en Soria, para trasladarse al Este de Europa y el despido de 453 empleados. Las empresas buscan mayor competitividad, pagando salarios incluso siete veces inferiores a los españoles, y adecuar sus recursos a las nuevas demandas. Sin embargo, el precio, sobre todo en cuanto a despidos, es demasiado elevado.
Como mínimo en el proceso de deslocalizaciones, que no ha hecho nada más que empezar, perderán su empleo 17.000 trabajadores. Lear, Lucent, Alcatel, Puigeneró y Altadis -que ha tenido que afrontar un proceso de concentración interna que acabado con casi 3.000 trabajadores- son los casos más dramáticos en cuanto a despidos. Más de 7.500 entre las cuatro.
El efecto de las deslocalicaciones no se limita a la empresa directamente afectada y son muchos los suministradores y compañías subcontratadas las que acaban cerrando y despidiendo a la plantilla. Un ejemplo es el del fabricante de móviles Samsung, que con beneficios y después de recibir importantes ayudas económicas de la Generalitat traslado toda su producción a Eslovaquia. La decisión tomada en marzo dejó en la calle a 446 trabajadores de la planta y a más de 150 empleados contratados. Además, afectó a 25 compañías suministradoras, que tuvieron que despedir a 200 personas.
Excepcionalmente, se han dado casos de traslado de la producción sin que el número de puestos de trabajo se redujese. Es el caso de Seat, que sin embargo ha iniciado un profundo proceso de reducción de costes salariales en su planta de Martorell. Sueldos menores a cambio de mantener el empleo.
Competencia interior
No todas las empresas que han cambiado su ubicación lo han hecho para marcharse fuera de España. La competencia entre regiones para atraer inversiones es muy grande y los incentivos fiscales es un buen instrumento. En muchos casos, los traslados también se han con el fin de concentrar la producción y de esta forma conseguir mayor productividad y reducir costes. Son los casos de Nissan, que trasladó su planta de Madrid a Barcelona, o de United Biscuit, que dejó Palencia para ubicar sus fábricas en Navarra y Vizcaya.
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