Sobreviviendo en chabolas, en los bosques que rodean Ceuta, esperan que el Gobierno les deje llegar a la Península. Huyeron de un centro para inmigrantes para evitar ser deportados. Las recientes lluvias torrenciales y las difíciles condiciones climatológicas en la zona han hecho aún más dura su situación. «Hace mucho frío y ha llovido mucho. […]
Sobreviviendo en chabolas, en los bosques que rodean Ceuta, esperan que el Gobierno les deje llegar a la Península. Huyeron de un centro para inmigrantes para evitar ser deportados.
Las recientes lluvias torrenciales y las difíciles condiciones climatológicas en la zona han hecho aún más dura su situación. «Hace mucho frío y ha llovido mucho. Cuando ha llovido no se puede comer. Toda la madera está mojada y no se puede hacer fuego. Estuvimos cuatro días sin comer. Las casetas tenían agua y tampoco podíamos dormir bien», señala Roky, hindú de 19 años.
Acampados desde abril en el monte, Roky explica que «no podemos vivir todos juntos, formamos grupos de siete u ocho personas cada uno. Hacemos tiendas para dormir, chabolas, con maderas y con plásticos, y allí cocinamos y todo. Un día a la semana, todos los domingos, nos juntamos para hablar».
De los 67 hindúes que huyeron del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de una probable deportación, actualmente quedan 59 en el monte. «Estábamos aquí, en Ceuta desde hace más o menos dos años. Estando en el CETI, hace siete meses, salió una noticia en El Faro de Ceuta: 72 hindúes que estaban en el Centro volverían a sus países… Tuvimos que dejar el CETI porque si esperábamos allí seguro que venía la policía y nos llevaban a India». Cansado, Roky explica en un claro castellano: «No sabemos qué va a pasar con nosotros.
Llevamos en el monte más de ocho meses y todavía no hay noticias del Gobierno ni nada. Sólo podemos solicitar que nos dejen salir de aquí, que podemos trabajar y ganar dinero para nuestra familia». Con la única ayuda de la comunidad hindú de Ceuta, siguen esperando.
A finales de agosto de 2007 otro grupo de 37 bangladesíes huyó del CETI de Ceuta a los montes colindantes para evitar su deportación. Tras permanecer un año en la más absoluta precariedad, y gracias al apoyo de algunos compatriotas suyos en Madrid y de redes solidarias con los inmigrantes, lograron que el Ministerio de Interior regularizara su situación y les permitiera llegar a la península.